Too Good To Go, la ‘app’ que evita que la comida acabe en la basura, urge al Gobierno a «poner límite al desperdicio» alimentario

Su madre tenía razón: se puede usted comer ese yogur que lleva meses en la nevera. Lo cierto es que, desde el año 2014, los yogures no caducan. Hasta ese momento, este alimento llevaba fecha de caducidad, pero un cambio normativo permitió etiquetarlo con fecha de consumo preferente, pasada la cual, el producto sigue siendo saludable, aunque empieza a perder propiedades. Años después, en 2021, un gigante del sector como es Danone tomó la decisión de eliminar el etiquetado de caducidad del 80% de sus productos para contribuir a la lucha contra el desperdicio alimentario. ¿Y zanjó el debate? No del todo. La mayoría de los fabricantes optaron por dejarlo, obligando a los supermercados a retirar de sus lineales los yogures próximos a su fecha y, en muchos casos, a los consumidores a tirarlos a la basura una vez pasado ese deadline sin ser realmente necesario, ya que no suponen un riesgo para la salud. Ahí está el desperdicio alimentario. Cada segundo se tiran en el mundo más de 79 toneladas de comida, es decir, más de 2.500 millones de toneladas al año. Sólo en España, casi ocho millones de toneladas de alimentos acaban en la basura anualmente, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Con ese telón de fondo, allá por el año 2016, un grupo de amigos que disfrutaba de un bufé en Dinamarca se escandalizó al observar cómo los camareros tiraban toda la comida no consumida al final del servicio. Decidieron pasar a la acción y crearon Too Good To Go, una aplicación móvil dirigida a luchar contra el desperdicio alimentario que, a día de hoy, está presente en 17 países en Europa, Estados Unidos y Canadá y que cuenta con una comunidad de más de 90 millones de usuarios y más de 155.000 establecimientos aliados. En mayo de 2022 dieron un giro a la estrategia y dejaron atrás la etapa de expansión financiada por los inversores que aportaron el capital inicial para apostar por la rentabilidad. Y recogieron sus frutos: en el cuarto trimestre de ese año lograron alcanzar el equilibrio necesario para cubrir costes y 2023 lo cerraron ya con ebitda positivo.

La app permite a restaurantes y supermercados vender el excedente diario a los usuarios a precios reducidos. Aterrizó en España en septiembre de 2018 y, desde entonces, ha permitido salvar cerca de 20 millones de packs de comida en nuestro país gracias a una comunidad de siete millones de usuarios y más de 20.000 establecimientos.

«La acogida de los consumidores en España fue muy positiva desde el principio, les gusta la combinación de saber que están ayudando a evitar el desperdicio y el elemento sorpresa del pack, además de la buena relación calidad-precio», explica a Actualidad Económica Mette Lykke, CEO de Too Good To Go. Además de los pack sorpresa, que son los paquetes que pueden recoger los usuarios de alimentos que no han vendido los restaurantes, supermercados y otros establecimientos de alimentación al final de la jornada, TGTG ofrece a fabricantes y distribuidores la solución Parcels, que permite dar salida al excedente de productos que no pueden comercializar por diversos motivos, como defectos en el envase o cercanía de la fecha de caducidad, y obtener así unos ingresos, evitando el desperdicio con precios reducidos para los consumidores. Y acaba de lanzar Platform, una tecnología desarrollada con Inteligencia Artificial que ayuda a los supermercados a gestionar el etiquetado de fechas de los productos y les recomienda estrategias para dar salida a los alimentos próximos a su día de caducidad o consumo preferente, como descuentos optimizados o donaciones. «Hay dos grandes cadenas de supermercados que ya la están empezando a implementar: Monoprix, en Francia, y Celeiro, en Portugal. En España ya está disponible y se está presentando a varias cadenas de supermercados y tiendas de conveniencia», avanza la danesa.

