Las cosas se están poniendo muy feas en el este de Europa y, como tantas veces antes que esta en los últimos 70 años, la protagonista es Rusia. La escalada de tensiones con Ucrania en el ojo del huracán tiene notas añejas, de una Guerra Fría que parecía derretida hace tiempo, pero que el Gobierno de Vladimir Putin se empeña en volver a pasar por la nevera de vez en cuando.
El asunto está tomando tintes oscuros –España incluso se ha ofrecido a desplegar cazas de combate en Bulgaria como medida disuasoria– y Estados Unidos ya ha advertido a la Federación Rusa: si sus hombres ponen un pie en Ucrania, activará sanciones económicas y financieras que incluyen restricciones para el comercio internacional entre ambas potencias, con un importante flujo de tecnología de Norteamérica a Rusia.
Estados Unidos es uno de los principales proveedores de tecnología de Rusia, tanto de consumo como profesional e industrial. De hecho, según datos del Gobierno de EEUU, en 2020 su principal exportación a la Federación Rusa fue maquinaria y equipos tecnológicos, incluidos dispositivos electrónicos, por valor de casi 1.500 millones de dólares, seguida de productos químicos, equipos de transporte -vehículos y aeronaves- e instrumentos ópticos y médicos.
En total, las compras de productos norteamericanos por parte de Moscú alcanzaron los 4.900 millones de dólares en 2020, a los que habría que sumar unos 5.000 millones más en importación de servicios estadounidenses, principalmente financieros, de viajes y propiedad intelectual. Además, las sanciones podrían acarrear que Rusia dejase de percibir casi 17.000 millones de dólares anuales de EEUU, principalmente por la compra de minerales, metales semipreciosos y metales comunes.
Perder a la UE sería peor
No obstante, las sanciones comerciales de Estados Unidos no serían el mayor dolor de cabeza para Rusia, ya que en términos globales la Unión Europea tiene mucho más peso en el balance de sus transacciones internacionales, y Bruselas también ha amenazado al Gobierno de Putin con penalizaciones comerciales si emprende acciones hostiles contra Ucrania. De hecho, la UE, en conjunto, es el mayor socio comercial de la Federación Rusa, por delante incluso de China.
“Para ser claros: queremos diálogo. Queremos que los conflictos sean resueltos en los organismos pensados para ello. Pero si la situación se deteriora, si hay nuevos ataques sobre la integridad territorial de Ucrania, responderemos con sanciones económicas y financieras masivas”, ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien, además, ha recordado al Gobierno de Putin que “la UE es, de lejos, el mayor socio comercial de Rusia y, también de lejos, su mayor inversor. Esta relación comercial es importante para nosotros, pero lo es mucho más para Rusia”.
Alemania, por ejemplo, es el segundo proveedor de más importante de la Federación Rusa, Italia el cuarto y Francia el sexto, mientras que los países que más materias y productos le compran son, después de China, Países Bajos y Alemania, según datos del portal Santander Trade Markets.
La papeleta tecnológica, además, la puede solventar mal que bien recurriendo a su principal socio comercial desde hace tiempo, China, país del que proceden el 22% de todas las importaciones de Rusia. Aunque está por ver si el país asiático podría proveer a los rusos de algunos componentes de alta tecnología que sólo fabrican Estados Unidos y sus aliados.
Problema energético para la UE
Las sanciones económicas de la Unión Europea a Rusia pueden suponer un varapalo económico para el país eslavo, pero también serían un importante problema para el Viejo Continente en el apartado energético, ya que el 40% de todo el gas que importa la UE y el 26% del petroleo que compra provienen de la Federación Rusa, según datos oficiales de la Comisión Europea. De hecho, Moscú es el principal proveedor de gas de Europa.
La dependencia de la Unión Europea de la energía rusa es tal que el conflicto, diplomático o armado, entre los países occidentales y Moscú podría ahondar en la crisis energética que padece el el Viejo Continente y conducirlo a una escasez sin precedentes en la Historia reciente. Y es que el gas natural es la fuente de una quinta parte de la electricidad que se produce en Europa.
Esta dependencia energética de la UE con Rusia es especialmente importante en Alemania, tal y como explica en este artículo El País, ya que los germanos están a punto de cerrar sus últimas centrales nucleares y han sido obligados a quemar menos carbón para dejar de emitir CO2. Por eso, Berlín se ha mostrado reticente a amenazar a Rusia hasta hace poco, y se ha comprometido a agotar todas las vías diplomáticas antes de pensar en sanciones.
Fuente: xataka.com (21/1/22) pixabay.com