Los extranjeros que quieren obtener la nacionalidad española han de exhibir conocimientos cada vez más amplios. A las preguntas de cultura general que deben responder desde hace unos cuantos años en algunos registros civiles —como el de Barcelona— se han sumado, en las últimas semanas, cuestiones de tipo lingüístico. “Presente de indicativo del verbo oír”; “Las palabras esdrújulas, ¿llevan tilde?”; “participio del verbo amar”; Qué significa el prefijo hidro?” son algunas de las que se han repetido en los exámenes, que también incorporan, como los de las autoescuelas, una suerte de preguntas trampa: “¿Qué río une Barcelona y Madrid?”
La ley estatal que regula el acceso a la nacionalidad no contempla, hoy por hoy, que los extranjeros tengan que ser sometidos, obligatoriamente, a un test. Tampoco lo prohíbe. Sí prevé, sin embargo, que las autoridades valoren de alguna forma su grado de integración en el país. Y algunos jueces encargados de los registros civiles provinciales han decidido, desde hace tiempo, someterles a una breve prueba escrita con preguntas de todo tipo: geografía, organización del Estado, historia, cultura general o lengua.
La iniciativa indigna a los profesionales que trabajan con el colectivo. “No se trata de valorar el nivel cultural de cada uno, sino su integración. No podemos confundirlo”, protesta Olga Hernández, miembro de la Asociación Catalana de Profesionales de la Extranjería (ACPE), que de tanto en cuando recoge y actualiza las preguntas de los test. Ya han recopilado más de 200 cuestiones a las que han dado respuesta para ayudar a los inmigrantes a pasar la prueba.
Preguntas a los aspirantes
Geografía.“Cinco islas de España”. ““Tres comarcas de Cataluña”. “Cinco ciudades del norte y cinco del sur”. “Qué provincias componen Andalucía?” “Nombre de tres comunidades uniprovinciales”. “Dónde están Cádiz, Pamplona, Oviedo?”
Organización del Estado.“¿Cuál es el día de la Constitución?” “Defina el artículo 149 de la Constitución. ¿Qué dice?” «¿Cuándo se celebran las elecciones municipales?” “Funciones del jefe del Estado” “Funciones de los delegados del Gobierno”. “Nombre de la princesa de Asturias”. “Presidente de la Federación de Municipios”.
Historia de España.“Nombrar cinco Reyes de España”. “¿Quién ganó la Guerra Civil?” “¿Desde qué año está la capital de España en Madrid?”
Cultura general de España.“¿Cómo se celebran las fiestas en España?” “Explicar en qué consisten la tortilla de patatas, el cocido madrileño y la paella valenciana”. “Ingredientes de la paella”. “Cita tres escritores de la posguerra”. “Tres novelas que hayas leído”. “¿Qué es Adif?” “Nombre del director general de la policía”. “Yacimientos arqueológicos de España”. “Secretario general de Podemos”. “¿Sabe quién es Bárcenas?”
Preguntas ‘trampa’. “¿Quién decide la educación de los hijos, el padre o la madre?” “¿Qué impuestos han de pagar los extranjeros?” “¿Se reúne más con los amigos extranjeros o con los españoles?” “¿Qué río comunica Barcelona y Madrid?”
“Muchos aún no saben que han de responder un test. Aunque no les ponen un límite de tiempo, lo pasan mal, empiezan a sudar…” relata Hernández. Las preguntas remiten a la memoria del aula, a la tensión de los exámenes escolares por sorpresa. “Tres ríos de la meseta castellana”; “nombre tres comunidades autónomas uniprovinciales”; “¿en qué ciudades se encuentran los museos Guggenheim, Picasso y Thyssen?” son algunas de las preguntas que más se han repetido en las últimas semanas en los registros de Barcelona.
Otras preguntas parecen más dirigidas a alguien que prepara oposiciones para ser funcionario público. O fiscal o magistrado. Los extranjeros no solo han de conocer los usos y costumbres del país, sino también sus leyes e instituciones. “¿Cuál es la función de los delegados del Gobierno?” “Defina el artículo 149 de la Constitución Española. ¿Qué dice?”. “¿Cuándo se celebran elecciones municipales?”
Los extranjeros, dicen los abogados, acostumbran a suspender el examen. Y eso pesa, denuncia Hernández, a la hora de valorar su integración y conceder (o denegar) la nacionalidad. El anteproyecto de ley de reforma integral de los registros sí prevé que, en el futuro, los aspirantes deban superar un examen oficial. Organizaciones como ACPE consideran que el hecho de someterlos ahora a preguntas de cierto grado de dificultad es “injusto y arbitrario” y no permiten, de hecho, medir el grado de integración de la persona extranjera. “Me gustaría saber si un español aprobaría ese test”, recalca Hernández.
Los exámenes suelen contener entre 10 y 15 cuestiones e incluyen, en ocasiones, preguntas trampa. ACPE ha detectado algunas de ellas: “¿Quién decide la educación de los hijos, el padre o la madre?” o “¿qué impuestos han de pagar los extranjeros en España?”, sugiriendo, falsamente, que hay tributos específicos para ellos por su condición de foráneos. Más allá del test, las autoridades valoran el grado de integración de los aspirantes preguntándoles si tienen más relación con amigos españoles o compatriotas, cuáles son sus motivaciones para vivir en España o qué cree que puede aportar al país.
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