En el año 1900, Noruega era una economía arcaica cuyo sector más poderoso era la pesca. Aunque los datos económicos de aquella época son poco fiables, Noruega era un país más pobre que Chile, España o Irlanda. Sin embargo, cien años después Noruega es el segundo país más rico del mundo (por detrás de Luxemburgo) con una renta per cápita de más de 67.000 dólares. Petróleo y una gestión excelente son las claves que han conducido a este país a convertirse en un modelo para otras naciones.
Según destacan los expertos de Credit Suisse en uno de sus últimos informes, «Noruega fue una vez un país pobre, con un clima muy duro y cuya principal fuente de ingresos procedía de la exportación de pescado. Noruega, a diferencia de Suiza, no pertenecía a los países ricos en 1970. En paridad de poder adquisitivo, la renta per cápita no alcanzaba ni la mitad que la de Suiza y era un 15% inferior a la de la República Federal de Alemania».
A día de hoy Noruega es uno de los mayores exportadores de petróleo y gas del mundo, y gracias a ello ingresos miles de millones cada año. Erling Steigum, un veterano profesor del Bi Norwegian Business School, asegura que él «todavía recuerda cuando se encontró el primer pozo de petróleo en las navidades de 1969. Estábamos muy entusiasmados y expectantes, y es que íbamos a ver que hacía Noruega, aunque lo cierto es que no habríamos previsto que se iba a convertir en un negocio tan grande», explica este docente de 66 años.
Las autoridades crearon el Government Pension Fund Global, un fondo soberano de riqueza con el que el Gobierno invierte los ingresos del petróleo en acciones, bonos e inmuebles para diversificar la riqueza del país. De este modo, Noruega se ha convertido en un referente para muchos países que cuentan con grandes recursos naturales pero que no han sabido gestionarlos: «Hay países pobres como Nigeria donde los beneficios del crudo no se transforman en bienestar para la población debido a la corrupción», dicen los expertos de Credit Suisse.
Noruega es inmune a la enfermedad holandesa
Steigum explica que «las instituciones de Noruega han funcionado muy bien y han sido capaces de incrementar los niveles de vida de su población en lugar de caer en los males invaden muchos países ricos en recursos naturales». Transparencia Internacional establece a Noruega como el quinto país menos corrupto del mundo.
Noruega ha sido capaz de esquivar el ‘mal holandés’. Una enfermedad que hunde a varios sectores de la economía por la apreciación de la divisa local. Cuando una economía comienza a exportar una materia prima de forma masiva, el influjo de capitales aprecia la divisa, esta situación suele erosionar la ‘competitividad’ de otros sectores de la economía que dejan de exportar. Holanda fue el protagonista de este mal después de encontrar grandes reservas de gas natural en 1960. Sin embargo, en Noruega gran parte de los ingresos obtenidos por el petróleo son rápidamente convertidos en divisas extranjeras.
Noruega posee el mayor fondo soberano de riqueza del mundo «aunque el país está sufriendo hoy el desplome del precio del petróleo, el país está en mucha mejor posición que el resto de Europa gracias este fondo», señala el informe de Credit Suisse.
Sigbjorn Johnsen, del partido Social Demócrata, explica que durante los años 70 Noruega utilizaba los ingresos procedentes del petróleo para estimular la economía. Sin embargo, el fuerte incremento de los precios del crudo en 1980 hizo posible la opción de empezar a ahorrar parte de esos beneficios. De este modo, a comienzos de los 90 Noruega se había librado de la deuda externa y los ingresos del crudo se comenzaron a invertir.
Ahora con la caída del crudo, el Gobierno se verá obligado a retirar parte de los intereses generados este año para cubrir la falta de ingresos fiscales. Aunque el petróleo no vuelva a alcanzar los precios pasados, «Noruega tiene mucho menos que temer al cambio demográfico y al pago de las pensiones que otros países de Europa», señala el informe.
Lo que han hecho las autoridades del país tiene mucho valor, puesto que podrían haber gastado y lograr una mayor recompensa electoral en lugar de pensar en le futuro y las próximas generaciones: «Noruega piensa a largo plazo». Martin Skancke, supervisor del fondo soberano noruego durante años explica que «un gobierno en el poder tiende asumir que todo el dinero que ahorre será gastado por la oposición cuando llegue al poder, de modo que al final los políticos prefieren gastar el dinero ahora y ganar votos», esto es lo que no se ha hecho en Noruega.
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