Luciano de Murrieta inventó el vino de Rioja. Este militar ayudante del general Espartero se estableció en Logroño en 1840 y comenzó a hacer vino aplicando, por primera vez en España, las técnicas de vinificación que había aprendido en Burdeos. El fruto de su primera cosecha, la de 1852, está reconocido como el primer Rioja, es decir, el primer vino moderno elaborado con la intención de perdurar en el tiempo, ya que hasta entonces el destino del producto era su consumo en el mismo lugar donde se cultivaba. Este visionario, nombrado marqués por el rey Amadeo de Saboya, fundó Marqués de Murrieta, la bodega más antigua de La Rioja, e instauró el concepto de château francés en la finca Ygay, donde mandó construir el emblemático Castillo de Ygay. Y desde el principio, este hombre viajado que había descubierto los oportos en Londres, tuvo claro que un vino con buen envejecimiento podría venderse fuera de España. Por eso, no dudó en enviar a países como México y Cuba aquella mítica añada de 1852, que se convirtió también en el primer Rioja exportado.
Esta historia continúa en 1983 cuando el empresario gallego Vicente Cebrián-Sagarriga, a la sazón décimo conde de Creixell, adquirió la bodega Marqués de Murrieta con la intención de renovarla. Tras su repentino fallecimiento en 1996, su hijo Vicente retomó esa labor, asumiendo la presidencia de la bodega con tan solo 25 años. El actual conde de Creixel decidió acometer una transformación integral de la bodega y sus vinos poniendo en práctica los principios que fundaron el mito del marqués de Murrieta: la elaboración de caldos de calidad capaces de perdurar en el tiempo y su exportación a otros países.
Murrieta es la bodega española más internacional, con un 70% de la producción exportada a 92 países
En una primera fase que se prolongó durante una década, el nuevo responsable de esta bodega se rodeó de un equipo joven con la intención de actualizar su carta de vinos, nutrida por tres tintos (Castillo Ygay, Marqués de Murrieta y Dalmau) y un blanco (Capellanía) en Rioja, y dos albariños en Pazo Barrantes: Pazo Barrantes y La Comtesse. Con un volumen de producción que alcanza los 1,4 millones de botellas, de los que se exporta el 70% a 92 países, Marqués de Murrieta se ha convertido en la bodega española más internacional. Elabora exclusivamente vino reserva y gran reserva en barricas de roble francés y americano solo con las uvas de las 300 hectáreas de viñedo que posee en su propia finca. Aunque la Denominación de Origen Rioja marca en cinco años (dos en barrica y tres en botella) el tiempo mínimo legal de crianza del vino en bodega para etiquetarlo como gran reserva, en el Castillo de Ygay se conserva durante al menos ocho años. Y en ocasiones incluso durante varias décadas, como un blanco gran reserva de 1986 que se presentará el año que viene en Nueva York.
Hace nueve años, Cebrián-Sagarriga acometió una segunda etapa culminada esta misma semana para renovar la bodega y convertirla en «el proyecto vitivinícola más importante de España y uno de los principales del mundo». Para conseguirlo, se ha desarrollado un proyecto de rehabilitación de las instalaciones con una inversión de 14 millones de euros que ha girado sobre la reconstrucción del Castillo de Ygay, uno de los edificios industriales más antiguos de Europa, con más de 4.000 metros cuadrados construidos con piedra. En su interior se ha habilitado un museo con maquinaria original de vinificación del siglo XIX y una colección de 70.000 botellas históricas, la mayor de Europa, con ejemplares de todas de cosechas desde 1852. También se han habilitado salones, comedores, cocina y jardines. Para acometer este proyecto, el conde de Creixell ha contado con su paisano el maestro cantero José Álvarez, que ha desarrollado un trabajo artesanal, desmontando 6.000 toneladas de piedra. Aunque el objetivo inicial pasaba por rehabilitar el edificio, el riesgo de desplome aconsejó su reconstrucción completa, «piedra a piedra».
Durante la inauguración de la reapertura de Marqués de Murrieta como nuevo proyecto ecoturístico el pasado martes, Vicente Cebrián-Sagarriga confesó sentirse «felicísimo» después de un proceso «muy duro por la crisis» durante el que han tenido que «cambiar muchas cosas para que muchas cosas siguieran igual». Aseguró haberlo asumido «desde el respeto máximo a la identidad del proyecto, pero con savia nueva y joven para equilibrar lo bueno que se había hecho». El conde de Creixell parafraseó a John Fitzgerald Kennedy haciendo suya una cita célebre del presidente de Estados Unidos: «No os preguntéis qué puede hacer vuestro país por vosotros; preguntaos qué podéis hacer vosotros por vuestro país». El bodeguero explicó que «en nuestra familia hemos dicho siempre que debíamos pensar en lo que nosotros podíamos hacer por nuestro país y por La Rioja, por su cultura y por su patrimonio».
El acto inaugural de las nuevas instalaciones estuvo presidido por el rey Juan Carlos
El acto inaugural estuvo presidido por el rey Juan Carlos, que visitó las instalaciones junto a responsables de la bodega, autoridades regionales y la secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego. Juan Carlos descubrió una placa y visitó los nichos de reservas del Castillo de Ygay, firmando en el nicho correspondiente a su año de nacimiento, 1938, y catando una botella de esa añada. A la pregunta de si prefería un Rioja o un Ribera, el monarca sacó a relucir su espontaneidad habitual y respondió que «los vinos de España».
Casi dos siglos después de que el marqués de Murrieta cambiara para siempre el devenir del vino de Rioja, los actuales responsables de su bodega saborean ahora los frutos que reconocen dos décadas de trabajo. El 8 de octubre, Cebrián-Sagarriga recibió en Bilbao el premio Best Of 2015 a la Mejor Bodega, un galardón impulsado por la Red Mundial de Capitales y Grandes Viñedos en reconocimiento a «su excelencia y por ser un proyecto de calidad para el turismo del vino». Recientemente, ha recogido en Londres el premio Capellanía como mejor vino de la Denominación de Origen Rioja 2014, otorgado por los Wine From Spain Awards; y Marqués de Murrieta ha sido reconocida en Nueva York como una de las mejores bodegas del mundo por la prestigiosa revista Wine Spectator.
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