El contrabando de tabaco en EEUU alcanza cotas históricas impulsado por la caótica política fiscal que grava el consumo de cigarrillos en las diferentes regiones del país, con grandes diferencias entre unos estados y otros.
Se trata de un problema que va en aumento y que está costando miles de millones en recaudación perdida a los estados con los impuestos más altos. El mayor perjudicado es Nueva York, ya que se trata del estado con mayor carga impositiva –además, en la ciudad del mismo nombre hay que sumarle otro impuesto local adicional–.
La región pierde cada año más de 1.000 millones de dólares (910 millones de euros), ya que el 54,5% del tabaco que se consume en Nueva York procede del comercio ilícito que procede de algún canal relacionado con el contrabando, según se desprende del último informe publicado por Tax Foundation en colaboración con el Centro de Políticas Públicas Mackinac.
Le siguen en este ránking California, Nuevo México, Massachusetts y Washington, con porcentajes de contrabando que se sitúan entre el 44% y el 37%. En el último año, Colorado, Maryland y Oregón han incrementado significativamente los impuestos al tabaco y, como consecuencia, también se ha disparado el comercio ilícito en estas regiones. En total, se calcula que el coste anual a las arcas públicas de estos lugares supera los 5.200 millones de dólares.
De hecho, es en Maryland donde más ha crecido el contrabando. Hasta hace poco era lo que se consideraba un estado neutro, pero en marzo de 2021 entró en vigor un nuevo impuesto que duplicaba la carga fiscal de cada cajetilla (hasta 3,75 dólares por paquete), convirtiéndose en el cuatro estado con mayor presión fiscal. El consumo apenas ha descendido; sin embargo, el 29% de los cigarrillos que se fuman en el estado procede de alguna región vecina (está al lado de Delaware y Virginia, dos de los estados más baratos). Las arcas estatales recaudaron 219 millones dólares en los diez meses posteriores a la entrada en vigor del nuevo tributo.
Si algo ponen de manifiesto estas estadísticas es que la relación entre la carga impositiva a los cigarrillos y su consumo no es lineal. Es decir, a partir de determinado nivel, subir los impuestos deja de ser un incentivo para dejar de fumar y, por el contrario, dispara el negocio ilícito.
Ni siquiera hace falta hablar de contrabando transfronterizo. El caos fiscal dentro de las propias fronteras de EEUU facilita el tráfico interno entre unas regiones y otras.
Si Nueva York es el gran perjudicado por su elevada carga fiscal al tabaco, en el otro extremo de la balanza se encuentra Wyoming, que es el principal origen del comercio ilegal de cigarrillos en el país. De todo el tabaco que se vende en este estado, sólo se consume internamente el 47%. El resto se destina a la venta en el mercado negro en otras zonas de EEUU.
Detrás de Wyoming, con porcentajes de exportación ilegal por debajo del 40% (pero por encima del 30% del total de las ventas), se encuentran Delaware, Virginia, New Hampshire y Idaho. Todos ellos destacan por sus políticas de baja tributación al consumo de tabaco.
China
De cara al futuro, los responsables del informe señalan hacia un peligro mucho mayor, que no solo tendría unas devastadoras consecuencias sobre la recaudación, sino que también supone un riesgo añadido para la salud pública: los cigarrillos falsos (adulterados y sin ningún control de fabricación) procedentes de China. Se calcula que desde el gigante asiático se exporta en la sombra alrededor de 400.000 cigarros falsos al año a todo el mundo, incluyendo EEUU.
Fuente: expansion.com (27/12/23) pixabay.com