La Sagrada Família mira al 2026. Ese año, el del centenario de la muerte de Antoni Gaudí, está señalado en el calendario de los responsables institucionales del templo como el de la finalización de las obras, que arrancaron en 1882, aunque los técnicos se muestran más cautos y no se atreven a fijar una fecha. Sea como fuere, la basílica no se acabará en la fachada de la Gloria, que será la última gran pieza del edificio que se ejecutará después de que se alcen las torres centrales y se edifiquen las dos sacristías. Hay un elemento más que, a juicio de la junta constructora, es vital para el conjunto: un acceso monumental al futuro pórtico principal, que sobrevolará la calle Mallorca y que, a modo de paseo, se prolongará hasta la Diagonal. Esta gran zona verde, prevista en la planificación urbana vigente en Barcelona, obligaría a expropiar centenares de viviendas y comercios, y a derribar prácticamente dos manzanas. Su complejidad y, especialmente, su elevado coste, ha mantenido esta actuación en el aire. Xavier Trias está decidido a desencallarla durante este mandato. Aunque no le será fácil. Su predecesor en el cargo, Jordi Hereu, ya lo intentó y no lo logró. El alcalde se ha propuesto al menos alcanzar un acuerdo, que incluya a la Sagrada Família y a los vecinos, que siente las bases de cómo se llevará a cabo esta transformación y –aspecto fundamental– cómo se financiará. Por el momento, Trias ha puesto una condición: que la junta constructora asuma el coste de las expropiaciones, algo que Hereu ya planteó y a lo que los responsables de la basílica, que ahora tienen nuevo presidente delegado –Esteve Camps– aún no han dado una respuesta oficial.
Extraoficialmente, las dos partes se reunieron varias veces para abordar la cuestión cuando Hereu era alcalde y Joan Rigol presidente delegado de la junta. La oportunidad de acordar la construcción del acceso a la basílica surgió a raíz de las discusiones sobre el trazado del túnel del AVE bajo la calle Mallorca, al que la Sagrada Família se opuso frontalmente. Rigol planteó en ese momento la posibilidad de desviar la galería del tren hacia los edificios de viviendas que hay frente al templo. Y fue entonces cuando el Ayuntamiento ofreció buscar una solución que permitiera resolver, al mismo tiempo, la actuación ferroviaria y la de la futura entrada principal a la basílica, que los responsables de la Sagrada Família tratan de asegurar desde hace muchos años. La empresa municipal Proeixample recibió el encargo de estudiar las magnitudes de la afectación y su coste. Para ello, tomó referencia el área afectada según el Plan General Metropolitano (PGM), que señala una franja de 60 metros de ancho hasta la calle Aragó (véase el gráfico inferior).
Según ha podido saber La Vanguardia, la Sagrada Família llegó a ofrecer 30 millones de euros para sufragar las expropiaciones, una cifra que el Ayuntamiento consideró insuficiente. Sólo los inmuebles que dan a Mallorca y al pasaje de la Font construidos por Núñez y Navarro que albergan 99 viviendas, además de despachos, locales comerciales y cuatro plantas de aparcamiento, ya valen más, se alegó entonces. Y habría que añadir los otros edificios, en su mayoría de poca altura y algunos bastante deteriorados hasta llegar a Aragó. La solución pasaba –y hoy por hoy sigue siendo la única que hay encima de la mesa– por introducir en la operación otros terrenos, en los que se construirían los edificios para realojar a los expropiados. En la manzana adjunta –la de Mallorca/Marina/Lepanto/Valencia– hay un solar de Aigües de Barcelona sobre el que el Ayuntamiento tiene una opción de compra. Allí cabrían todos los afectados, según los estudios de Proeixample. El municipio adquiriría estos terrenos y los cedería a la Sagrada Família para que edificase las nuevas viviendas. El grueso de la expropiación se saldaría con este realojo, según las fuentes consultadas. Las dos partes, a pesar de que hasta ahora no se han puesto de acuerdo, consideran que la expropiación es económicamente viable, ya que habría que considerar la posibilidad de explotar el suelo resultante. Bajo el gran paseo frente a la Sagrada Família podría construirse un aparcamiento que reportaría ingresos adicionales. En este sentido, se entienden las recientes declaraciones del alcalde Trias en favor de la construcción de este parking para solucionar el problema de los autocares turísticos en la zona. La cuadratura de toda la operación urbanística se cerraría con la instalación de comercios –se apunta incluso una galería en el subsuelo o en la zona bajo la escalera de acceso– y de locales de restauración, que aprovecharían el tirón de la Sagrada Família, el monumento más visitado de Barcelona y que espera cerrar el año con 3,2 millones de entradas. Así, coinciden ambas partes, la transformación beneficiaría, en primer término, a la basílica, pero también a la ciudad.
