España es algo más que ladrillo, por mucho que en los últimos años todas las señales parezcan indicar lo contrario. Fruto de la imaginación y creatividad patrias son inventos como la fregona o el Chupachups. También lo es el candado Pitón, que al común de los mortales le evocará un cuerno de toro o un tipo de serpiente, pero no así a los aficionados a las motos.
Este antirrobo, un cable blindado basado en un sistema de bolas y cilindros que le aporta su especial resistencia -«fuerte y robusta como una serpiente pitón», de ahí el nombre-, nació en una fábrica de Girona hace ahora 35 años. Fue Cipriano Duch, propietario de Mecánicas Duch, quien observó la fragilidad de los candados con los que se protegían las motos. En 1978 se puso manos a la obra, y durante nueve meses no dejó de trabajar hasta lograr el blindaje que sigue aplicándose en la actualidad.
Su excesivo tamaño y peso (el ‘estándar’ medía un metro y pesaba dos kilos y medio) llevó a muchos distribuidores a desdeñarlo. «Me decían: ‘Estás loco, no los vas a vender en tu vida'». Pero Duch siguió en sus trece, y fabricó 500. Los iba vendiendo de uno en uno. Hasta que un día unos estudiantes de Granada aficionados al motociclismo acudieron a una concentración cerca de Valencia, vieron un Pitón y apuntaron la marca.
«En esa época no había Internet. Buscaron la fábrica y me enviaron una carta manuscrita. Eran estudiantes de Ingeniería y querían cinco candados. Al cabo de 15 días pidieron 10 más». Después, empezaron a pedir de 25 en 25. Hasta que viajaron a Girona y, tras conocer Duch, montaron la distribuidora Zacatín. En los 80 llegaron a consumir 5.000 antirrobos Pitón al mes. La época dorada. Hasta que comenzaron las imitaciones.
Patentes y juicios
Cipriano Duch ha perdido la cuenta de los enfrentamientos judiciales que ha tenido por la patente. «Llegué a tener hasta 13 querellas simultáneas, tanto aquí como en Francia». Finalmente, no le reconocieron la patente. A partir de ahí, proliferaron las imitaciones, «incluso con el nombre Pitón y con instrucciones de montaje fotocopiadas de las nuestras«, recuerda con resignación.
«Después entraron en competición China y Taiwan. Cuando iba a exposiciones en Italia o París, venían los chinos detrás haciendo fotos. Al poco salían mis productos en su catálogo», recuerda Duch.
«Hubo una época en la que incluso nos enviaban télex informándonos de que estaban fabricando material similar al nuestro, por si nos interesaba. Les llegué a ofrecer un trato: que usaran todas mis patentes en el exterior con la condición de que no se metieran en España. No quisieron».
Testigo directo de la evolución de la mecánica
Los orígenes de Mecánicas Duch se remontan a los años 40, cuando el padre de Cipriano comenzó con «temas de forja»: vigas, hormigón, dinamómetros… Y las ‘Estufas Duch’, unas estufas de serrín que «estaban en todas las escueas de España». Después se especializaron en temas cárnicos, y crearon un automatismo que les permitía envasar jamón de york en hasta 3.500 latas por hora.
Desde pequeño, Cipriano andaba por la fábrica. «Con 10 años ya daba martillazos a los hierros«, recuerda. Con 14 dejó los estudios y se puso a trabajar porque estaba «harto de frailes». «No soy ingeniero, pero he vivido toda la evolución de la mecánica».
Esa evolución les llevó a orientar la actividad de la fábrica hacia el mundo del motor. Cuenta Cipriano que fueron los primeros en lograr sujetar una Scooter. «No había por donde agarrarla, así que se me ocurrió una argolla con un sistema expansivo que inmovilizaba el manillar. A los cuatro días ya había imitaciones», lamenta.
De bicicletas a tráileres
Suyos son los cepos para inmovilizar vehículos que utilizan los Mossos d’Esquadra, y también un bloqueador de volante que emplea la Guardia Civil. A sus 65 años y después de más de 50 trabajando, no piensa en retirarse. Ahora está volcado con un antirrobo para tráileres. «Aprovechan cuando los camioneros duermen, desenganchan la carga de la cabeza tractora, la enganchan a otro camión y se la llevan. Sólo en 2012 se han robado más de 3.000 millones de euros en Europa de esta forma».
También lanza ahora un nuevo sistema de anclaje de bicicletas, tras observar que los antirrobos que hay «son de guiñol». Propone un dispositivo que denomina ‘Four Stars’, y que sujeta las dos ruedas, el sillín y el cuadro con una cerradura con cuatro millones de combinaciones posibles, «prácticamente inviolable». «Es cara», advierte, «pero más caro es que te roben la bicicleta y tener que comprar otra».
Otros inventos españoles
- FREGONA. Manuel Jalón se inspiró en los cepillos de palo largo que se utilizaban en EEUU para limpiar el aceite de los hangares de la bases militares, y creó la fregona, uno de los mayores avances para las mujeres de la época. La patente dio lugar a mil luchas, como la que mantuvo el propio Jalón con Manuel Bellvis, y las posteriores entre marcas como Vileda o Spontex.
- CHUPACHUPS. Tan simple como ponerle un palo a un caramelo redondo para poder chuparlo de forma intermitente. Al catalán Enric Bernat se le ocurrió hacerlo en 1968. Su éxito fue tal que la empresa sigue siendo hoy una multinacional.
- SUBMARINO. El invento de Isaac Peral, botado en 1888, fue denostado por las autoridades del momento, lo que provocó que el creador abandonara la Marina. No llegó a verlo navegar.
- FUTBOLÍN. Inventado por el gallego Alejandro Campos Ramírez, que se rebautizó a sí mismo Alejandro Finisterre. El futbolín fue uno de sus muchos inventos. También es obra suya el pasahojas que permite a los pianistas pasar los folios de las partituras con un pedal.
Fuente: Elmundo.es (8/2/13)
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