Borja Thyssen, Xabi Alonso y Sete Gibernau se han unido en los últimos meses a Javier Merino, exmarido de Mar Flores, en la lista de famosos que han doblado el brazo a Hacienda después de haber sido acusados de delito fiscal. La mala racha de Hacienda se debe, según los fiscalistas, a que durante años el fisco ha forzado demasiado la mano con las denuncias por delito fiscal y que los pocos que no han pactado y se han arriesgado a ir a juicio han demostrado tener más bazas de las que parecía. Hacienda lo niega y atribuye la caída de las denuncias por delito fiscal, de más de 1.000 en 2011 a menos de 200 en 2018, a factores económicos, mientras destaca que en 2018 recaudó más que nunca (286 millones) por esta vía.
En noviembre de 2016, el Tribunal Supremo absolvió a Javier Merino de delito fiscal. La Justicia consideraba que no había pruebas de que hubiese fingido su residencia en Cascais (Portugal) pese a los reportajes del ‘Diez Minutos’ y otras pruebas que aportó la acusación para demostrar que en realidad pasaba más de medio año en España. A pesar de ser absuelto en vía penal, perdió en vía administrativa por algo parecido, algo que el Supremo consideró que no era deseable. Pese a esta paradoja, el caso dio esperanzas a otros famosos acusados de delito fiscal.
«Te abrían una inspección y te amenazaban con llevarlo a la vía penal. No es que pongan la pistola sobre la mesa, es que te la ponen en el pecho»
«Hacienda ha tensado mucho la cuerda. Te abrían una inspección y te amenazaban con llevarlo a la vía penal. No es que pongan la pistola sobre la mesa, es que te la ponen en el pecho», explica Bernardo del Rosal, catedrático de Penal y socio de Del Rosal y Adame. En vía penal, la Fiscalía pide cárcel y al cliente le tiemblan las canillas mucho más que en el contencioso, donde los pleitos son largos y burocráticos y sin mencionar siquiera la palabra ‘cárcel’.
«En un juzgado penal, el cliente está literalmente temblando. Si le ofrecen una multa sin ir a juicio y evitar la cárcel, la mayoría paga lo que sea y la Fiscalía te hace la ola», coincide Pablo G. Vázquez, abogado de GVA & Asociados. Por eso muchos, famosos y no famosos, han optado por buscar condenas de conformidad, que no conllevan ingreso en prisión. «Un cantante o un deportista tiene una carrera corta y no puede estar pendiente de reuniones con abogados y de pleitos, y busca una salida rápida». Además, el problema reputacional les hace perder contratos.
A menudo, después de una primera condena, se produce una cascada de conformidades. Cuando el Supremo condenó a Messi por delito fiscal en una dura sentencia, muchos otros corrieron a buscar una condena en conformidad: aceptar los hechos, una pena que no conlleve ingreso en prisión y una multa que a menudo es menor que la que impone Hacienda. Falcao, Carvalho, Coentrao, Di Maria, Mourinho… Todos fueron buscando acuerdos de conformidad. Cristiano Ronaldo, que tenía bazas en su mano porque era el único que se había acogido a la Ley Beckham, acabó por aceptar una condena en conformidad, pagar 20 millones y marcharse a Italia.
Pero hubo uno que no pagó. Su caso no era igual que los otros y no es exactamente comparable, pero es interesante. Fue Xabi Alonso, que, ya retirado, se sentó en el banquillo de los acusados. La Audiencia Provincial de Madrid lo ha absuelto junto con su asesor fiscal, al considerar que no era evidente que hubiera una simulación total en la cesión de sus derechos de imagen a una sociedad fantasma en Madeira (Portugal).
Xabi se unía a Sete Gibernau. El motociclista estaba acusado de fingir su residencia en Friburgo (Suiza), pero en mayo la Audiencia de Barcelona le dio la razón. Su caso es parecido al de Borja Thyssen, que estaba acusado de simular una residencia en Andorra para pagar menos impuestos. El juez del caso lo ha absuelto al aplicar el principio de que en caso de duda hay que actuar a favor del reo. Contra el fallo, cabe recurso.
Estas sentencias dejan una pregunta en el aire: ¿por qué si Hacienda arrasa en el contencioso a los famosos, donde han mordido el polvo futbolistas, cantantes, matadores de toros, presentadores de televisión y actores, no parece tener el mismo porcentaje de éxito en la vía penal?
