No falla. Todo el que visita la costa Amalfitana queda impactado.
Por muy viajado que esté el turista, este pedazo de costa italiana bañada por el mar Tirreno, en el golfo de Salerno, a escasa media hora de Nápoles, impresiona siempre, bien sea por lo escarpado de la costa y el color de sus aguas, por la belleza mediterránea de los pueblos que cuelgan de las laderas, por las curvas de las estrechas carreteras (casi infames) o, sencillamente, por el ambiente, a caballo entre lo provinciano y el lujo sin aspavientos.
Puede que por eso haya sido escenario de películas de Roberto Rossellini, Paisà y Viaje en Italia, entre ellas, en los años cuarenta; o más actuales, como el Talento de Mr. Ripley o Bajo el sol de la Toscana. Y también inspiración de escritores (Casa de muñecas, escrita por el noruego Henrik Ibsen en Amalfi), además de destino habitual de la jet set y de celebridades de todos los tiempos.
Greta Garbo, Richard Wagner, Boccaccio, que cita la zona en el Decamerón, pero también el matrimonio de actores Javier Bardem y Penélope Cruz, los futbolistas Messi o Piqué y Shakira no han podido resistirse al atractivo de este trozo de Italia (región de Campania), declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1997.
Positano, belleza mediterránea en estilo puro, es el lugar más visitado
Una docena de pueblos integran la carísima costa Amalfitana, entre los que Amalfi, Positano, Furore o Ravello, un pueblo más al interior, también con unas estupendas vistas al mar, son algunos de los obligatorios.
Llegar a esta zona es relativamente fácil. Se puede alquilar coche en Nápoles y existe una línea de autobuses, pero el servicio regular de barcos que comunica los pueblos de la zona varias veces al día, salvo cuando hace “mala mar”, se vislumbra como la más atractiva de las posibilidades.
Impresiona enfrentarse a la espectacularidad blanca de Positano desde una embarcación llegada por el mar.
Además de las vistas, el barco es muy recomendable sobre todo para evitar el transporte por carretera, invadida de conductores italianos, aparentemente temerarios, pero que tienen un orden establecido increíblemente cívico. Y es que en las vías de la costa Amalfitana nadie toca el claxon del coche, chilla o se enfada ante las infracciones del resto de los conductores, que no son pocas. Choca frente al cliché del italiano gritón a que nos tiene acostumbrados el cine.
En Amalfi, la catedral, Duomo, es destino de visitantes de todo el mundo.
Amalfi
Amalfi es visita imprescindible. Potencia marinera junto a Génova o Venecia en la Edad Media, esta población, plagada de viñedos y limoneros enganchados a las terrazas de las laderas, que contrastan con el azul de sus aguas, fue la capital de la antigua República Marinera de Amalfi. Dice la leyenda que fue fundada por Hércules.
Callejuelas y pasadizos, que recuerdan a algunas escenas de la película El americano, protagonizada por George Clooney; innumerables establecimientos donde se puede comprar limoncello y otros productos de la zona; tiendas de artesanía y una gran cantidad de restaurantes con terraza muy románticos (algunos recuerdan a los de París) son parte de la magia de esta población, donde la grandiosa catedral del siglo IX (Duomo) es un reclamo arquitectónico con nombre propio. Su escalinata árabe normanda, su hermoso claustro y la cripta son algunos de sus tesoros.
Positano
Es el pueblo más popular y el más visitado de esta costa, sobre todo en los meses de verano. Inundado de escaleras y rincones que llevan a tiendas y restaurantes donde se puede degustar, entre otros platos, ensalada con el famoso queso de leche de búfala; talleres artesanos de cuero (típico de allí), y con apenas tráfico rodado, dada su estructura urbanística, tiene también parte de su atractivo en las playas, de piedrecilla negra pero de aguas muy cristalinas, y ha sido en multitud de ocasiones escenario para la presentación de colecciones de modistos de la talla de Versace o Armani.
Cada rincón, apiñado y repleto de escaleras y cuestas, sorprende más. La Iglesia de Santa María Teresa y las Torres Sarracenas son también un atractivo cultural para los visitantes.
Ravello destaca por sus lujosas villas.
Ravello
Integra el espíritu artístico de la zona, ya que ha inspirado muchas obras de arte. Este silencioso pueblo medieval del interior, pero con vistas al mar Tirreno, está lleno de multitud de villas y palacios que conviene visitar. Villa Rufolo y Villa Cimbrone, entre ellas. La catedral y sus jardines son obligatorios, al igual que las tiendas de cerámica y todas las callejuelas de la localidad. Se respira mucha paz.
Furore ha sido conocido durante años con el nombre del “pueblo que no existe”. Con apenas 800 habitantes, está ubicado en lo más alto de un fiordo natural plagado de viviendas de pescadores. Parece ser que su nombre obedece al rugir de las aguas al penetrar en el fiordo. Llama la atención cómo se apiñan las casas casi en vertical.
La Cueva de Esmeralda es el principal atractivo de Conca dei Marini, otro pequeño pueblo también relevante por su patrimonio arquitectónico. En esta gruta, a la que solo se accede en barco, se puede contemplar toda una degradación de colores del agua del mar, desde el azul hasta el verde. Con una altura de 24 metros y plagada de estalactitas y estalagmitas, la cueva se bucea todas las Navidades y en Epifanía para colocar un belén sumergido.
Pompeya y Capri
Recorrer a pie las calles de Capri es la mejor opción. En la casa de Tiberio, las vistas de los farallones impactan.
Una vez que estamos en esta costa, también merece la pena visitar Pompeya y la exuberante Capri. El lujo envuelve a esta mítica isla mediterránea por la que han pasado durante todos los tiempos artistas, escritores y estrellas de cine.
Llegar en barco es lo más aconsejable para ver los farallones que la flanquean de cerca y los acantilados. Un funicular lleva a la parte alta de la isla; el casco antiguo está repleto de exclusivas tiendas, restaurantes y villas espectaculares, pero también de cultura.
La Iglesia de San Stefano; la villa de Tiberio y, en Anacapri, la Iglesia San Michele son las más destacadas. La legendaria Gruta Azul es obligatoria, junto al Arco Naturale sobre el mar, el barrio de Le Boffe…
Fuente: Cincodias.com (9/8/14)
Y para terminar, Pompeya, a los pies del volcán Vesubio, merece una larga parada. Sepultada por la erupción del año 79 antes de Cristo, esta ciudad de la antigua Roma alberga un teatro romano, cuerpos sepultados bajo las cenizas, pasos de cebra, lavaderos, bares, el Lupanar y mucho más.
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