El escenario económico que padece el país ha provocado que emerjan cuestiones insólitas.
La utopía de conseguir un trabajo en España, con una tasa de paro en los menores de 26 años que supera el 55%, ha abierto la veda a iniciativas empresariales que buscan incentivar un frágil consumo. Y el reclamo de una colocación ha demostrado ser el más poderoso. Así, aprovechando los clásicos sorteos navideños, a los que pocos renuncian, han proliferado rifas paralelas de asociaciones comerciales y empresariales cuya dotación estrella es el anhelado empleo.
El último ejemplo viene de la empresa Kickatkrisis, especialistas en gestionar estos juegos de azar con premios más originales. El año pasado vendieron 40.000 papeletas que prometían al ganador del número acertado una suculenta cesta sin foie ni champán, pero con delicatessen como un coche, el pago de la hipoteca o alquiler y de los gastos domésticos, un crucero, un iPhone 5, entradas al cine durante un año, una bicicleta y un robot de cocina Termomix, entre otras alhajas.
Un regalo más en la cesta
Este año, la misma cesta de Navidad vuelve a sortearse pero con un regalo más: un puesto de trabajo. «Se trata de un producto más, queríamos mejorar la cesta este año, y la gente nos ha animado a hacer esto», explica a EcoDiario.es Jaume Mas, socio de la empresa organizadora del sorteo, que ya ha puesto las papeletas a la venta al precio de cinco euros.
Mas relata cómo trataron de convertir una sugerencia que parecía fuera de su alcance en realidad, apoyados por el grupo empresarial Enrique Tomás, responsable de la oferta de este empleo incluido en la cesta.
Conscientes de que cualquier comprador del boleto podría resultar ganador, la empresa pondrá sobre la mesa un contrato indefinido con tres categorías posibles, dependiendo del perfil del premiado, y con un salario que se moverá en una horquilla de entre 900 y 1.600 euros. Sin embargo, la duda surge. ¿Esto es moral? ¿Se está banalizando el asunto que más preocupa a los españoles?
Los más críticos citan directamente el artículo 35 de la Constitución, y argumentan que el trabajo no es un premio, sino un derecho fundamental plasmado en la Carta Magna. Algunos sindicatos lo han tachado de inmoral, acusando a este tipo de sorteos de jugar de un modo frívolo con la compleja situación económica de la ciudadanía.
Jaume Mas, sin embargo, se apresura en enfatizar lo positivo de su iniciativa: «El objetivo no es ofender a nadie, sino incluir algo para mejorar la cesta que ya nos pedía la gente el año pasado. En ningún caso pretendemos banalizar con el tema del trabajo, solo queremos dar una oportunidad de trabajar a alguien que no la tenga». Aunque la cuestión más peliaguda sería… ¿Hacer esto es legal?
La ley tras del sorteo
No es el primer caso que se da en España de un sorteo de este tipo. El ingenio de los empresarios se ha agudizado para dar el golpe de marketing perfecto y levantar el consumo, y la rifa de un trabajo ya ha tenido otros precedentes en una federación deportiva en Valladolid, en una asociación empresarial de Santa Cruz de La Palma y en el municipio gallego de Ponte Caldelas, por citar algunos de casos, entre los que también se dio la estafa.
¿Es legal sortear un empleo?
Fuentes judiciales consultadas por este diario explicaron que depende de si se trata de un sorteo de un paquete entero, como el caso de la cesta navideña, donde la colocación es un regalo más, o si es este el único premio. El último caso sí abriría problemas legales, debido a que no existiría una proporcionalidad entre la ganancia del organizador del sorteo y el premio, y de hecho, el interés del primero podría repercutir en la vulneración de de la dignidad del trabajador ganador.
Es decir, en los casos en los que solo se sortea un empleo, el empresario ganará una cuantía muy importante por la venta de los boletos a cambio de muy poco: suponiendo que el contrato ofrecido respete la legalidad, el empleado podría verse sometido a acoso laboral y presiones para que abandonase la compañía, de tal manera que el premio habría sido ilusorio. Sin embargo, en el caso de la citada cesta navideña, el trabajo formaría parte de una amplia selección de otros productos.
Es decir, que el ganador seguiría percibiendo otros bienes por valor de 110.000 euros si quisiese rechazar el trabajo o viese vulnerado algún derecho ejerciendo el mismo. «Cobrar por realizar una entrevista de trabajo, por ejemplo, sí sería delictivo», aclara esta fuente judicial. La total legalidad del premio también implica que el contrato de este puesto cumpla la normativa laboral vigente.
Con todas sus consecuencias, como matiza el socio de Kickatkrisis: «Este contrato también está sujeto a un período de prueba que va de dos a nueve meses, así que, como sucede en la vida real, también podría rescindirse si así lo estima el empresario». El caso podría asemejarse al de clásicos sorteos como el del sueldo vitalicio de Nescafé o de la ONCE, que también se produce mediante compra de un boleto de lotería.
Los tiempos cambian, los deseos también
Pese a la legalidad de la propuesta, la sombra de la inmoralidad sigue planeando sobre este tipo de rifas. La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas revela que la mayor preocupación para un 77,4% de los españoles es el acceso al empleo, por delante de la corrupción política o el terrorismo. Y el hecho de que el premio más anhelado por un ciudadano de este país consista en un puesto de trabajo, evoca una agria reflexión: hace unos años, el principal objeto de deseo hubiera sido un coche descapotable o un chalet junto al mar. Eran otros tiempos, con un dibujo social que hoy se ha difuminado. Y con otros deseos que no eran derechos reconocidos en la Constitución.
Fuente: Eleconomista.es (20/11/13)
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