Estudió Derecho, trabajó para una empresa del sector de novias y decidió en 1995, una vez que tuvo a su único hijo, montar una tienda de vestidos de boda. Rosa Clará, nacida en Barcelona hace 55 años, recibe este lunes el premio a la mejor empresaria que concede cada año la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedepe).
¿Qué supone para usted recibir este premio a su trayectoria como empresaria?
Mucha alegría, porque las mujeres de mi generación somos el eslabón perdido, ya que estamos en medio de nuestras madres y de unos hijos independientes que pisan fuerte. Mi generación ha roto barreras, sobre todo en cuanto a discriminación, que en muchos puestos todavía existe, aunque yo tengo que reconocer que no la he sentido nunca. Supone el reconocimiento a una labor emprendedora. Soy un ejemplo de que quien quiere puede emprender.
“Todos los lunes tengo ofertas de compra”
A pesar de que su sector puede parecer de tul e ilusión, la empresaria reconoce que detrás de todas las grandes cifras que maneja el grupo Rosa Clará hay dedicación, empeño y muchos sacrificios. “He hecho lo que quería y no pienso si ha compensado o no. Antes no entendía que una persona no pudiera aprovechar las oportunidades profesionales que se le presentaban y que optara por cuidar de su familia. Hoy, lo entiendo. Lo importante es poder decidir lo que quieres”.
Señala además que nunca ha seguido un patrón de gestión. Ha sido mucho más practica: “Cuando subía un escalón me reafirmaba en él para subir al siguiente”. Aunque no habla de cifras económicas, asegura que la empresa da beneficios, pero todo se ha rein vertido en la compañía. “He sido ambiciosa en hacerla crecer”. Y reconoce que cada lunes recibe “ofertas de compra por parte de inversores”.
¿Por qué decidió dar ese paso?
Acababa de ser madre y decidí poner una tienda de novias. Mi vena empresarial salió por casualidad; a los seis meses iba muy bien la tienda, más tarde fuimos a una feria y lo vendimos todo, a pesar de que no teníamos medios para producir todo lo que habíamos vendido. Todo ha ido paso a paso, pero siempre tuve claro qué tipo de empresa quería montar.
¿Qué idea tenía?
Quería que fuera una empresa global, no quería deslocalizar la elaboración de los vestidos de novia. La empresa es global, con producto fabricado cien por cien en España. Otro acierto fue diversificar y lanzar otras líneas, además de las de novias, de fiesta. En estos momentos estamos presentes en 60 países, tenemos 146 tiendas, el 40% propias, el resto en régimen de franquicias; más de 3.500 puntos de ventas, oficinas en Canadá, Estados Unidos, México, Brasil, Francia, Portugal y Barcelona, además de crear 320 empleos directos y generar más de 1.200 indirectos. Tenemos centros de distribución en Barcelona y en Hong Kong. No estamos en China, pero todos los días estudiamos propuestas para entrar en este país.
¿Cómo aprendió a gestionar una empresa de esa magnitud?
Poco a poco y día a día. Afortunadamente todo se acaba aprendiendo en esta vida. Han sido 18 años de mucho esfuerzo, trabajo y dedicación, pero también he sabido rodearme de un buen equipo, que ha sido la base. Hasta este año no he tenido director general [Manuel Cano, 42 años]. He decidido que es el momento de comenzar a delegar.
Es bueno que las empresas se rejuvenezcan, que se enriquezcan con las aportaciones de gente más joven, mejor preparada y que pueda preparar a la compañía para afrontar los retos del futuro. No sé si mi hijo, que estudia arquitectura, seguirá mis pasos. No quiero forzar nada. Pero deseo que la empresa tenga continuidad.
¿Qué ha aportado al sector de novias?
Creo que he revolucionado el sector de las novias. Estaba muerto y le hemos dado la vuelta. Ahora somos un referente en el mundo porque hemos incorporado un nuevo concepto de novia, aquello de que menos es más. Hemos huido de los tejidos que parecían de plástico y apostado por la calidad, por los buenos materiales, por la buena confección. En definitiva, hemos hecho que las novias sigan las tendencias de moda, que se sientan maravillosas.
Todos los diseñadores de moda hacen ahora vestidos de novia. ¿Tiene mucha competencia?
Es un sector pequeño y hay muchos operadores. En España se casan 160.000 novias al año y nos las tenemos que repartir a nivel local, aunque las grandes empresas están en Estados Unidos y fabrican en China. Nosotros no competimos con ellas porque lo que ofrecemos es calidad, diseño y servicio.
¿Y Pronovias?
Competimos en el tipo de novia, pero no conozco lo que hacen, ni quiero. No hablo de mi competencia, no estoy atenta a lo que hacen, cada uno sigue su camino..
Habrá vivido momentos duros…
Prefiero guardármelos, pero los ha habido, como cuando salimos con la primera colección. Vendimos tanto que no teníamos dinero para sacarla adelante. Los ataques, que he recibido sin sentido, han sido muy duros. Estoy donde quiero. Parezco débil, pero no lo soy.
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