Los suizos se comen el cocodrilo de Lacoste

Una tienda de Lacoste en París. | Afp
Una tienda de Lacoste en París. | Afp

Es un final triste para una historia de ambición entre accionistas de la misma sangre. Cada parte tensó tanto su lado de la cuerda, que ésta se rompió y los añicos de la herencia familiar se los ha quedado el espectador, que aguardaba el final de la pugna para sacar su propio provecho. La guerra que enfrentaba a Michel Lacoste, ex presidente de la marca de polos, y a su hija Sophie Lacoste Dournel, ahora en su puesto, ha acabado con la cesión de casi la totalidad del capital del grupo al suizo Maus Frères. Una de las firmas galas más internacionales y populares pasa así a manos extranjeras.

Las dos partes han decidido sellar la paz vendiendo su parte del pastel al intermediario. Creen que es lo mejor para el grupo y sus trabajadores, a quienes quieren evitar una guerra de accionariado que podría poner en peligro sus empleos. Michael Lacoste ya anunció su decisión hace dos semanas y este miércoles ha seguido el ejemplo su hija, considerada por el dirigente como una traidora desde que le desbancó de la presidencia del grupo en el mes de septiembre.

Hace tiempo que Michel Lacoste planeaba su retirada, pero apostaba por que le sucediera su sobrina, a su juicio mucho más preparada que una hija que hasta ahora se dedicaba a la interpretación y que, justifica su padre, nunca ha ocupado puestos de responsabilidad empresarial. Desatado el conflicto, cada uno de los combatientes atrajo a los accionistas a su bando. El primero en abandonar el barco fue el ex presidente, que hace unas semanas anunció que cedería sus títulos (el 30%) a Maus por 400 millones de euros, dejando el valor total de la firma en 1.250 millones.

Entonces Michel Lacoste le dio a su hija la opción de quedarse con su participación, siempre y cuando consiguiera la financiación necesaria para cerrar la operación. Por su lado, Maus, que está presente en Lacoste desde finales de los 90 y hasta ahora contaba con el 35% de las acciones, aprovechó para ofrecer a Sophie Lacoste y los accionistas que la apoyan las mismas condiciones que le daba al otro frente familiar a cambio del 28% del capital que controlan.

‘Decisión dolorosa’

La directiva era reacia, pero finalmente ha accedido «porque es la única solución para garantizar la perennidad de la empresa y sus empleados», ha dicho. Emocionada, señaló en una rueda de prensa que la decisión ha sido «difícil y dolorosa»: «Se trata de acciones que nos legaron nuestros abuelos, no con un espíritu de posesión sino de transmisión», dijo.

Sophie Lacoste disfrutaba de derecho de compra sobre la participación de su padre y podría haber conseguido el dinero para quedarse con su parte, pero esta opción, según reconoció la propia empresaria, exigía «condiciones de endeudamiento que no eran aceptables» y ponía a los asalariados «en una situación de inseguridad».

Maus es el triunfante vencedor de la guerra familiar. Ahora controla casi el total del capital de la marca de polos. Propietario de otras marcas como Aigle o Gant, el grupo helvético ya había intentado comerse al cocodrilo hace unos años a raíz del conflicto que enfrentó a Michel Lacoste y a su hijo Philippe.

Con una cifra de negocio que en 2011 alcanzó los 1.600 millones de euros, Lacoste fue fundada en 1933 por el tenista René Lacoste. La prensa americana empezó a apodar al campeón «el cocodrilo» después de que el capitán francés de la copa Davis le prometiera que le regalaría una maleta de piel de reptil en caso de victoria.

Fuente: Elmundo.es (7/11/12)

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