La relación comercial de TGTG con los establecimientos es sencilla: funciona en los dos sentidos, unas veces es la propia aplicación la que llama a las puertas de los restaurantes y tiendas para ofrecer sus servicios y, en otras ocasiones, al contrario. La app pone en contacto a las empresas con los consumidores y cobra una tasa por cada pack que venda el establecimiento, que se lleva el resto del dinero hasta completar los cerca de 4 euros que cuesta de media el menú. Es el consumidor el que acude al local a recoger su pedido, ya que en Too Good To Go no hay riders. «El hecho de que no contemos con un sistema de reparto es deliberado, mediante nuestro modelo conseguimos evitar el desperdicio sin utilizar transporte», detalla la CEO de la compañía, no sin reconocer que «las plataformas de reparto son controvertidas por las condiciones de los repartidores». Con todo, asegura que, en su caso, «no tiene ningún sentido desde el punto de vista económico, ya que implicaría un coste añadido a un pack que cuesta 3,99, al que sumaríamos una cuota adicional por reparto prácticamente por el mismo importe, lo que duplicaría el precio».

Este modelo ha permitido salvar más de 300 millones de packs de comida a nivel global gracias a alianzas con marcas de talla mundial como Carrefour, Aldi, Vips o Starbucks y a toda una comunidad de usuarios y de pequeños empresarios que luchan contra el desperdicio. La crisis de inflación ha impulsado su modelo, ya que «cada vez hay más familias a las que les cuesta trabajo llegar a fin de mes y, para ellos, TGTG es una manera de poder llevar a la mesa comida de calidad a un precio asequible». Lykke reconoce que han experimentado un notable crecimiento del negocio en este contexto y puntualiza que también han supuesto un punto de apoyo para los establecimientos, que se han visto beneficiados de la posibilidad de obtener ingresos adicionales en un momento de gran presión por el incremento de los costes energéticos.

Más allá de la app, TGTG está llevando a cabo una campaña de concienciación a los consumidores con la iniciativa ‘Mira, Huele, Prueba’, una etiqueta para envases de productos con fecha de consumo preferente que invita a los consumidores a utilizar sus sentidos una vez vencida esa fecha para comprobar si está en buen estado antes de tirarlo a la basura. En España ya se han unido a este etiquetado más de 40 marcas de gran consumo y el distintivo está presente en los envases de más de 1.200 productos. «El 20% de la comida que se tira en los hogares es porque existe una confusión entre la fecha de consumo preferente y la de caducidad y para aclararla hemos lanzado esta etiqueta complementaria que indica a los consumidores que el producto con fecha de consumo preferente está en buenas condiciones pasada esa fecha: sólo hay que mirar, oler y probar», afirma Lykke.

Preguntada sobre si es posible mantener una dieta variada y sana comiendo durante 24 horas (desayuno, comida y cena) de las opciones que ofrece TGTG, admite que, «efectivamente, no somos una aplicación de alimentación». «Nuestro objetivo es evitar el desperdicio, en colaboración con los establecimientos, e intentamos trabajar cada vez con más supermercados, pero cualquier desperdicio que se pueda evitar, para nosotros ya habrá merecido la pena», añade. Y sobre otra cuestión controvertida, como es la calidad de los alimentos que pueden encontrar los usuarios en la app, asegura que se realizan «controles» a través de encuestas directas a los usuarios, que también pueden trasladar sus quejas, y hacen «un seguimiento continuo de los datos e incluso, si es necesario, llevamos a cabo un proceso de seguimiento del supermercado».

Ciudadanos y empresas aportan así su granito de arena a la lucha contra el desperdicio. ¿Y los gobiernos? «Es urgente que actúen», sentencia la CEO de TGTG, que incide en que «todos los actores deben estar implicados, desde la cadena de producción hasta los políticos». En España, el Ministerio de Agricultura acaba de reactivar un proyecto de ley que decayó en la pasada legislatura por la disolución de las Cortes y encara ahora su tramitación parlamentaria. Lykke propone establecer «límites al desperdicio» e insiste en que «el 40% de los alimentos acaban en la basura y eso supone el 10% de los gases de efecto invernadero. Es un gran reto y un desafío para frenar el cambio climático».

Fuente: elmundo.es (9/5/24) pixabay.com

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