Un señor sentado vestido de traje, leyendo los periódicos y con el peso de la historia cayendo de sus párpados, recibe cada mediodía a los clientes de Casa Lucio. Nadie accede al comedor sin que Lucio Blázquez (Ávila, 1933) le pregunte cómo está y si tiene reserva. Si el recién llegado responde que no, el histórico restaurador insta a sus camareros a que busquen una solución.
Este genio y figura de las relaciones públicas lleva 74 años trabajando, aunque hace unos meses se quitó la chaquetilla blanca y ahora son sus tres hijos los que visten la responsabilidad de un grupo de cuatro restaurantes (Casa Lucio, El Landó, Viejo Madrid y La Taberna de los Huevos de Lucio). Hoy, acompañado de su primogénita, María, y desde la mesa donde cada mediodía come jamón ibérico y callos, Lucio descongela recuerdos y fija el tiempo de cocción de su legado.
– Llegó a Madrid con 12 años y entró a trabajar en este local. ¿Imaginaba que era un camino de no retorno?
Entonces el restaurante se llamaba el Mesón del Segoviano y la dueña era doña Petra, que me quería como un hijo. Empecé barriendo y limpiando cristales y luego sirviendo mesas. Me hacía amigo de todo el mundo y cobraba más en propinas que en sueldo.
– ¿Cuándo pensó en comprarlo?
Los clientes me decían, ¿por qué no montas algo por tu cuenta con lo listo que eres? Abrí un restaurante en otro local hasta que en 1973 me llamó doña Petra y me dijo: “Lucito, quiero jubilarme y todo Madrid me quiere comprar el mesón, pero sólo te lo vendo a ti”. En 1974 abrió Casa Lucio.
– ¿Se ha arrepentido alguna vez de esta decisión?
Jamás. He trabajado 14 horas diarias y nunca he faltado.
– ¿Ni siquiera el día que nacieron sus hijos?
María: Ni siquiera, eso te lo confirmo yo. Mi madre nos traía por la tarde al restaurante para ver a Padre.
– Lucio, ¿sentía que se perdía algo?
Intentaba compaginar para no meter la pata ni en un lado ni en otro. Venir al restaurante me gustaba, no me pesaba; ¿qué hacía si no?
– ¿Cómo ve a la juventud actual?
Se ha perdido la cultura del esfuerzo y la constancia. Si quieres triunfar, tienes que ser exigente.
– ¿Qué ha enseñado a sus hijos?
A trabajar mucho y a no creerse más que nadie, a servir cada día mejor y a no pasarse con el precio por ser famosos. Me moriría si no hubiera continuidad del negocio con ellos.
– María, ¿te imaginabas trabajando en otro sitio?
Casi he vivido aquí, sin querer acabas aprendiendo cómo trabajar. De joven me decían: “Tú no le vas a llegar a tu padre ni a los talones”. Luego creces y coges seguridad, pero ni soy mi padre ni lo voy a ser jamás; no ha habido mejor relaciones públicas que él.
– El mejor consejo que le ha dado Lucio es…
Que nadie te pueda bajar la mirada por la calle.
– ¿Cómo se distribuyen las tareas los tres hermanos?
María: Cada uno es bueno en una cosa. No ha habido que elegir un sucesor y no hará falta.
Lucio: Puedes elegir a uno para cierto rol, pero no darle prioridad sobre sus hermanos.
– ¿Discuten padre e hija?
Lucio: Sí, nos decimos las cosas claramente, pero con prudencia. No hay nada mejor que trabajar con la familia si te llevas bien.
– ¿Por qué nunca han vendido o han abierto sucursal de Casa Lucio en otro país?
Lucio: Ay, la de veces que nos llaman para eso… Si mis hijos no hubieran querido continuar con el negocio, se lo hubiera dejado a alguien que le gustara, como hizo doña Petra.
María: Mi padre nunca abrió esto para hacerse rico. La manera del “jefe” nunca ha sido la de negociar con la historia.
– Y usted tiene historias para acompañar varios platos de callos.
Lucio: No hay nadie que tenga una historia como yo en España. Por aquí han pasado todos los personajes mundiales. Si yo contara mi vida, daba para una serie.
– A lo mejor Netflix le compra la idea. Lo único es que tendría que hacerse con un móvil por si le llaman…
Lucio: Mi hija me compró uno, pero cuando vi que había que cargarlo a diario se lo devolví. Quien quiera encontrarme ya sabe, siempre aquí a la misma hora y en la misma mesa.
Trabajaba 14 horas diarias porque me gustaba. Me moriría si no hubiera continuidad del negocio con mis tres hijos”
¿Las enseñanzas que les dejo? Trabajar mucho, no creerse más que nadie y no pasarse con el precio por ser famosos”
Fuente: Expansión.com (30/11/19)
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