Cuando llega a casa el recibo telefónico es fácil comprobarlo. Recordar si llamé a ese número de tarificación adicional o si esa llamada de dos horas con mi pareja desde el extranjero efectivamente se produjo. Y si no tuvieron lugar es fácil y rápido quejarse al operador telefónico correspondiente. Pero con la factura de la luz esto no ocurre eso. Lo único que queda en las manos del particular es reducir su consumo, pero en general se desconoce qué es lo que dispara el dispendio eléctrico. ¿Si puse tres lavadoras en lugar de una cuánto me sube el recibo? ¿Cuánto gasto si preparo un pescado al horno en lugar de freírlo? ¿Por qué no para de subir mi recibo de la luz?
La factura energética se mueve en una nebulosa. No solo porque en ella se incluyan impuestos y conceptos ajenos al consumidor, como la moratoria nuclear o las primas al carbón, sino porque el particular no tiene forma de demostrar que su consumo ha sido menor de lo que marca la compañía distribuidora de energía.
Para aclarar esta confusión el IDAE (Instituto para la Diversificacion y Ahorro de la Energía) estudió el comportamiento de los hogares españoles y su consumo energético durante un año. Descubrieron que una español medio consume 10.521 kWh al año (0,038 TJ) y que la mitad de todo ese gasto se lo lleva lleva la calefacción con un 47% del total. Otro 21,7% lo consumen los electrodomésticos, al calentar agua se gasta el 18,9%, cocinado el 7,4%, bombillas y flexos se llevan el 4,1% y el aire acondicionado un 0,8%.
La nevera, devoradora de electricidad
Entre los electrodomésticos, son los frigoríficos los que más consumen, con un 30,6% del total. Más incluso que la lavadora y el televisor juntos.
El resto de aparatos generan un gasto moderado. Los televisores consumen un 12,2%, las lavadoras un 11,8%, hornos (8,3%), ordenadores (7,4%), congeladores (6,1%), lavavajillas (6,1%), y secadoras (3,3%).
Vampiros silenciosos
El puntito rojo que nos avisa de que no hemos apagado el televisor, el famoso «stand by», o consumo en espera de los diferentes aparatos electrónicos, se comporta como un vampiro silencioso. Pese a que creemos que nuestros aparatos están apagados, en realidad siguen consumiendo. El dispendio eléctrico de los aparatos en «stand by» alcanzan casi al 7% del total, superando ampliamente a los consumos en refrigeración y equiparándose con los correspondientes a las lavadoras.
La humedad dispara el consumo
Para elaborar este estudio se examinó el consumo de 200 hogares en tres zonas climáticas diferentes —200 en la zona mediterránea, 200 en un área continental y otros 200 en la costa atlántica—. Las diferencias de gasto son notables.
Por ejemplo, se ha descubierto que en la zona Mediterránea (los archipiélagos y el Levante) el consumo de los electrodomésticos. En primer lugar por de un mayor equipamiento electrodoméstico, en segundo lugar por la alta humedad presente en su climatología, que determina un mayor consumo eléctrico en los ciclos termodinámicos.
En la cara opuesta, las regiones continentales, como Madrid y las dos Castillas el consumo energético se dispara. Es un 27% superior a la media nacional motivado sobre todo por los contrastes térmicos estacionales. Hace mucho frío en invierno y mucho calor en verano. Por eso, el 55% del consumo total de un hogar en estas zonas se lo lleva la calefacción.
Fuente: Abc.es (3/2/14)
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