Al poder político siempre le ha gustado controlar de cerca la fabricación de billetes. Las falsificaciones pueden arruinar la economía y, por lo tanto, derribar Gobiernos. El origen del billete está en China, en el siglo VII, pero no llegaron a Europa, en concreto a Estocolmo, hasta 1661.
España tuvo su primera Casa de la Moneda hace ahora 400 años, cuando Felipe III mandó acuñar en Madrid las primeras piezas en 1614. Desde entonces se ha reforzado el prestigio de una institución señera como la Real Casa de la Moneda, Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT). La empresa se reforzó cuando Francisco Franco estableció, en 1940, que los billetes se produjeran en la Fábrica y no el Banco de España, su banco central, como ocurría en casi toda Europa.
Aquella decisión tomada hace 74 años, se ha convertido ahora en una trampa para los 1.500 empleados de la FNMT. Las normas europeas, cuya versión definitiva se conocerá el próximo otoño, solo permitirán que los billetes se hagan con imprentas que pertenezcan a los bancos centrales o en empresas privadas que ganen concursos públicos. La Fábrica, una entidad pública adscrita al Ministerio de Hacienda, no es ni lo uno ni lo otro, lo que le aboca a profundos cambios.
Los trabajadores creen que si el Banco de España se lleva su tecnología de impresión de billetes, la empresa languidecerá porque se perjudicará tecnológicamente al resto de actividades, como la fabricación de monedas, DNI, pasaportes, sellos, timbres oficiales, firma electrónica, loterías y otros, que pueden acabar producidos por otras empresas.
La FNMT está bajo la sospecha de imprimir billetes bajo subvención pública, algo que niegan el presidente, Jaime Sánchez Revenga (Toledo, 1945). Lo que nadie discute entre los profesionales privados es la altísima calidad técnica de sus billetes.
Linde no ha decidido ser impresor, pero Hacienda le urge a serlo
El problema viene de lejos. El Banco de España lleva doce años, desde 2002, encargando los billetes directamente a la FNMT, sin convocar oferta pública, en contra de las normas europeas de Competencia. Por eso, alguna de las fábricas privadas de billetes, situadas en Alemania, Francia y Reino Unido, se han quejado ante las autoridades de Bruselas por esta situación. La cuota de producción de euros del Banco de España es del 12%, lo que supone fabricar alrededor de 700 millones de billetes al año, una cantidad muy jugosa para sus competidores.
Ante esta tesitura, el departamento dirigido por Cristóbal Montoro, en sintonía con “fábrica”, que es como denominan los trabajadores a la FNMT, ha empujado al Banco de España para que adquiera una parte de la empresa y Europa permita continuar con la impresión de billetes en España. El objetivo de Hacienda es que no haya despidos y que se mantenga una actividad que se considera de valor añadido y alta tecnología.
Sin embargo, las intenciones políticas han chocado con la autonomía del Banco de España, cuyo gobernador, Luis Linde, por cierto, es nombrado por el ministro de Economía. Luis de Guindos.
Los trabajadores creen que sin hacer papel moneda, la Fábrica languidecerá
Antes de asumir funciones desconocidas, el supervisor quiere saber cuánto le costará fabricar los billetes de euro y ha contratado a la consultora Accenture para que haga un plan de viabilidad de la nueva empresa. En las primeras conversaciones con los sindicatos, el Banco de España ha planteado llevarse máquinas y empleados a una planta de nueva creación. El gobernador admitió hace unos días que la cuestión estaba abierta: “España deberá adaptarse al nuevo marco, que permite fabricar billetes a través de una subasta pública para que lo haga una empresa privada o pública sin subvenciones, o el propio banco central”. Probablemente Accenture no acabe el informe hasta septiembre.
Fuentes del mercado comentan que el supervisor no está encantado con este proyecto, pero si lo hace, quiere tener una empresa totalmente independiente y bajo su único control.
Y aquí es donde llega la tensión y las divergencias. La Fábrica, con la fuerza que tiene el apoyo de Hacienda, lanzó un comunicado —sin consensuarlo con el supervisor— en el que dijo: “Con el fin de asegurar que la cuota española de billetes euro siga fabricándose en nuestro país y tras las consultas oportunas, el Banco de España ha comunicado al BCE la decisión de ser considerado imprenta in house para lo cual va a crear una sociedad conjunta con la FNMT en la que esta entidad va a tener una participación del 20%. La nueva sociedad construirá una nueva planta de impresión”.
Linde quiere eludir el enfrentamiento con la Fábrica en un debate en el que la política juega un gran papel (Montoro se comprometió a que no haya despidos), pero el comunicado va más lejos del planteamiento del gobernador. Fuentes oficiales del Banco de España no hicieron declaraciones y se remitieron a las palabras públicas de Linde. Sin embargo, Javier Alonso, director general de Operaciones y Sistemas de Pago del Banco de España, manifestó su oposición a compartir el capital de la nueva empresa con la Fábrica, basándose en los criterios del BCE, según Rafael Roldán, responsable de UGT en la FNMT. Alonso defendió que el Banco de España debe tener el 100% de la nueva fábrica.
El comité de empresa de la Fábrica coincide con la dirección en crear una empresa mixta, pero rechaza que se lleven máquinas y empleados fuera. “Si pierde esta tecnología, no podrá ser utilizada para otros productos oficiales. Quedará limitada a lo que determine el Banco de España, que desmembrará el modelo actual”. Incluso le acusó de tener intereses “expropiatorios” de la FNMT. El presidente piensa lo contrario, pero el debate está abierto y el poder sigue de cerca el futuro de la fabricación de billetes.
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