Los seis habitantes de Barahona de Fresno, en Segovia, casi se caen de la cama en la mañana que descubrieron que su pueblo está en venta. «Me desperté, cogí el teléfono y vi que vendían el pueblo. Empecé a preguntar a todo el mundo. Luego leyendo la noticia matizaban que se vende ‘casi’ todo el pueblo, pero aun así me quedé desconcertada», rememora Susana Villarroel, miembro de la asociación de vecinos de Barahona. Hace ya unos años que, en España, salen de tanto en tanto a la venta pequeñas aldea abandonadas o algún conjunto de casas medio derruido. Pero nunca un pueblo con su iglesia románica, su consultorio médico, su aula escolar y sus habitantes dentro.
«Propertista, primera agencia inmobiliaria ‘online’ en poner a la venta un pueblo», reza el anuncio. Luego explica que lo vende ‘casi’ todo: «Se trata de un conjunto de arquitectura rural en el bonito pueblo de Barahona de Fresno perteneciente a la provincia de Segovia (…) Una gran oportunidad inversora y que podría devolver vida a los pueblos que se encuentran casi en el olvido». La propiedad circula desde hace días en más de 100 portales inmobiliarios de todo el mundo. Un posible comprador inglés se ha interesado ya, aunque la inmobiliaria aclara que por ahora no hay oferta. El precio: 2,1 millones de euros.
Los habitantes creen que la campaña de Propertista, que califican de engañosa, les puede salir muy cara. «Lo de esta inmobiliaria primero es una ofensa y luego una imprudencia. Nos están poniendo un cartel para que alguna banda de ladrones venga a desvalijarnos. Aquí viven tres familias todo el año pero somos muchos los que pasamos los fines de semana y las temporadas de primavera y verano. Esto no son cuatro casas abandonadas y ya sabemos cómo actúan los ladrones en los pueblos de Castilla. Tendremos que avisar a la Guardia Civil para que estén atentos estos días», se quejaErnesto Bernal, presidente de la asociación de vecinos.
«Es indignante. Nos están usando para hacerse promoción», exclama Raúl junto a la verja de su casa. En Barahona pocos quieren hablar y ninguno aparecer en fotos. Aseguran estar muy escocidos con este asunto. «Dicen que venden el pueblo como si fuese suyo, cuando lo que hay en venta son cuatro casas y ocho solares. No llega ni al 50% de los terrenos», protesta el vecino. Tres familias residen en invierno en Barahona, ubicado sobre una colina a los pies de Somosierra. Todas son personas mayores que reciben la visita frecuente de sus hijos. La mañana amanece soleada tras una semana de lluvia y nieve, poniendo fin a largas horas de encierro en casa frente a la hoguera, envueltos en el más profundo silencio. En realidad, las calles de Barahona pertenecen a los gatos. Son ellos quienes reciben a los visitantes y los escoltan allí adónde van. Lucen lustrosos y se encaraman al regazo reclamando mimos y comida.
Una inversión fallida
El lote de la discordia pertenece a Federico Valenciano, gerente de la constructora Fredmer SL, con sede en Madrid y que opera en toda España. Compró progresivamente todas las propiedades que cayeron en sus manos a mediados de los años 90 con el objetivo de lanzar un hotel rural y promocionar chalés y casas adosadas. Un desarrollo urbanístico paralelo al del propio ayuntamiento de Riaza, cabecera municipal de Barahona. El hotel apenas funcionó año y medio y a cuentagotas. Los chalés o no se vendieron o ni siquiera se terminaron. Los techos de algunas casas se han venido abajo por el abandono. Ahora, muchos años después de fracasar su inversión, Valenciano ha puesto todo el paquete en manos de Propertista para que lo mueva por todo el planeta. En total, 6.043.m2.
«Entiendo el conflicto de los vecinos. Es un pueblo pequeño y la gente lo ve como suyo. No solo su casa, también las calles y la plaza las sienten suyas. Es un asunto muy sentimental, les puede chocar leer esa información. Pero esa es la realidad, en Barahona viven cinco o seis personas y hay 13 empadronados. No me parece una barbaridad decir que se vende casi todo un pueblo cuando hablamos de un 90% de las propiedades», explica Lorenzo Ritella, director de Propertista, quien insiste en que ellos no venden ni los locales municipales ni la iglesia, a pesar del título de su anuncio. «Nosotros publicitamos la información que nos facilita el vendedor. En este caso es propietario de un hotel, de un salón de eventos de 780 m2, de un edificio de apartamentos, varias casas adosadas y ocho solares en ruinas. Es un hecho. Y creemos que es muy positivo para el pueblo que el anuncio se difunda por todas partes y demos con una persona que invierta en un proyecto de futuro». Contactado por este diario, Valenciano ha declinado ofrecer su punto de vista.
De nuevo, los vecinos contradicen a la inmobiliaria sobre el porcentaje de Barahona que pertenece a Fredmer SL. «Se aprovechan de una desgracia como es la despoblación para hacerse promoción. Luchar contra la despoblación es crear empleo y oportunidades, no decir que vendes un pueblo», protesta Villarroel. La alcaldesa de Riaza, Andrea Rico, también se muestra contrariada con la noticia de que una de sus pedanías está en venta. «Hay dos edificios municipales, que son las aulas y el consultorio médico que se usa una vez por semana, además de una iglesia románica del siglo XII que pertenece al obispado. El ayuntamiento ha asfaltado recientemente varias calles y damos un mantenimiento continuo», detalla en respuesta al comunicado de Propertista, en el que se afirma que la inmobiliaria «pretende comprometerse» con el «funcionamiento de pueblos prácticamente despoblados y que son riqueza del patrimonio cultural de nuestro país».
Es un hecho que medio Barahona está derruido. Casas con los techos hundidos, solares llenos de maleza y escombros, herramientas corroídas por el óxido. «Casi todo lo que se ve en ruinas es propiedad de ese señor», indica el presidente de la asociación de vecinos en referencia a Valenciano. Propietario y vecinos nunca se han llevado demasiado bien. «En cuanto vio que no iba a sacar dinero de su inversión lo dejó todo abandonado. Ahora nos consta que usa el pueblo para guardar materiales de construcción y escombros de sus obras por toda España. Supongo que porque aquí le sale gratis».
Uno de los empleados de Fredmer SL se encuentra hoy en el pueblo. Vivió en Barahona varios años y ahora reside en Boceguillas, a 12 kilómetros. Está trabajando dentro de la supuesta sala de eventos que en realidad ejerce como almacén. «Yo he vivido aquí muchos años y puedo asegurar que el jefe ha mantenido siempre sus propiedades hasta que alguna ha caído por culpa de estar deshabitada. Casi todos sus solares están limpios, cosa que muchos vecinos no pueden decir. Él invirtió aquí porque quiere mucho a este pueblo e hizo todo lo que pudo por darle vida, pero por desgracia no pudo ser. Los vecinos pueden quejarse si quieren, pero no tienen razón«.
A pesar del disgusto y el miedo a la repentina visita de alguna banda de saqueadores, los vecinos admiten que el lote de Fredmer SL es quizá la última esperanza de futuro para el pueblo. Si cae en manos de un inversor con un proyecto ingenioso, tal vez la vida regrese a sus calles vacías. Si no, los gatos seguirán campando a sus anchas unos años más y esas tres familias pasarán a la historia como los últimos habitantes de Barahona de Fresno.
Fuente: Elconfidencial.com (11/3/18) Pixabay.com
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