El martes fue un golpe muy duro para la organizadora del evento, la GSMA: se borraron casi una docena de empresas y algunas de enorme calado como Cisco, Facebook, Intel, AT&T, Sprint o Vivo. Hoy miércoles ha sido peor: BT, Deutsche Telekom o Nokia se han borrado. En total, ya han cancelado cerca de medio centenar de firmas, la mayoría de gran calado. La GSMA ha adelantado a hoy de urgencia su reunión y, finalmente, ha comunicado que cancela el evento. Es solo el comienzo de un problema mayor: la GSMA se enfrenta a una pesadilla de indemnizaciones millonarias a la Fira de Barcelona y a los exhibidores que la ponen al borde de un abismo financiero. ¿Quién paga la fiesta?
La clave de todo el asunto está en los contratos firmados entre la GSMA y la Fira de BCN por un lado, y entre la GSMA y los exhibidores. Los documentos incluyen una póliza de seguros que blinda a todas las partes en caso de eventualidades comunes en el mundo de los eventos. Por ejemplo, un incendio o una inundación en las instalaciones días o semanas antes de las ferias, problemas causados por desastres naturales (tormentas, terremotos…) o incluso actos terroristas. Sin embargo, estas cláusulas no cubren una contingencia como la alerta sanitaria mundial desatada por el coronavirus. Y eso puede generar un enorme agujero financiero para la GSMA.
«La alerta sanitaria está excluida de todo tipo de pólizas de eventos, y más una alerta mundial de este tipo por su carácter completamente impredecible», señalan a este diario fuentes de aseguradoras conocedoras de las cláusulas en grandes eventos. «Hay una posibilidad a la que puede agarrarse la GSMA, una cláusula de «fuerza mayor» que la exima de responsabilidad ante una cancelación. Pero para ejecutarla, la aseguradora exigirá una prueba clara que justifique esa fuerza mayor, es decir, que el Ministerio de Sanidad, la Generalitat o el Ayuntamiento de Barcelona declaren una alerta sanitaria nacional o regional. Algo parecido a lo que ha hecho Reino Unido, declarar el brote una amenaza «grave e inminente» para la salud pública. Y no vale que lo haga solo la OMS», explica un directivo que trabajó codo con codo con la GSMA en la organización del Mobile.
No me gustaría estar en la piel de la GSMA ahora mismo. Básicamente, solo puede cancelar si alguien paga la fiesta
Esa declaración no solo no se ha producido, sino que el posicionamiento oficial ha ido justo en el camino contrario. En declaraciones este martes en el Congreso, el ministro de Sanidad, Salvador Illa buscó intentar apuntalar el certamen de telefonía. «No hay ninguna razón de salud pública ahora mismo que aconseje la cancelación del Mobile«, aseguró. «Si hay que tomar medidas adicionales, se tomarán», añadió.
Por su parte, la portavoz del Govern y ‘consellera’ de Presidencia de la Generalitat, Meritxell Budó, aseguró que existían «todas las garantías» para que el MWC se pudiera celebrar con total seguridad para sus participantes y dejó en manos de la GSMA su posible cancelación. Todos se desentienden y señalan a la compañía británica como última responsable de la cancelación. En otras palabras: vía libre para que las aseguradoras también se laven las manos.
«No me gustaría estar en la piel de la GSMA ahora mismo. Básicamente, solo puede cancelar si alguien paga la fiesta. Y, de momento, al menos de forma oficial, no parece que ni el Gobierno ni la Generalitat, es decir, los ciudadanos, estén dispuestos a pagar de su bolsillo las posibles indemnizaciones», señalan fuentes cercanas a la GSMA conocedoras de las tripas del evento. El roto que puede generar a la organización no es precisamente pequeño.
Los precios que firma la GSMA varían dependiendo del tamaño del exhibidor y muchas otras variables. El metro cuadrado de ‘stand’ se sitúa entre los 1.000 y 1500 euros, pero este dato, incluyendo todos los costes asociados de montaje, material, empleados etc, sube a entre 20.000 y 30.000 euros, según confirman varias exhibidores consultados. Es decir, uno mediano como alguno de los que ya han cancelado (MediaTek, Vivo o Sony), con espacios grandes (algunos de dos pisos) pero tampoco gigantescos (como los de Cisco, LG o Ericsson), se puede dejar, entre espacio y costes asociados a toda la logística (desplazamiento de varias decenas de empleados, hoteles etc), entre 1,5 y 2 millones de euros. Este año la GSMA calculaba contar con 2.800 empresas asistentes de todos los tamaños. Solo hace faltar hacer cálculos para comprobar que la GSMA podría desaparecer al día siguiente de su cancelación hundida entre deudas millonarias.
Esa sería la siguiente gran incógnita: ¿dejaría caer la Generalitat o el Gobierno a una institución que supone casi 500 millones de euros de ingresos a la ciudad de Barcelona, con un impacto de 14.000 empleos directos e indirectos? Todo indica que no, aunque nadie ha pensado aún la fórmula. Antes, la GSMA podría jugar aún varias bazas si las aseguradoras se desentienden. «La principal es la de la negociación con los exhibidores. Parte del pago se realiza por adelantado un año antes, el resto tras la feria. Pueden negociar solo devolver una parte de ese dinero a cambio de mejores condiciones en la siguiente edición o, lo más factible, aplazar unos meses el evento y renegociar todo. Al menos así evitarían tener que hacer frente a miles de indemnizaciones», explican diversas fuentes.
¿Qué hay de la Fira?
La Fira de Barcelona podría obtener también una gran indemnización a cuenta de la GSMA, pero fuentes de los órganos de gobierno aseguran que no se reclamará. Al contrario, la postura mayoritaria en el seno de la entidad firal es que se intente renegociar el contrato y pedir un año más de prolongación alegando este imponderable que ha sido el coronavirus. Sin embargo, todas las opciones están abiertas, especialmente cuando una cancelación del Mobile afectaría de forma decisiva a su cuenta de resultados.
En metros cuadrados el impacto es menor. Hasta ahora los principales expositores que han abandonado –Ericsson, LG, Sony y NTT– suman algo más de 10.000 m2. Una cifra menor para un evento tan grande. Sin embargo, la caída de visitantes sí que es determinante para un congreso que por su idiosincrasia resulta muy sensible a una alerta sanitaria: la gente viene a relacionarse y a tocar móviles, unos móviles con tecnología táctil. Y nada de eso se podrá hacer con completa libertad y tranquilidad.
La principal afectada tras la organizadora será la propia Fira. De los 215 millones de euros que facturó en 2019, más de 70 millones correspondieron a la organización del MWC. Si el evento se suspende, como es lo más probable, Fira pierde esos ingresos y podría entrar en pérdidas. En todo caso, los números rojos en su caso sí serán cubiertos por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, que son los principales socios de la entidad. La Fira la preside Pau Relat, que estos días lleva una actividad frenética para intentar salvar el evento.
Fuente: Elconfidencial.com (12/2/20) Pixabay.com