Manual del ‘Grexit’: principios básicos

grexitLa salida de Grecia de la zona euro no es tanto un evento, sino un proceso. Si acaba produciéndose, claro. Un hipotético Grexit no ocurriría de un día para otro, ya sea tras un impago soberano (mañana mismo) o después de un referéndum que rechace las últimas propuestas de los socios del euro (previsto para el domingo). En esto de la Unión Europea hay pocos automatismos. Nada se toma de manera automática y, especialmente en la toma de decisiones más drásticas, suele dejarse un amplio margen a la discrecionalidad política. Aquí las cinco claves del camino que podría llevar a Grecia fuera de la zona euro y, eventualmente, también de la Unión Europea.

1. El ‘Grexit’, de ser, será a petición propia de Grecia. 

No se puede expulsar a ningún país de la zona euro. Sencillamente no existe ese mecanismo. Por no existir, no se contempló ni tan siquiera la posibilidad de salir. La idea era dar a los mercados la sensación y la certeza de que el proyecto del euro era irreversible y que no iba a ser una zona de entrada y salida. Otra cosa distinta es que no se puedan retorcer los Tratados para que eso acabe ocurriendo, pero siempre será necesario el beneplácito de Atenas. Y, por supuesto, siempre se puede generar una situación lo suficientemente incómoda como para invitar a Grecia a dar ese paso, lo que nos lleva al siguiente punto.

2. En el euro, pero sin euros. 

En el momento en el que el BCE ha cortado las líneas de liquidez para que los bancos griegos puedan obtener liquidez de emergencia, la situación entra en una nueva fase. La economía griega queda sin acceso a la fuente directa de emisión de euros. Si a ello se le suma una recaudación fiscal por debajo de las estimaciones y la falta de acceso a los mercados, el Gobierno griego puede verse eventualmente, literalmente, sin euros para pagar sueldos y pensiones públicas.

3. Llegan los nuevos dracmas. 

Con esa situación de falta de liquidez, el Gobierno se vería abocado a emitir un mecanismo de pago alternativo, que funcionaría a modo de divisa paralela. Recibiría un nombre técnico, pero a efectos prácticos para este artículo, la llamaremos nuevo dracma. El Gobierno garantizaría la convertibilidad de ese nuevo dracma a euros sin pérdida de valor para sus tenedores. Pero una vez que se restableciera la normalidad y el Gobierno recuperara el acceso a la liquidez. Sin embargo, esa moneda pronto se depreciaría por las dudas de los ciudadanos en esa convertibilidad.

4. La opción mala y la peor. 

Si llegase a esa situación, Grecia tendría lo peor de los dos mundos: el corsé de una union monetaria y la inestabilidad de una divisa débil y en continuo proceso de devaluación. El Gobierno tendría la tentación de imprimir cada vez más nuevos dracmas para cumplir con sus obligaciones, lo que aceleraría su depreciación. Con este círculo vicioso, el sector bancario al borde del colapso, el control de capitales y la economía en depresión, llegaría un momento en el que la salida del euro parecería la opción menos mala.

5. ¿Fuera del euro y fuera de la UE? 

Como explicábamos en el primer punto, siempre hay una posibilidad de retorcer los Tratados para proceder a una salida de un país del euro. El problema es que esa medida implica una solución todavía más drástica: aunque el derecho primario europeo no contempla una salida de la zona euro, sí contempla una salida de la Unión Europea. Y con eso se cerraría el círculo: saliendo de la UE, Grecia saldría de todas las instituciones comunitarias, incluido el BCE. Pero volviendo también al primer punto: la decisión de salir de la unión solo la puede tomar el propio país. Es decir, sin el beneplácito de Grecia, no habrá Grexit.

Fuente: Expansion.com (29/6/15)

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