El antes y el después del ‘Ecce Homo’ original del artista Elías García Martínez / AFP
El culebrón artístico más surrealista del verano está protagonizado por un Ecce Homo de un siglo de antigüedad y escaso valor artístico, que hace unas semanas sufrió una peculiar restauración por parte de una vecina de la localidad zaragozana de Borja. El resultado de la intervención no solo es catastrófico, borroso e irreconocible, sino que también se ha convertido en objeto de parodia, carne de fotomontaje. Hasta han aparecido falsos perfiles en las redes sociales en las últimas 48 horas. Tamaña está siendo la repercusión de la noticia que ya encabeza las listas de lo más leído y más reenviado en las webs de diarios como Le Monde, el Telegraph o la BBC.
La artífice del estropicio es Cecilia Giménez, una mujer octogenaria que actuó de forma espontánea y “sin pedir permiso a nadie”, aunque “con buena intención”, explica el concejal de Cultura del Ayuntamiento del municipio, Juan María de Ojeda. Cuando se dio cuenta de que “se le había ido de las manos” avisó al responsable del patrimonio para confesar los daños que había causado.
Este concejal ha explicado que el templo en el que está el Ecce homo pertenece a la Fundación Sancti Espíritu, que en su origen era una entidad para pobres. Por tradición, el alcalde es el presidente de esta fundación y los concejales sus patronos. «Nuestra figura es la de protectores y respondemos con nuestros bienes de la gestión de esa fundación». La única función del párroco es el culto en esa iglesia, sin responsabilidad ni criterio sobre los bienes que alberga el lugar.
La obra original, una pintura mural de unos 50 centímetros de alto por 40 de ancho atribuida a un artista del siglo XIX, Elías García Martínez, natural de Requena y profesor de la Escuela de Arte de Zaragoza, iba acompañada de una leyenda que rezaba algo así como “Este es el resultado de dos horas de trabajo a la Virgen de la Misericordia”. Así lo recuerda el concejal, por lo que se deduce que el pintor no tardó más de un par de horas en realizar la ya celebérrima obra.
A pesar de ser una obra descatalogada sin gran importancia, y que tampoco forma parte de ningún conjunto pictórico ni retablo, el pueblo lamenta el destrozo de la pieza, que sí tenía cierto valor sentimental. “La familia solía venir aquí a pasar las vacaciones. Durante un verano el artista realizó el retrato y lo legó al pueblo”, cuenta De Ojeda.
Una de las nietas del artista declaró ayer a TVE que estaba al corriente de que Cecilia Giménez llevaba años retocando la pintura: “Hasta ahora solo pintaba sobre la túnica, el problema es que ahora se ha metido en la cabeza y, claro, ha destrozado el cuadro”.
La protagonista de la historia, por su parte, “está desesperada”, aseguraban desde el Ayuntamiento. Aunque en declaraciones a la televisión pública explicó que nunca había actuado a escondidas: “El cura lo sabía, el cura lo sabía. ¿Cómo lo voy a hacer yo sin que me lo diga alguien? Además todo el mundo que entraba en la iglesia me veía pintando”.
La noticia salió a la luz el pasado 7 de agosto, en el blog del Centro de Estudios Borjanos, donde se documenta con fotografías la evolución de la obra y la relación que tenía la familia del pintor con la capital de la comarca de Campo de Borja. El Ayuntamiento se puso en contacto con los familiares del pintor, que en las próximas semanas iban a hacer una donación del boceto de esta misma obra, y que ahora están evaluando los daños.
Fuente: Elpais.com (23/8/12)
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