Es divertida, relajada y audaz. Tel Aviv es joven –sólo 105 años– y aún está dando el estirón. La Ciudad Blanca, patrimonio de la Humanidad desde 2003 por sus 4.000 edificios de estilo Bauhaus, disfruta de un vibrante proceso de transformación que se ha convertido en un reclamo para los inversores internacionales. Así lo refleja el informe Candy GPS, que la destaca como una de las ciudades con mayor potencial de crecimiento de los precios inmobiliarios. El estudio, basado en datos de Savills World Research, sitúa a la ciudad israelí, junto con Melbourne, a la cabeza de capitales alternativas a las consideradas prime, como Londres y Nueva York, que empiezan a ajustar sus precios. Los clientes de patrimonios muy elevados buscan localidades no habituales para aumentar sus carteras inmobiliarias.
Tel Aviv empezó a crecer con la modestia de los inmigrantes que huían de Europa, y ahora ha descubierto el lujo arquitectónico. Pero es un lujo que sigue marcado por la Bauhaus, un estilo basado en la simplicidad y la ausencia de adornos, que llegó importado de Alemania en los años 30. Arquitectos seguidores de Gropius, Mayer y Mies Van der Rohe adaptaron las líneas rectas y las esquinas redondeadas a casas levantadas con la urgencia de acoger a la creciente población.
La precariedad de los materiales con los que se construyó, la rapidez, el salitre del mar y el calor han maltratado muchos de los edificios, que ahora viven un proceso de rehabilitación. Arquitectos como Gidi Bar Orian y su esposa Tal están haciendo una gran labor de recuperación de ese patrimonio.
Tel Aviv creció a lo ancho durante décadas, pero descubrió la altura con el padre del skyline de la ciudad, el recientemente fallecido Abraham Yaski, que levantó, entre otras, las tres torres Azrieli, uno de los focos comerciales más activos.
Esta nueva vida del lujo en vertical sigue a toda máquina. Buena prueba de ello es la torre residencial de Richard Meier, premio Pritzker de arquitectura, en la que el precio de los apartamentos se sitúa a partir de 7,3 millones de euros y los áticos rondan los 40 millones de euros, con zonas comunes como piscina, cóctel bar y sala de cine privado. El Meier-on- Rothschild (toma el nombre del animado bulevar del mismo nombre) tendrá 42 plantas, y ofrece 140 apartamentos. Ya se le conoce como el One Hyde Park de Tel Aviv.
El paseo de los millones
Uno de los pasatiempos es caminar por la calle Herbert Samuel –aquí la llaman Tayelet, el paseo marítimo–, llena de cafés y restaurantes. En el número 10 se alza otro de los proyectos inmobiliarios más exclusivos: David Promenade Residences.
Entre el Hotel Hilton y el David Intercontinental se alzan dos torres de 26 plantas: una es el hotel Kempinski, y la otra, apartamentos de lujo. Una pasarela de cristal en forma de cubo conecta las dos torres. En las residencias, las plantas de la 20 a la 25 serán dúplex. Los servicios comunes incluyen gimnasio, piscina y spa.
El arquitecto Yehuda Feigin y sus hijos Dov y Yoel son los autores del edificio –y del nuevo Waldorf Astoria de Jerusalén–, y el interiorismo es obra del estudio británico ARA Design Consultants. El resultado: un edificio de ensueño mirando al mar.
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