Seis de la mañana: despertador, ducha y café. Una cápsula a la máquina y listo en medio minuto. Cada vez son más los que tienen en casa, para el desayuno o cualquier otro momento del día, cafeteras con el sistema de monodosis, rápido, limpio y cómodo para el usuario. ¿Todo ventajas? No para el medio ambiente. Las cápsulas son un desperdicio que con los métodos tradicionales para hacer café no se genera. Ante esta problemática y a petición de los clientes con conciencia ecológica, las marcas están desarrollando mecanismos para minimizar el impacto ambiental. Unas han optado por investigar y desarrollar materiales biodegradables, otras por crear redes de reciclaje propias, todavía poco desarrolladas pero en expansión.
Las cápsulas de café no son consideradas envases según la Ley de envases y Residuos. “Esto se debe a que la capsula es indivisible del producto que contienen. Por este motivo, no entra dentro de la cadena de reciclaje de envases como las botellas, latas o bricks que se depositan en el contenedor amarillo sino que tiene que hacerse por otras vías”, confirman desde Ecoembes. Por eso, algunas compañías han puesto en marcha programas de recogida y reciclaje de este producto. Es el caso de Nespresso y Dolce Gusto, ambas de Nestlé.
Desde febrero de 2011, se empezaron a instalar en Barcelona puntos limpios para reciclar cápsulas Dolce Gusto. Todavía hay pocos contenedores en la geografía española, en torno a 150, la mayoría en la capital catalana, Bilbao, Valencia y Sevilla. “Es un proceso creciente, nuestro plan es que haya en Madrid a finales de este año o principios del que viene”, explica Carles Monsó, representante de la marca. Esta es, de momento, la única vía para que los usuarios puedan retornar los envases usados y es una práctica que todavía necesita de recorrido tanto por parte de la compañía, desarrollando más su red de recogida, como de los usuarios.
En este sentido, Nespresso le lleva ventaja. Empezó su programa de reciclaje en diciembre de 2009 y ya cuenta con 770 puntos de recogida en España, entre ellos sus 36 tiendas, a las que los clientes pueden llevar las cápsulas usadas. “Es el punto de recogida que más me gusta porque hay vídeos en los que se explica el proceso”, dice Jaime de la Rica, director de marketing de la firma. “Reciclamos tanto el aluminio, como el café. Pero una buena red es fundamental e intentamos innovar para aumentarla”, detalla. De momento, la compañía asegura que tiene capacidad para reciclar el 75% de las cápsulas que vende, un objetivo que ha cumplido un año antes de lo previsto, pero no confirma el volumen que realmente los clientes retornan.
Las marcas se resisten a aportar datos del porcentaje de cápsulas que se reciclan del total vendidas. La Organización de Consumidores de España (OCU) hizo un estudio entre sus socios el pasado noviembre para comprobar qué hacían con sus Nespresso. Solo un 18% manifestó que las llevaba a la tienda cuando iban a comprar nuevas. El 73% reconoció que las tiraba a la basura, mientras que el 9% dijo que hacía “otras cosas” con ellas.
Sean muchas o pocas, el proceso está en marcha y con intención de expandirse, según expresan las marcas que animan a cualquier usuario a buscar su punto limpio más cercano para una gestión de este desecho respetuosa con el medio ambiente. Pero, ¿qué hacen las empresas con esos materiales? Ambas separan los materiales plásticos o el aluminio, respectivamente, del café. Los primeros se reciclan en plantas especializadas en estos materiales. El plástico de Dolce Gusto, sirve, por ejemplo, para la fabricación de mobiliario urbano como bancos o papeleras. “Y estamos explorando vías alternativas para darles una segunda vida como barreras sonoras en las autopistas”, añade Monsó.
¿Qué pasa con el café? También se recicla. Los posos sirven para hacer compost para plantas. Ambas compañías lo hacen, aunque el uso final es distinto. Mientras que Dolce Gusto lo comercializa, Nespresso da el abono a productores de arroz del Delta del Ebro a los que les compran la cosecha completa para donarla a la Federación Española de Bancos de Alimentos. En 2011, donaron 50 toneladas de arroz, y en 2012, 68. Una cantidad que esperan superar en 2013.
Pero el reciclaje no es la única alternativa para evitar el impacto ambiental de las cápsulas. Las Senseo, de Marcilla, se fabrican con papel de filtro tradicional. Por este motivo, se pueden tirar en los contenedores para desechos orgánicos. Pero solo las de café, porque las que contienen leche “tienen una estructura interna de plástico (polipropileno). Este plástico por sí mismo es reciclable, pero al mezclarse con restos de café y filtro no puede desecharse en el contenedor de plástico”, explican fuentes de la compañía.
En esta línea, la marca Ethical Coffee Company, comercializa unas cápsulas biodegradables 100%, compatibles con las cafeteras Nespresso. Puede que el café no sepa igual, pero una vez usadas se pueden tirar con los restos del pescado y la cáscara de plátano.
Una alternativa para aquellos amantes del café con una máquina en casa cuya marca no recicle las cápsulas (por ejemplo, Digrato, de El Corte Inglés, no tiene ningún programa en este sentido) es extraer el café para utilizarlo como abono casero para las plantas acidófilas, como las rosas, arándanos, azaleas u hortensias, a las que el café les aporta potasio, magnesio y nitrógeno. La sabiduría popular dice que los posos, además, sirven para desatascar tuberías.
Una vez vaciadas hay quienes le han echado imaginación y reutilizan las cápsulas para manualidades. Sobre todo las Nespresso, que por su maleabilidad y colores son utilizadas para fabricar joyas artesanalmente. En la red abundan los tutoriales y las ideas para reutilizar estas cápsulas. Aplastadas sirven para hacer pendientes, colgantes o broches. La marca Blancier Handmade Watches ha ido un paso más allá y vende (a un precio que no está al alcance de cualquier bolsillo), relojes ‘Grand Cru’, cuya esfera es una cápsula Nespresso.
Con todo, pese a las buenas intenciones de las marcas y los usuarios, así como de los más mañosos, todavía queda mucho camino por recorrer para que el café recién hecho de la mañana perjudique lo menos posible al medio ambiente. El camino se está haciendo, ahora falta transitarlo… hasta el punto limpio más cercano.
Fuente: Elpais.com (12/9/13)
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