Después de dos años de goteo de sugerencias sobre una modificación de los límites de velocidad, tanto al alza en unas carreteras como a la baja en otras, el último borrador del anteproyecto del Real Decreto que reformará el Reglamento General de Circulación plasma la revolución que la Dirección General de Tráfico (DGT) estudia llevar a cabo. Según el borrador, adelantado por Europa Press, la institución plantea aumentar la velocidad a 130 kilómetros por hora en algunos tramos de autopistas y autovías y reducirla hasta 50 en algunas vías convencionales y a 30 y a 20 en ciertas calles urbanas.
El aumento de velocidad a 130, que ya adelantó el año pasado el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, será gestionado por la propia DGT —menos en País Vasco y Cataluña, donde las competencias de tráfico están transferidas— y se aplicará en los tramos de vías rápidas en los que “existan índices contrastados de seguridad y buenas condiciones de trazado y pavimentación” para turismos, motocicletas y vehículos de tres ruedas asimilados a estas últimas. Los límites no se incrementarán de forma permanente, sino que estarán regulados por paneles variables que fijarán la velocidad en función de las condiciones meteorológicas, ambientales y el estado de la circulación.
Tráfico será mucho más severo en las carreteras convencionales, donde se producen el 75% de los accidentes mortales. El límite máximo de 100 kilómetros por hora dejará de existir. Según el borrador, las vías con una plataforma igual o superior a 6,5 metros de anchura tendrán un límite de 90 por hora. En el resto, la velocidad máxima será de 70 cuando exista una marca longitudinal que separe los dos sentidos, y de 50, en el caso contrario.
En cuanto a la velocidad en ciudad, se reducirán las vías por las que se puede circular a 50 por hora. La reforma extiende las zonas limitadas a 30 a calles con un solo carril y sentido único o con un carril por sentido de circulación. En las calles con plataforma única de calzada y acera, el límite se reducirá a 20 por hora. El objetivo, según la institución, es “la pacificación del tráfico, la potenciación de la bicicleta y la reducción de accidentes”.
Tráfico insiste en que el borrador está pendiente de aprobación. Según la DGT, ya ha sido enviado al Ministerio del Interior y a todos los miembros del Consejo Superior de Tráfico para que den el visto bueno o hagan sus aportaciones. De este último forman parte colectivos tanto a favor como en contra del aumento de velocidad, el aspecto más polémico.
El Real Automóvil Club de España y el de Cataluña están muy cercanos a la propuesta de la DGT. Sostienen que los límites están desfasados pero, aunque piden un aumento, apuestan por paneles que fijen la velocidad según el tiempo o el estado del tráfico.
Del otro lado, las asociaciones de víctimas están convencidas de que un incremento de la velocidad supondrá un aumento del número de muertos y heridos. “Los conductores tienden a conducir por encima del límite”, comparten la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal (AESLEME) y Stop Accidentes. Por su parte, la Asociación de Prevención de Accidentes de Tráfico (PAT) recuerda que “el mundo científico ha demostrado que un aumento de un 1% de la velocidad supone un aumento de un 4% en los accidentes con muertos”. Algo más flexible ha sido la Asociación Estatal de Víctimas DIA que no ve con malos ojos el incremento si no se pone en riesgo a los usuarios de las vías.
Una vez aprobado, el anteproyecto tendrá que pasar la tramitación en el Congreso y, aunque la mayoría absoluta del PP garantiza su aprobación, el PSOE ha criticado la “imprudencia” del Ejecutivo de Rajoy por dar “el mensaje de que la velocidad no es un factor de riesgo de accidente cuando está demostrado que hay una relación de causa-efecto evidente”. Según los socialistas, la iniciativa perjudica, además, “al bolsillo” porque a más velocidad, más gasto de combustible.
Fuente: Elpais.com (7/5/13)
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