Son las protagonistas de la guerra de las tarjetas de crédito. Ambas nacieron ligadas a bancos.
La historia de Visa y MasterCard tiene una curiosa paradoja. Ninguna de las dos es técnicamente una compañía de tarjetas de crédito. Ambas son redes de pago que actúan como intermediarios. Aún así, sus nombres se han batido en un duelo épico por ser el plástico favorito del consumidor.
Segunda paradoja: ninguna de las dos compañías está tras las primeras tarjetas de la historia. Fue John Biggins, un banquero de Brooklyn, el primero en lanzar una tarjeta expedida por un banco en 1946. El problema es que las compras solo podían ser locales y los usuarios debían tener una cuenta en el banco de Biggins. Una de las primeras tarjetas de crédito de uso generalizado de la historia hay que agradecérsela a un olvido. Frank McNamara cenaba una noche de 1949 en un restaurante neoyorquino y se dio cuenta que no llevaba dinero. Ese día salió del apuro, pero la situación hizo aflorar su ingenio y en febrero de 1950 pagó la cena en el mismo local con una pequeña tarjeta. El cash había encontrado su mayor competidor.
La biografía de las dos marcas está ligada a la de los bancos. Visa nace en 1958 cuando Bank of America lanza BankAmericard en California, una tarjeta de papel con un límite de 300 dólares. En 1966, y también en Estados Unidos, un grupo de bancos crea la Interbank Card Association que en 1969 tomaría el nombre de Master Charge para convertirse en MasterCard en 1979.
El sector de las redes de pago se profesionaliza con el nacimiento de Visa y MasterCard. En el caso de BankAmericard, hay varios hitos que marcaron su rápida expansión. En primer lugar que en 1973 se crea el primer sistema de autorización electrónica, el precursor de VisaNet. Un año más tarde, la compañía se hace global y en 1975 lanza su primera tarjeta de débito. El nombre de Visa y sus icónicos colores azul y dorado llegan en 1976. En la década de los 80, se produce otro acontecimiento ligado ineludiblemente a su historia: lanzar una red de cajeros automáticos para poder disponer del dinero las 24 horas del día y fuera del país de origen del cliente. En las dos últimas décadas, la tecnología ha marcado su evolución con, por ejemplo, la emisión de sus primeras tarjetas contactless (las primeras nacen en EEUU en 2005) o con las plataformas para pagar desde el móvil.
MasterCard ha luchado también con uñas y dientes (léanse aquí pines y chips) por desbancar a su archiconocida rival. En la década de los 80, la compañía nacida de la asociación de varios bancos se convierte en la primera tarjeta de pago emitida en China y es la primera en usar un holograma de láser en ellas. La década de los 90 está marcada por su asociación con Europay International y por la campaña de publicidad Priceless (No tiene precio), un lema con el que marcó un tanto en reconocimiento de marca a su rival. En 2006 empieza a cotizar en la Bolsa de Nueva York y hasta la actualidad ha sumado varias joint venture (como la que tiene con Bics) y adquisiciones.
Ahora ambas compañías deben lidiar con un sector en constante cambio donde la evolución de los sistemas de pago supone grandes desafíos. Entre tanto, seguirán luchando y quién lidere el negocio del plástico en el futuro formará parte de la historia que las dos compañías seguirán escribiendo. Porque esta batalla, sí tiene precio.
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