En lo que tarda en mirar la hora: multa. O en el tiempo que le cuesta coger una llamada. O estornudar y que alguien grite: ‘¡Salud!’. Multa, multa y otra multa. Son los dos segundos de reacción que tendrá para cruzar en ámbar cualquiera de los semáforos con un sistema de cámaras fotorrojo instalados en Beniparrell, Catarroja, Massanassa, Sedaví o Picanya. Probablemente no lo consiga y pase en rojo. Así que ya sabe: sanción.
Esta es una de las principales quejas que los afectados por los controles, cerca de 24.000 en 4 meses, están elevando a los ayuntamientos implicados. Es imposible rebasar la línea de detención antes de que el disco cambie de ámbar a rojo y, por tanto, constituya una infracción grave. O lo que es lo mismo, una multa de 200 euros y retirada de 4 puntos del carné.
Salvo en Massanassa, donde el PPmantuvo su gobierno después de las últimas elecciones, y Picanya, con el PSOE, las corporaciones municipales de los otros 4 municipios están recién estrenadas y ahora tienen que lidiar con un problema heredado. Visto que no pueden deshacerse del contrato ni pagando y que el servicio estará en funcionamiento como mínimo los cuatro años que se firmaron -es triste pedir pero que te den está muy bien y la recaudación será espléndida:algunos ayuntamientos ya podrían haber acumulado más de un millón-, ¿qué pueden y qué piensan hacer?
Aunque está pendiente una reunión de alcaldes con la Mancomunidad de l’Horta Sud, algunos presidentes municipales, sin extenderse demasiado, han empezado a avanzar algunas ideas:entre ellas, aumentar el tiempo de espera entre el cambio de disco, especialmente del ámbar al rojo.
De momento, Catarroja, como explicó su alcalde, Jesús Monzó, a este periódico, se ha adelantado y ya ha pedido un informe a la Policía para comprobar que se pueden hacer efectivas las sanciones sin que las firme un agente. Al mismo tiempo, ha solicitado que se calcule cuánto podría costar el cambio de tiempos de luz en los semáforos. Otra posibilidad sería dejar los indicadores en ámbar a partir de determinadas horas con menos afluencia de tráfico.
Lo cierto es que las cortísimas fracciones de luz en los semáforos pueden convertirse en otro dolor de cabeza para los ayuntamientos con estas cámaras, ya que se alejan mucho de las recomendaciones de la Dirección General de Tráfico (DGT). Si bien el Reglamento General de Circulación indica que las luces ámbar no intermitentes y las rojas fijas son iguales a todos los efectos (el conductor debe parar antes del semáforo en condiciones de seguridad), la DGT considera que al menos en la fase ámbar, al igual que el resto, debería establecerse un mínimo de 35 segundos y un máximo de 150.
Sólo un municipio, Quart de Poblet, renunció al programa una vez firmado el contrato y con el equipamiento de vigilancia instalado pero sin activar. Según la alcaldesa, Carmen Martínez, la junta de Gobierno decidió prescindir del servicio (que además de las cámaras, proveía a la Policía Local con sistemas electrónicos para gestionar las sanciones) porque no había necesidad de controlar un punto que no presentaba siniestralidad alguna. Después de que la alcaldesa remitiese una carta a la empresa y la Mancomunidad, la firma adjudicataria desmontó las cámaras y, de momento (ahí está la cosa: de momento), no ha reclamado.
Como quiera que sea el final de este lío, con o sin cámaras, ya son varias las sentencias judiciales que han acabado dando la razón a los conductores porque las fotografías que se presentaron como prueba de la infracción ofrecían serias dudas sobre si se rebasaron los semáforos en rojo. Por si acaso, las multas de la Mancomunidad llegan con varias instantáneas y un vídeo, aunque habrá que atender las alegaciones de los conductores sobre el sistema de captación de imágenes.
Las posibles soluciones sin tocar el contrato
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