En ciudades como Madrid y Barcelona el inquilino paga los honorarios de la agencia inmobiliaria al alquilar una vivienda, cuando en realidad el cliente es el propietario del inmueble. En cambio, en La Rioja o en Vigo se hace cargo el dueño del piso. En estas mismas ciudades o en otras ocurre también que, según la inmobiliaria donde se firme la operación, se cobra la mitad a cada una de las partes o una mensualidad íntegra al propietario y otra al inquilino.
¿A qué se debe tanta aleatoriedad y confusión? ¿Por qué es el ladrillo el único sector en el que contrata uno y paga otro? “En materia de honorarios rige el libre mercado y cada agente sigue un sistema de cobro en función de los usos y costumbres de cada lugar. En cada provincia se utilizan sistemas distintos de cobro, aunque eso no quita que cualquier agente pueda establecer su propio sistema”, argumenta Diego Galiano, presidente del Consejo General de Colegios de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de España.
Así de sencillo. Es la tradición de la ciudad en cuestión la que marca quién paga la comisión. “Gente que alquila en una zona geográfica en la que habitualmente se cobra al propietario y que se muda a otra en la que se cobra al inquilino no entiende el por qué y es por los usos y costumbres”, argumenta Fernando Rico de la Viesca, agente en Re/Max Urbe.
En las operaciones de compra de vivienda la regla es mucho más clara. El vendedor paga a la inmobiliaria, aunque al final traslade los honorarios al precio final. “Como no se ha sabido cómo repercutir ese coste al inquilino dentro del contrato, se ha llegado a la convención social de que es algo que tiene que pagar”, opina Pelayo de Salvador Morell, abogado del bufete de Salvador Real Estate Lawyer.
El lío no es solo para los inquilinos. Las agencias se preguntan si es una opción tratar al alquilado por debajo de sus expectativas y ofrecerle un peor servicio por el hecho de no ser su cliente. Mala decisión para un negocio que crece en función de las recomendaciones de personas satisfechas.
Hay otro razonamiento y es la situación del mercado. “Cuando hay demanda de viviendas los honorarios los cubre el inquilino, mientras que cuando hay sobreoferta se hace cargo el propietario”, explica Jesús Duque, vicepresidente de Alfa Inmobiliaria. Actualmente, “no existe mucho alquiler y el propietario tiene más fuerza que el inquilino, al haber más demanda que oferta”, añade Óscar Martínez, presidente de la Asociación Profesional de Expertos Inmobiliarios.
Así, las costumbres mandan en este sector en el que no existe una norma de cobro de honorarios, pero tampoco una regulación sobre quién puede realizar la actividad de intermediación (no se exigen requisitos de capacidad, titulación o colegiación).
Más pronto que tarde, el sector tendrá que adaptarse a la nueva realidad social. De hecho, son los propios inmobiliarios los que están alzando la voz para reclamar que las cosas cambien y que prime el sentido común.
Costumbre injusta
“Lo lógico sería que pagara siempre el propietario, que es quien contrata a la agencia para que le ofrezca un servicio y defienda sus intereses”, reclama José Luis Echeverría, socio y director de Expansión de Monopart. Para este agente es socialmente injusto e insolidario. “Nos compete a todos ayudar a nuestros jóvenes a acceder a la vivienda. Los propietarios y los agentes tenemos la oportunidad de cambiar las reglas del juego para dejar de penalizar económicamente a estudiantes, solteros y parejas jóvenes que inician su aventura en el mundo del hogar propio, máxime si ello no va a suponer para nosotros un perjuicio económico, sino todo lo contrario”.
Parte del sector considera que si esas comisiones al alquilado desaparecen, este aceptaría la renta ofertada sin negociarla puesto que los beneficios en el corto plazo (no pagar una mensualidad a fondo perdido) pesarán más que la rebaja media del 7,5% en la renta que suele obtener. Además, “cuando los honorarios los pagan los dueños los pisos se alquilan antes y con que se arrienden un mes antes, al final al propietario los honorarios le han salido gratis”, advierte Duque.
El motivo de que una parte del sector se haya quedado algo anticuado es que hasta hace poco el alquiler era el patito feo para las agencias inmobiliarias. “Durante muchos años los servicios que hemos ofertado a nuestros clientes han sido mal desarrollados y poco competitivos. Muchas inmobiliarias se limitaban a poner un cartel, hacer unas fotos y colocar algún anuncio en portales gratuitos y en su escaparate”, critica Alberto Murcia, vicepresidente de Aegi, la patronal de las empresas de gestión inmobiliaria.
Tras el pinchazo de la burbuja, la comercialización del alquiler se ha convertido para muchos en la principal y única fuente de ingresos. Tanto es así que han abierto, casi hasta el infinito, el abanico de servicios para las dos partes: verificación de las cargas que tiene el inmueble que se alquila por si pudieran afectar al inquilino; asesoramiento legal previo a la redacción del contrato para no incurrir en cláusulas abusivas o nulas; asesoramiento fiscal sobre la repercusión del alquiler en la renta del propietario; ingreso de la fianza en el organismo competente… Un servicio que empieza a crecer en España, y por el que apuesta la patronal Aegi, es la gestión integral del alquiler. Tiene un coste mensual para el casero que ronda entre el 8% y el 10% de la renta mensual, explica Murcia.
Con esta percha, ya hay muchas agencias –y a corto plazo serán más–, que están pidiendo una mensualidad a cada parte. “La tendencia es cobrar el equivalente a una mensualidad al propietario y otra al inquilino, cuando a ambos les estamos prestando un servicio”, dice el responsable de Formación de Look & Find, Jorge Torrent.
Preparen el bolsillo porque el pago por duplicado está de moda.
Fuente: Elpais.es (6/3/16)
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