Como otras reputadas empresas suecas, la marca Volvo tuvo su origen en la industria del acero, que fue el principal motor económico del país en el pasado siglo. Sin embargo, su nombre nada tiene que ver con la cultura nórdica, ya que proviene del latín, una lengua clásica en la que volvo quiere decir ‘yo ruedo’.
De hecho, este nombre fue escogido para comercializar un tipo especial de rodamientos del fabricante sueco SKF. Fue la empresa matriz de la industria de automóviles que se generaría después en su seno.
Con el objetivo de diversificar sus productos, lo que inicialmente era un proveedor metalúrgico y de componentes se lanzó a la aventura de diseñar, fabricar y vender automóviles.
El 14 de abril de 1927 salía el primer coche Volvo de una sencilla cadena de montaje instalada en un pequeño taller en Lundby, un barrio de la ciudad sueca de Gotemburgo. Este primer modelo de la casa fue el ÖV4 descapotable, rápidamente apodado como ‘Jakob’, que llevaba un motor 2.0 de cuatro cilindros y 28 CV de potencia.
Del ÖV4 derivó una versión industrial con formato de camioneta (ÖV4 TV), dando pie a otra importante rama de la empresa. Los vehículos industriales y camiones también han contribuido de forma importante a hacer mundialmente famosa a esta marca. Sin olvidar el tercer pilar del poderoso grupo industrial, Volvo Penta, que es otra división dedicada a producir motores marinos y generadores de energía.
El origen del logo de Volvo
Cuando el primer modelo ÖV4 salió de la fábrica, ya lucía en su calandra el logotipo que han exhibido hasta hoy en su frontal los automóviles de Volvo. Su origen se pierde en la noche de los tiempos, puesto que proviene de la mitología romana, que simbolizaba mediante un círculo y una flecha a Marte.
Además de asociarse tradicionalmente a la virilidad, fue elegido por Volvo para transmitir la fuerza de las armas de hierro que caracterizaban en el ideario romano al dios de la guerra.
Al cabo de los años, los coches Volvo fueron adquiriendo una gran reputación por su gran robustez y fiabilidad. Eran vehículos capaces de desenvolverse sin fallar en los climas más fríos y no se averiaban con facilidad.
Los modelos posteriores se fueron perfeccionando en calidad y tecnología, al tiempo que crecía el prestigio de la marca. Hasta que llegó en 1944 el PV44, el primer Volvo de la era moderna y tan conseguido que se mantuvo en producción hasta los años sesenta.
Este coche sirvió para que la fama de Volvo diera el salto hasta el otro lado del Atlántico. Allí cosechó tal éxito que, en 1963, animó a la marca a inaugurar una fábrica en Halifax (Canadá). Fue la primera factoría extranjera que se estableció en suelo americano.
El coche de ‘El Santo‘
Otro aspecto relevante en la historia de Volvo han sido sus avances en materia de seguridad, siendo pionera en la investigación de este campo y en las primeras pruebas de choque. Y uno de sus logros más importantes lo obtuvo en 1959. Ese año, Volvo patentó el cinturón de seguridad de tres puntos para el modelo PV544, un elemento de seguridad imprescindible. Desde entonces se generalizó en todos los coches, haciéndose obligatorio y salvando millones de vidas.
Entre todos los Volvo, sin duda el que se ha hecho más famoso para el gran público ha sido el P1800 de 1961, un bello cupé diseñado por el genial italiano Pietro Frua. Y la razón fue que, además de su innegable estilo, este deportivo fue el elegido para el personaje televisivo Simon Templar, ‘El Santo’. Roger Moore lo interpretó con gran éxito en una famosa serie emitida en aquella década.
Tras haber pertenecido a Ford entre los años 1999 y 2009, ahora Volvo está integrada en el grupo chino Geely. Es una de las marcas más avanzadas en cuanto a electrificación, conservando en sus actuales modelos el plus de calidad y seguridad que la han hecho famosa. Y este mismo año llegará a España su nueva división especializada en coches electrificados de altas prestaciones, que opera bajo la marca Polestar.
Fuente: elpais.com (17/4/22)
