El 28 de diciembre el metanero Hellas Diana corrigió curso. Había partido de Texas con destino a China y ya se encontraba cerca de Hawái. Hoy, más de dos semanas después, ha atravesado el canal de Panamá y se encuentra en medio del Atlántico. El Hellas Diana, al igual que unas 41 embarcaciones estadounidenses, navega hacia donde está el dinero. Así, las flotillas de gas natural licuado (GNL) que hasta noviembre se dirigían a China, donde la matriz energética está descarbonizando masivamente, hoy se inclinan por los altos precios del desabastecido mercado europeo.
¿Cómo es posible que los barcos cambien de rumbo en función del mejor precio? Por la flexibilidad de sus contratos: “Los acuerdos son siempre diferentes. En general, las variables son volumen, precio y duración. Por ejemplo, un contrato podría durar 20 años. En ese plazo tiene un volumen de entregas mínimo y máximo a un precio variable supeditado a algún derivado del precio del petróleo. Otros contratos pueden ser a cortísimo plazo y estar ligados al precio por ejemplo del TTF, potencialmente con una prima si hay una demanda significativa. El tipo de contrato dependerá de las necesidades”, explica a CincoDías un portavoz de International Gas Union (IGU), organización que abarca al 95% de los actores de la cadena de valor mundial del gas. En este sentido, mientras algunos metaneros satisfacen las necesidades de los contratos a largo plazo, otros pueden viajar a los destinos con contratos rentables a corto plazo.
La llegada de los metaneros ha dado un respiro a Europa en el contexto de la crisis energética. Desde el último pico el 21 de diciembre, los precios del gas en el mercado neerlandés, que es el referente europeo, cayeron hasta en un 60,9%, aunque recientemente han remontado y se sitúan alrededor de los 83 euros/ MWh, una cifra que sigue más que duplicando la media histórica.
Específicamente en el sistema español, el peso de las importaciones por vía marítimas también se ha incrementado desde el cierre del gasoducto Magreb-Europa, que conectaba la Península con Argelia a través de Marruecos. Según cifras de Enagás, las importaciones de GNL representaron el 68,8% del total del gas en el sistema gasístico español en diciembre de 2021, en contraste con el 47,6% que representaban en diciembre de 2020. Asimismo, su porción del sistema es un 4% superior a la de noviembre y un 15,7% superior a junio de 2021, cuando comenzó la crisis energética.
“Básicamente, un menor suministro tradicional de la UE genera mayor demanda de GNL. La reducción de los envíos rusos y la insuficiencia de la producción de las renovables favorece al sector”, afirma un portavoz de IGU.
Según Fatih Birol, el jefe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), los precios del gas en el mercado europeo se han disparado a causa de una reducción del suministro ruso a la región, que el Kremlin utiliza como herramienta de presión. Birol ha añadido que la empresa rusa de gas, Gazprom, redujo las exportaciones a Europa en un 25% en el cuarto trimestre de 2021, incluso en el contexto de los altos precios del mercado, algo que solo se podría explicar si se toma en cuenta su agenda política. Gazprom, no obstante, asegura que se encuentra en pleno cumplimiento de sus contratos. Rusia provee cerca del 40% del total del gas europeo según las últimas cifras de Eurostat.
Fuente: cincodias.com (25/1/22) pixabay.com