Hay deudas que pesan más sobre la espalda del adeudado que sobre la del propio moroso. El agujero de Patrick con Hacienda marcaba en la balanza 50 kilos. Ante una subida de impuestos que cree injusta, este francés se ha vengado del fisco de la única manera legal posible: pagando la suma con chatarra. El interesado, vecino de Sourzac (Dordogne), se regocijaba ante los medios locales asegurando que los funcionarios municipales tardaran días en contar su saco repleto de monedas de uno, dos y cinco céntimos de euro.
La venganza la meditó con alevosía y con ayuda del pueblo, solidario e indignado como él ante el afán recaudatorio local. Lo que empezó como una broma (hacer una colecta de chatarra para cumplir con Hacienda) ha acabado con Patrick Fénelon, más pobre pero victorioso -fingiendo semblante serio con la sonrisa de medio lado-, en la ventanilla del fisco municipal y los funcionarios haciendo cuentas con los dedos.
«Esto ha sido posible gracias a la colaboración de amigos y comerciantes. Todo el mundo me ha ayudado porque cuando empecé a hablar de esto hacía reír a mucha gente, así que muchos han empezado a deshacerse de sus monedas y a dármelas», ha explicado, divertido, al periódico Sud Oest este jefe de obra de 50 años.
La culpa fue de Hacienda
El jueves pasado se presentó en la oficina de impuestos de Mussidan para liquidar un tercio de la factura que se le reclamaba por intereses de demora de un montante que tenía que haber desembolsado hace cuatro años. Fénelon dice que ya había pagado sus tasas dentro del plazo exigido. Su error, dice, estuvo en reagrupar en el mismo cheque el pago de cuatro impuestos diferentes.
Pero la burocracia gala no entiende de divisiones y no supo descifrar la suma, así que, a pesar de que había cumplido con su deber fiscal, aún le exige al contribuyente los intereses por el impago.
Patrick ha tardado tres años en recaudar los 429 euros que le exigía el fisco.
Su quiosquera hacía de tesorera y recogía las monedas que le iban aportando generosamente los vecinos. Confiesa el galo vengador que la acogida en la oficina de finanzas públicas de la localidad no fue muy calurosa, aunque a los funcionarios no les quedó más remedio que aceptar el cofre de monedas.
El sufrido cobrador del frac se pasó toda la mañana contando calderilla, según ha relatado a Sud Ouest. Cuando Patrick se pasó a la hora del cierre, todavía no había acabado el recuento. El próximo lunes tendrá que volver para formalizar el segundo plazo del pago a liquidar.
Fuente: Elmundo.es (3/2/13)
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