Del Rosal, como otros fiscalistas consultados, lo atribuye a que Hacienda ha forzado durante años la norma, que con la presión por recaudar mandaba a delito casos dudosos para apremiar a los contribuyentes. Si en vía administrativa los casos no salen a la luz, una vez en el juzgado y con una acusación penal, hay como mínimo pena de telediario. Del Rosal explica que ante esa circunstancia, muchos se pliegan: «Hacienda asusta al propio abogado muchas veces y este le dice al cliente que las posibilidades de ganar son pequeñas. El cliente tiene que tener medios y un coraje muy especial para enfrentarse».
El delito fiscal es un delito poco definido, que permite interpretaciones amplias sobre qué es y qué no es. Leopoldo Gandarias, socio de Alliantia, considera que el sistema está enfocado en conseguir conformidades antes del juicio: «Dejando aparte consideraciones sobre la peculiaridad de cada caso, no suelen llegar a juicio fundamentalmente por dos razones: la primera es que se impone el temor a resultar condenado con la severidad que suele caracterizar a la acusación. El delito fiscal es una norma penal en blanco, en el sentido de que se completa con la normativa tributaria, y a los juzgados y tribunales llega como primer pronunciamiento acusatorio una liquidación que se denomina ‘vinculada a delito’, que en términos prácticos constituye una auténtica instrucción administrativa que viene con el marchamo de la cualificación que se les presume a los funcionarios de la AEAT». Además de que Hacienda golpea primero, los casos son a menudo muy complejos y con frecuencia el inspector del caso es el perito del tribunal.
Hacienda destaca que el porcentaje de condenas sigue siendo altísimo y roza el 80%
El segundo motivo, según Gandarias, es que «el delito fiscal goza de una hiperatenuación que en ocasiones puede resultar más beneficiosa en lo que atañe a la pena que la aplicación del régimen sancionador tributario en la vía administrativa, lo que favorece el reconocimiento de la culpa y el pago de la deuda, entre otras razones, para evitar las complicaciones de ir a juicio a cambio de la certeza que da una pena reducida que solo tiene efectos económicos, muy favorable para quien se lo pueda permitir y muy discutible en el marco de la prevención de conductas rechazables». Es decir, que la sanción en vía penal puede ser menor que en vía administrativa.
La Agencia Tributaria niega que haya habido excesos y señala el porcentaje de victorias en vía penal, que sigue en cotas muy altas. En los cinco últimos años, el porcentaje de sentencias favorables a Hacienda se mueve entre el 68,8% de 2014 y el máximo de más del 78% de 2018. Solo en 2018, Hacienda ingresó más de 286 millones de euros por sentencias por delito fiscal, un 56% más que el año anterior, la mayor cifra de ingreso de la serie histórica y el doble que la media de la década, que está en 143,7 millones.
Los que sí han caído drásticamente son los casos que Hacienda lleva a los tribunales por delito fiscal. En 2011, en plena crisis, fueron más de 1.000 las denuncias. En 2018, solo 177. Los casos que tienen sentencia ahora son de hace años. Borja Thyssen, por ejemplo, fue denunciado en 2013. Xabi Alonso, en 2016, después del archivo inicial por parte de la Fiscalía. Significativamente, el caso de Jorge Lorenzo, al que Hacienda considera un contribuyente español, ya no ha ido a la vía penal pese a que le reclama más de 40 millones. Abogados como Albiñana y Sagardoy también ganaron las primeras denuncias por delito fiscal y cegaron esa vía al resto de letrados investigados por usar sociedades.
Hacienda atribuye la caída de denuncias a la actividad económica. A partir de 2008, se hundieron los beneficios de los contribuyentes y especialmente del sector inmobiliario. «Hay que tener en cuenta que los expedientes de delito son expedientes complejos cuyo procedimiento inspector tiene una larga duración, pudiendo existir un decalaje de cinco o seis años, entre el periodo de la operación y la fecha de la denuncia, por lo que las denuncias que se han venido efectuando en los últimos años son denuncias de años afectados por la crisis, en gran medida». Es decir, que no hay ninguna directriz sino que el ciclo económico las ha tumbado.
La Agencia Tributaria también señala que ha habido cambios de conducta: tras ver que las acusaciones iban en serio, muchos contribuyentes han regularizado antes de verse salpicados y han aflorado rentas ocultas. En el sector, se cuenta el caso de un millonario empresario que, viéndose amenazado, y tras perder varios kilos y llevar tiempo sin dormir, presentó a la Agencia Tributaria una colección de arte que tenía oculta y de la que esta no tenía ni idea.
Fuente: Elconfidencial.com (17/12/19) Pixabay.com