Los talibanes han retomado el control absoluto de Afganistán tras 20 años en la sombra. También de su economía, que registra el segundo nivel de vida más pobre de todo el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas.
Tras dos décadas alimentados por el tráfico de opio y los impuestos cobrados en el tránsito terrestre de mercancías —una economía sumergida que inyectaba entre 250 y 1.300 millones de euros anuales—, la victoria del grupo islamista sellada en Kabul hace poco más de una semana les cede el control de las reservas de recursos naturales del país ricas en cobre, bauxita y litio; una potencial fuente de ingresos que ya en 2010 el Pentágono de Estados Unidos valoró en un billón de dólares (casi un billón de euros).
Ubicado en el cinturón alpino, al sur de Eurasia, Afganistán está bien dotado de cobre, con unos 60 millones de toneladas, según un informe del Ministerio de Minas afgano de 2010, por un valor de más de 80.000 millones de euros a los precios actuales de la Bolsa de Metales de Londres.
La disposición de este metal y del resto de las reservas naturales sirve al Gobierno talibán para atraer a nuevos aliados (tras la retirada de las tropas estadounidenses y europeas) que ayuden a afrontar la factura de un país devastado por la violencia y una profunda corrupción, dos factores que frustraron las altas expectativas que mantenía EE UU para sacar provecho con la minería en el territorio asiático.
Con la evacuación exprés de los países occidentales y de sus misiones en Afganistán, los talibanes empiezan a formar un Ejecutivo —encabezado por su líder religioso, Hibatullah Akhundzada—, que previsiblemente no podrá contar ampliamente con la ayuda internacional, el grueso de los ingresos con los que se ha sostenido Afganistán en los últimos años. De acuerdo con el Banco Mundial, un 75% del presupuesto del Gobierno afgano en 2018 se cubrió con ayuda internacional, es decir, cerca de unos 7.000 millones de euros.
Pero el flujo de la ayuda al país dependen en gran medida de que la comunidad internacional reconozca a los talibanes como el Gobierno de Afganistán, algo que al menos la Unión Europea no tiene sobre la mesa, según avanzó ayer la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras la reunión del G7.
Sumado a estos recortes, la suspensión del envío de dólares al país y el bloqueo de sus reservas en Estados Unidos, por valor de 9,5 billones de dólares (unos 8.100 millones de euros), han acentuado la inestabilidad económica y la devaluación de la moneda del país, que ha caído un 7% en agosto, hasta rozar el cambio de un dólar por casi 100 afganíes.
De hecho, según la agencia crediticia Fitch Solutions, la economía afgana podría contraerse hasta un 20% en 2021 con la vuelta al poder de los talibanes.
Para contrarrestar el declive, el grupo islamista buscará introducir nuevos actores en el tablero geopolítico abandonado por EE UU, sobre todo a su antítesis, China, que ya ha expresado su voluntad de “profundizar las relaciones de cooperación” con Afganistán.
Se pausan 1.000 millones en ayudas futuras
Junto al no rotundo acerca del reconocimiento de los talibanes por parte de la Unión Europea, Bruselas afirmó ayer que se mantienen suspendidas las ayudas futuras para el desarrollo del país, por valor de 1.000 millones de euros, que estaban previstas para entregar entre 2021 y 2027.
Los fondos permanecerán paralizados hasta que el bloque comunitario tenga “sólidas garantías y acciones creíbles sobre el terreno” que demuestren que se están respetando los derechos fundamentales de la población afgana, en especial de mujeres y niños, según comentó ayer la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen. Sí se seguirá enviando la ayuda humanitaria, cuya cifra la UE cuadruplicó ayer hasta los 200 millones de euros para 2021.
Fuente: Cincodias.com (1/9/21) pixabay.com