A Curro Ulzurrun (62) y a Jorge Camacho (36) les han unido las gallinas, Instagram y el buen rollo. Estos dos emprendedores se conocieron hace cuatro años a través de la red social y la sintonía fue tal en ese primer encuentro que se embarcaron al poco tiempo en la aventura de ofrecer los mejores huevos del mercado. Hoy tienen lista de espera -el 1 de octubre la abren para nuevos socios- y cobran una cuota como Netflix para recibir su producto en tu casa.
Ellos son el alma de Cobardes y Gallinas, un proyecto que parte de una forma de cuidar y respetar a los animales. Sus gallinas, de razas autóctonas españolas, viven en libertad, bien alimentadas y sin ningún estrés… «El pienso que comen tiene pimentón de la Vera, avena, maíz, trigo, cebada e higos triturados«, explica Jorge, diseñador de aplicaciones de formación. Y, claro, la calidad de los huevos está en relación con la calidad de vida de quien los pone.
Antes de juntar sus destinos, Jorge tenía ya 40 gallinas y sus huevos se los quitaban de las manos amigos y conocidos. «Me di cuenta de que había un hueco en el mercado«, cuenta. Curro, que antes de centrarse en su granja, fue profesor universitario en la Facultad de Bellas Artes y escultor, tenía su granja en Toledo y servía a algunos de los mejores restaurantes de la capital. «Tenía como 1.000 gallinas». Jorge aportaba el conocimiento del negocio y Curro ya contaba con los certificados. Solo era cuestión de arrancar.
En octubre de 2019, saltaron de los restaurantes a la venta a particulares. En diciembre tenían 40 suscriptores; hoy llegan a 1.000. Después vino el coronavirus, que interrumpió la relación con los restaurantes, que tuvieron que cerrar, pero, a su vez, aceleró su llegada a los hogares. «La gente paga una suscripción como a Netflix y les llevamos el producto fresco -es decir, huevos cogidos el día anterior- a casa», explica Jorge. «Trabajamos con la idea de tener una relación muy estrecha con quienes confían en nosotros«. En los pequeños detalles ponen todo el interés.
«Nuestros huevos son un producto de temporada, a los que también afectan los cambios de estación», comenta Jorge. En verano, los huevos eran algo más pequeños y con una consistencia algo más líquida. Todos los clientes recibieron un correo puntual con su correspondiente vídeo para explicar el porqué. «El tamaño era porque acabábamos de comprar un lote de nuevas gallinas y, al principio, los ponen más pequeños de lo normal», decían. El sabor y la calidad, eso sí, no varían. Lo de la consistencia está relacionado con el hecho de que en verano las gallinas beben más agua y eso conlleva que sean menos gelatinosos.
A día de hoy tienen tres modalidades de suscripción. Por 19,90 euros, te llevan dos docenas al mes, cada quince días una; por 29,90 euros, cuatro docenas al mes; y por 59,90 euros, 8 docenas al mes. «También hemos retomado la actividad con los restaurantes», añade Jorge. Ya tienen en cartera unos 40. «Podemos hacer unas 400 entregas semanales. Nosotros diseñamos también la ruta de los repartidores». DiverXO, La Tasquita de Enfrente, El Invernadero, Lakasa o Ikigai son (o han sido) parte de la familia.
La idea a corto plazo de estos dos emprendedores pasa por añadir productos que tengan su misma filosofía a esos repartos. Han empezado a colaborar con Pan Delirio, una de las panaderías de referencia de la capital; quizá pensando en acompañar unos deliciosos huevos fritos. «Queremos hacerlo con aceite y quesos». Poco a poco, la familia de Cobardes y Gallinas crece.
Dentro de poco se mudan, con sus 3.000 gallinas, a una nueva granja en Candeleda. Allí quieren poner en marcha una granja-escuela para que otros productores aprendan su filosofía y también para organizar visitas. «Queremos también poner una webcam en el gallinero para que nuestros clientes vean cómo viven nuestras gallinas». Todo son aristas de un modelo «con una ética sostenible» y «transparencia total» de todo lo que hacen.
Fuente: Elmundo.es (1/10/20)