El proyecto del acceso monumental a la fachada principal de la Sagrada Família conllevaría la construcción de una gran plataforma elevada cinco metros por encima de la calle Mallorca, según los planos que obran en poder de la junta constructora y del Ayuntamiento. Los vehículos y peatones podrían continuar circulando por esta vía, que no se deberá tocar, ya que la nave central se encuentra elevada respecto al nivel de la calle. Sobre esta cubierta se construiría una plaza pública de unos 45 metros de ancho que daría acceso al interior del templo y a la que se llegaría mediante una singular escalinata. El paseo aprovecharía el desnivel existente entre la Diagonal y el centro del templo, que es de unos 4 metros, para poder construir estas monumentales escaleras, que podrán tener diferentes tramos. Este proyecto no consta en ningún planeamiento vigente, por lo que, para llevarlo a cabo, habría que modificar el PGM.
La urbanización del paseo –que sí está previsto en el citado plan metropolitano– deberá resolver qué hacer con la parte trasera de algunos de los edificios que ahora dan a un interior de manzana y podrían tener fachada en este singular bulevar. Lo cierto es que, en contra de lo que muchos creen, la solución del paseo no era del agrado de Gaudí. En 1903 el arquitecto llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento, seguramente verbal, para que le permitiese llevar el edificio hasta la misma calle Mallorca, ampliando la nave central y abriendo una plaza elevada justo encima de la calzada. La escalinata –de la que sólo hay esbozos que los técnicos de la Sagrada Família aseguran fueron hechos por Gaudí aunque en el Ayuntamiento lo ponen en duda– pasaba, de esta manera, al solar de enfrente. En 1905, el arquitecto diseñó el entorno de la Sagrada Família, creando una gran plaza en forma de estrella de cuatro puntas con el templo en medio que ofrecía un juego de perspectivas ideal para contemplarlo a distancia. Este proyecto se incorporó al plan que redactó el urbanista francés Léon Jaussely para el Ayuntamiento y que debía conectar la trama del Eixample con los cascos históricos de los antiguos municipios del llano de Barcelona. Pero nunca se aplicó. La Casa Gran volvió a pedir propuestas a a Gaudí en 1916, que también desestimó y, en su lugar, planteó por primera vez el paseo de acceso hasta la Diagonal. Gaudí alegó que la superficie afectada por este último diseño era mayor que la de del suyo y, además, no permitía ver el templo desde las perspectivas más adecuadas. Con todo, este paseo no se llegó a desarrollar. El plan comarcal de 1953 tampoco lo recogió, por lo que las dos manzanas afectadas siguieron siendo edificables. Las que sí vieron la luz fueron la vía en diagonal desde el hospital de Sant Pau hasta el ábside del templo (la avenida Gaudí), y las dos plazas que ocupan sendas manzanas frente a las fachadas laterales: la de la Sagrada Família (1928), delante del pórtico de la Pasión, y la de Gaudí (1980), encarada a la del Nacimiento.
En este contexto hay otro caso singular. Núñez i Navarro promovió un edificio de viviendas en la calle Mallorca, justo delante de la futura fachada de la Gloria. El Ayuntamiento detuvo cautelarmente las obras en 1975 para estudiar si su edificación podía afectar al templo. La junta constructora alegó que allí mismo debía ir la gran escalinata que daría al pórtico principal. Un informe de la Comisión del Patrimonio Histórico Artístico del Ministerio de Educación y Ciencia desestimó esta observación de la Sagrada Família negando la autoría de Gaudí sobre este acceso y descartando daño alguno en el monumento. Así las cosas, los trabajos se reanudaron en 1976 tras recibir luz verde municipal. Lo curioso es que, ese mismo año, se aprobó el PGM, que afectó el terreno, si bien, en una disposición transitoria, reconoció los derechos de los inmuebles anteriores, este entre ellos. Y así hasta ahora.
Un bulevar tan ancho como el paseo de Gràcia
La zona afectada por el gran paseo que conduce a la fachada principal de la Sagrada Família, hoy edificada, está calificada como 17/6, que indica que es susceptible de convertirse en zona verde. Tiene una anchura de 60 metros –la misma que el paseo de Gràcia–, arranca en Mallorca y llega hasta Aragó, en la zona de la plaza Pablo Neruda, donde confluye con la Diagonal. Las dos franjas laterales de este espacio, hasta Sicília por un lado y Marina por el otro, en los que se mantendría la edificabilidad, tienen la consideración 14a, por lo que deben someterse a un plan especial de mejora. Por un lado, el límite, tal como está previsto, no coincide con el pasaje de la Font y por el otro no hay pasaje alguno. Así, deberán remodelarse los edificios para crear nuevas fachadas que den al gran pasillo verde central. Otra complicación para el proyecto.
http://www.lavanguardia.com/vida/20111002/54224874565/avenida-sagrada-familia.html
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