Once de la mañana. Carretera N-420, en el cruce de Les Borges del Camp, una intersección donde se han producido en los últimos años muchos accidentes de tráfico. Un agente de los Mossos d’Esquadra en el arcén de la carretera. Parece un topógrafo si no fuera por el uniforme. Delante de él un trípode con un aparato encima, como si fuera para realizar mediciones de la carretera. Pero en realidad es una pistola-radar, un aparato que desde hace ya unos meses utiliza la Policía Autonómica.
Este tipo de radar, mucho más sofisticado, es parecido al que vemos en las películas americanas, donde un agente ‘apunta’ con el dispositivo a un vehículo para controlar la velocidad. Pero en España, según la normativa, este aparato tiene que estar clavado a un punto fijo. Y todo por cuestiones de precisión en la medición.
Este nuevo tipo de láser se puede poner en cualquier punto. Por ello, es idóneo instalarlo en los lugares donde es difícil aparcar un vehículo –el coche radar–, en carreteras con muchas curvas y especialmente en los tramos urbanos, lugares no factibles para los radares habituales. Por ello, estos controles de velocidad se pueden encontrar por ejemplo en la carretera TV-7211, en la rotonda de acceso al Col·legi Turó de Constantí, en la que hay a la salida de la A-7 en Salou o en la de Les Gavarres.
El dispositivo está compuesto por la cámara fotográfica, una batería y una pantalla digital. El agente enfoca el láser –se ve por el objetivo pero desde el exterior no se percibe– al punto donde se quiere controlar –en el caso de Les Borges, una curva–, situado a un máximo de 120 metros, que es lo que marca el fabricante. Y ya está listo.
En este punto de la N-420, la velocidad está limitada a 60, y el margen que obligatoriamente tienen que poner los Mossos es de siete km/h por encima como mínimo. En ese caso, estaba marcado a 88. En media hora siete vehículos habían sobrepasado dicha velocidad. El policía, cuando en la pantalla le salta la foto del infractor, lo comunica al vehículo encargado de notificar la multa al infractor, que está situado a unos 500 metros.
Cuando el agente llega a la comisaría, el aparato descarga las infracciones y las fotos, que se envían al Servei Català de Trànsit (SCT) para que haga llegar las notificaciones al infractor. En un futuro no muy lejano, la multa y la fotografía se enviará directamente desde el agente notificador a las oficinas del SCT.
A pesar de que el agente se coloca muy cerca de donde pasan los vehículos, el radar capta la infracción unos 100 metros antes, cuando el conductor todavía no se ha percatado de la presencia policial y por ello no ha podido frenar para evitar la sanción.
Una de las particularidades de este aparato es que se puede controlar a un determinado tipo de vehículo, como furgonetas. Por ejemplo si la vía tiene limitada la velocidad a 100 km/h, los otros aparatos controlan todos los vehículos que la superen. Este radar láser puede discriminar, si el agente así lo quiere, el tipo de vehículos.
En EEUU es diferente
En el caso de EEUU, los agentes utilizan dicho aparato como si fuera una pistola, apuntando al vehículo. Pero el movimiento de la mano puede hacer variar la velocidad captada. Pero en dicho país, la palabra del agente es válida –lo mismo que en Francia–. En cambio, en España el infractor tiene derecho a ver la fotografía de la infracción. Por ello, se tiene que poner una pantalla, con lo que aumenta el peso del dispositivo. En España se obliga a poner el radar en el trípode porque si el agente lo lleva en la mano, solo con una pequeña inclinación, puede hacer variar la velocidad capturada. Con este tipo de radar, todas las multas se notifican en el momento. Los agentes han detectado un vehículo a 218 km/h entre Reus y Salou en la AP-7 y otro a 198 por la autovía A-7, en el tramo de L’Hospitalet de l’Infant.
El aparato es propiedad del Servei Català de Trànsit, que también ha cedido uno a la Guàrdia Urbana de Reus. Y un detalle importante para determinados conductores: este tipo de radar no se puede detectar ni inhibir con los aparatos –ilegales– que llevan algunos vehículos.
Estos radares los introdujeron en España algunas policías locales como la de Madrid y Barcelona. La Ertzantza fue el primer cuerpo especializado en Tráfico que los tuvo. Cada uno de estos aparatos cuesta unos 25.000 euros.
Fuente: Diaridetarragona.com (11/11/19)