El gran sueño de casi todos los emprendedores tecnológicos del mundo consta de dos palabras: Silicon Valley. El núcleo tecnológico más potente (y destructivo) del mundo pasa por ser el destino ideal de cualquier persona que haya desarrollado una tecnología disruptiva que pueda ser usada en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, en Silicon Valley no es nada fácil triunfar. De hecho, solo sobrevivir ya es una proeza en sí mismo. Como ejemplo de los que han conseguido salir adelante con grandes credenciales tenemos a Pepe Agell y María Alegre, dos catalanes que, en los seis años que llevan en el valle, han conseguido llevar su empresa a un nivel más que alto.
El viaje de esta pareja a Estados Unidos comenzó en 2008: «María y yo siempre habíamos querido emprender. Trabajábamos en grandes empresas, con un buen sueldo, pero siempre habíamos tenido el gusanillo de montar algo propio», nos cuenta Pepe. Por aquella época, nuestros dos protagonistas estaban literalmente enganchados a unos vídeos de la universidad de Stanford en los que emprendedores de éxito contaban su historia. Fue entonces cuando llegó la decisión: «No sabíamos dónde estaba exactamente Stanford, pero decidimos que teníamos que venir a aprender de los buenos. Así que cogimos las maletas, con una mano delante y otra detrás, a vivir la aventura».
De vivir en un barrio pobre a tener 100 empleados
Pero ningún comienzo es sencillo: «No teníamos un gran colchón financiero, así que al principio estuvimos viviendo en East Palo Alto, una de las zonas más peligrosas de todo Estados Unidos». Y ahí, entre las apreturas y la inseguridad de un barrio marginal, comenzó a escribirse la historia de éxito de estos dos emprendedores.
El primer arranque llegó en enero de 2011, cuando María se unió al ingeniero Sean Fannan para fundar Chartboost, una startup que sirve de ayuda a los desarrolladores de juegos para iPhone. «Les ayudamos en dos aspectos cruciales», nos cuenta Pepe, que se encarga del desarrollo de negocio y la expansión internacional de la compañía. «Por un lado, les ayudamos a conseguir jugadores, ya que colocar un juego en la App Store es muy fácil, pero para conseguir usuarios hay que saber destacar. Por otro lado, una vez que ya tienen a los usuarios, les enseñamos a monetizarlos, cómo ganar dinero gracias al uso que se le da al juego».
Todas las empresas (especialmente las tecnológicas) pueden pasar meses (o incluso años) sin facturar un duro, pero ese no fue el caso de Chartboost: nacieron en enero de 2011 y lanzaron el producto en abril, pero apenas un mes después, en mayo, ya habían conseguido un beneficio de 25.000 dólares. Y claro, con esos datos la financiación no tardó en llegar: en octubre de ese año la compañía consiguió llevar a cabo una ronda de financiación de 2 millones de dólares.
Una progresión meteórica y 19 millones de dólares
Paulatinamente, la empresa fue creciendo, los ingresos aumentando y la plantilla de empleados haciéndose cada vez mayor. 2012 fue un año arrasador para Chartboost, que se consolidó como plataforma y llevó su producto a un nivel superior. Hasta tal punto que, a finales de año, despertó la atención de uno de los mayores fondos de capital riesgo de Silicon Valley. Sequoia Capital, reconocida mundialmente en el sector tras haber invertido en las fases iniciales de compañías como Google, LinkedIn o Paypal, se interesó especialmente en esta startup de origen español que, en poco más de año y medio, había llevado a cabo una progresión meteórica.
La ‘bomba’ saltó en enero de 2013, cuando la compañía anunció una ronda de financiación de nada menos que 19 millones de dólares, una cantidad lo suficientemente alta como para acreditar su buen trabajo y abrir nuevos horizontes. A día de hoy, Chartboost tiene oficinas en Estados Unidos y Holanda, ha ayudado a desarrollar 60.000 juegos, tiene 300 millones de usuarios en 150 países y cuenta con una plantilla de más de 100 empleados.
«No te vengas solo por dinero, no lo conseguirás»
Pese a lo idílica que suena esta historia, Pepe quiere mostrarse prudente: «Cuando levantas financiación aquí todo el mundo se fija en ti, y más si el dinero viene de inversores americanos, pero hay que tener cuidado. Siempre que hablo con españoles que quieren venirse les digo lo mismo: si solo lo hacen para levantar dinero, que no vengan, porque no lo van a conseguir».
Y es que «es cierto que muchas veces en Silicon Valley los acuerdos los firmas con un cóctel en la mano, pero conseguir financiación no es nada fácil. Aunque este sea el mayor ecosistema, no es tan fácil como llegar y que un inversor te dé dinero. Tienes que tener muy claro a qué vienes, tienes que tener una trayectoria, tienes que tener muchos contactos, tienes que construirte una red desde cero… Sí, quizá aquí esté casi todo el dinero, pero también casi todo el talento. Silicon Valley es muy competitivo y muy caro; si no sabes a lo que vienes, verás que tu dinero se consume muy rápidamente y habrás perdido el tiempo».
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