Nuevo negocio en expansión: las gasolineras fantasma en España

Estas gasolineras fantasma son aquellas que no requieren empleados y donde todo es autoservicio.

Se conoce como gasolineras fantasma aquellos modelos de estaciones de servicio que carecen totalmente de personal en sus instalaciones, ni tan siquiera un supervisor o encargado de las mismas.

Llamadas también estaciones de servicio desatendidas, es el propio consumidor el que se suministra el combustible previo pago -bien con tarjeta de crédito o bien en efectivo-, en los terminales instalados para este fin junto al aparato surtidor al que dan servicio y en el que los clientes eligen el tipo de carburante que desean y la cantidad a repostar. También disponen de un servicio de asistencia telemática para ayudar a resolver cualquier incidencia o duda.

Se trata, en definitiva, de estaciones de servicio con instalaciones muy básicas, la mayoría de las cuales no disponen de los servicios adicionales propios de una estación de servicio tradicional como tienda, aseos, lavaderos de coches, áreas de descanso … y que, generalmente, venden dos productos básicos gasoil y gasolina 95.

Este modelo de estación de servicio desatendida suele ir de la mano de las gasolineras denominadas low-cost, cuyo máximo atractivo es el precio del carburante, entre 4 y 10 céntimos menos que los precios que ofrece una gasolinera tradicional. Además, con el objetivo de proporcionar un mayor servicio al cliente, permanecen abiertas las 24 horas del día los 365 días del año.

Aunque no se dispone de datos concretos, lo cierto es que este tipo de gasolineras han comenzado a proliferar en nuestro país en los últimos meses y la Ley 11/2013, de 26 de julio, de medidas de apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de la creación de empleo, ha tenido mucho que ver.

Según Mariano Aguayo, socio director de Aguayo Abogados, «esta normativa, que recoge una serie de reformas con el objetivo de promocionar la competencia en el sector de los hidrocarburos, ha producido un efecto llamada en muchos empresarios ajenos al sector que están invirtiendo sin ton ni son en este tipo de instalaciones».

En su opinión, «la nueva normativa abre mucho el ámbito donde se pueden instalar este tipo de estaciones de servicio -centros comerciales, parques comerciales, establecimientos de inspección técnica de vehículos y zonas o polígonos industriales-, pero sin tener en cuenta que la competencia para ordenar el suelo es de ayuntamientos y comunidades autónomas. La norma prevé un procedimiento único que aún no se ha desarrollado».

Efectivamente, una cosa es facilitar el uso del suelo para poner una estación de servicio y otra cosa muy distinta son las limitaciones que por derecho del consumidor tienen determinadas comunidades autónomas, que impiden que las estaciones de servicio estén desatendidas.

Marco de regulación

Por eso, y pese a que la proliferación de estas gasolineras fantasma es un fenómeno relativamente reciente, hay normas sectoriales de aplicación que limitan la existencia de este tipo de instalaciones.

Algunas comunidades autónomas como Castilla-La Mancha, Andalucía o Navarra, entre otras, exigen en su normativa reguladora de los derechos de los consumidores la presencia de, al menos, una persona en las instalaciones de las estaciones de servicio, con independencia de cuál sea el régimen en que se preste el servicio. Concretamente, en Castilla-La Mancha, la Junta de Comunidades de Albacete denegaba recientemente el permiso a dos gasolineras que habían solicitado prescindir de personal en horario nocturno.

Esta obligación, señala Aguayo, «se prevé con la intención de beneficiar y proteger al propio consumidor y los derechos que le asisten, a fin de que se atiendan las necesidades y problemas que pudieran surgir durante el suministro». Además, asegura, «no sería descartable que las demás CC.AA. que no tengan aprobada una normativa específica sobre este asunto, promuevan una regulación análoga a la que han adoptado las otras Comunidades para establecer la obligación de atender las peticiones de suministro que realicen los consumidores en determinadas circunstancias».

Un caso claro podría ser el de Extremadura, donde el Gobierno extremeño y los empresarios de las estaciones de servicio tradicionales de esta comunidad han acordado llevar a cabo reuniones trimestrales para analizar cómo afectará al sector la llegada de este tipo de gasolineras .

La apertura hace tan solo un par de meses de una estación de estas características en Cáceres y las informaciones que aseguran que podría haber al menos otras cuatro en construcción en esta provincia y tres más en Badajoz, han hecho saltar las voces de alarma en una comunidad que ha visto reducidas sus ventas de forma importante debido a la crisis económica y a la competencia de las cooperativas.

Perjuicio para las gasolineras tradicionales

La crisis económica sigue afectando a los bolsillos de una gran mayoría de la población. La contención en el gasto ha llevado a mucho conductores habituales a reducir, en la manera de lo posible, el consumo de carburantes. Esta situación ha provocado una bajada gradual en la venta de combustible para automoción que ha provocado, en algunas zonas de España, el cierre o la reducción en el número de horas de funcionamiento de un importante número de estaciones de servicio. Y la competencia de las gasolineras desatendidas no ayuda.

Algunos empresarios, debido a la inviabilidad de su cuenta de resultados, han decidido cambiar el modelo de gestión, pero esto no siempre es posible. Y es que la reducción de costes que supone la puesta en marcha de este tipo de gasolineras contrasta con los que tienen que asumir los empresarios de las estaciones de servicio tradicionales, ya que solo los gastos de personal les supone más del 50 por ciento de los costes de explotación.

Pero las gasolineras no son las únicas afectadas. También se ve afectado el consumidor. La calidad del servicio, la atención humana y la seguridad son algunos de los aspectos que, según apuntan diversas fuentes, desaparecen en este tipo de gasolineras.

Jorge de Benito, miembro del Comite Ejecutivo y de la Junta Directiva de la Confederacion Española de Estaciones de Servicio (Ceees) pone varios ejemplos: «En el caso de la seguridad, teniendo en cuenta que este tipo de estaciones no tienen personal, ¿quién va a impedir que un consumidor se suministre fumando, hablando por teléfono o con las luces encendidas?. Por otra parte, y con respecto a la calidad del servicio, los usuarios no podrán comprobar, por ejemplo, que la medida que se les está suministrando es la correcta porque no habrá nadie a quién pedirle el juego de medidas.

Además, servicios como aseos, aire, agua y tiendas, desaparecen. Y, en relación con la atención humana, la existencia de personal es imprescindible para personas con discapacidad. ¿Quién se va a ocupar de suministrarles el combustible?».

La reducción de los costes también ha sido la causa de que las gasolineras fantasma se hayan expandido en los últimos años por toda Europa. En Italia o Polonia, por ejemplo, el incremento de este tipo de gasolineras ha sido bastante elevado. En el caso concreto de Italia, la política desesperada y fallida del Gobierno de reducir los precios ha resultado errónea, afirman las fuentes consultadas, ya que no solo se ha destruido el empleo sino que el precio del litro del gasoil ronda los dos euros.

En el caso de Dinamarca o Suecia, la proliferación está siendo tan enorme que incluso se teme una cierta saturación del mercado y en Francia el impacto ha sido tal que se han cerrado unas 20.000 estaciones que han dejado sin empleo a unos 100.000 trabajadores. Las zonas rurales se quedaron sin consumos y con cuentas de resultados inviables.

Fuente: Eleconomista.es (27/2/14)

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