Cuando en el año 2002 Rafael Nadal ganó su primer torneo ITF, en Alicante, debió hacer frente a un cuadro de gran calidad para un torneo de ese nivel: empezó con José Checa, otra promesa de edad similar. Luego, con Santi Ventura, que era siete años mayor que él y llegaria a 65 ATP, Alcanzó las semifinales batiendo a Daniel Trujillo, de 23 años y ‘top 300’. En ellas, a Óscar Hernández, de 24 y que ya había sido 48 de la ATP y, en la final, a Marc Fornell, que con 20 años también suponía un desafio físico y técnico para un chaval de 16 recién cumpidos. No es ser demasiado ventajista afirmar que la referencia de un título en un torneo de estas condiciones era un aval que permitía pensar en que quien lo conquistaba a la edad de Rafa, pudiera tener un futuro prometedor.
De hecho, por entonces llevaba ya tiempo afirmádose que una de los principales pilares de la buena salud del tenis español, en cuanto a la calidad y cantidad de jugadores y jugadoras en los primeros puestos de los ránkings internacionales, eran la amplia red de torneos de formación que, de la mano de las múltiples escuelas y técnicos, permitia a una apreciable cantidad de talentos progresar sin que el coste de los viajes que son precisos para ir sumando puntos ATP y WTA fuera demasiado freno. Siempre es más llevadero ir quemando etapas de progresión en Melilla, Badajoz, Barcelona o Tenerife, que en Sindelfingen, Caltanisetta, Kiev o Buenos Aires. Además, esa concentración de torneos y el consiguiente ahorro era un importante polo de atracción para jugadores jóvenes en crecimiento, o ya consolidados, lo que hacía crecer el nivel de los torneos.
Un tenista principiante puede ganar 50 euros por una primera ronda de Futures, y 800 si se lleva el torneo
El tenis, no lo olvidemos, es un deporte totalmente profesional e individual, en el que el jugador compite por unos premios, pero tambien tiene que hacer frente a todos sus gastos. Y cuando se es un jugador joven, esos gastos pesan bastante porque los premios a los que se aspira son magros. Los torneos a los que sus aún pocos puntos, o ninguno, le dan acceso, son los ITF Futures, que puntúan para ATP y WTA, pero están controlados por la Federación Internacional de Tenis. Son la ‘Tercera División’ pero, fundamentalmente, la base del edificio: todos los líderes pasan por ellos y de su buen estado depende la calidad del deporte y, por ende, el estado de la élite: si se interrumpe la progresión y por poner por caso, en 2024 siguiéramos viendo una lucha por el liderato ATP entre Nadal y Djokovic, estaría claro que el tenis tendría un problema.
Pero cuando en 2003 Rafael Nadal empezaba a hacer sus primeras armas en el circuito ‘grande’, el calendario español comprendía 30 torneos ITF y cuatro satélites -minicircuitos de cuatro torneos-, además de 19 femeninos: es decir, 65 torneos profesionales de formación, con una dotación total de 745.000 dólares. En 2008 en puertas de la crisis económica, llegaron a ser 77 con una dotación total de 1.035.000 dólares (495.000 para los 53 masculinos y 540.000 para los 34 femeninos). Pero en 2012 sólo se disputaron 46, 29 para los hombres y 17 para las mujeres, con 625.000 dólares totales de dotación. En 2013 la cifra ha ascendido levemente (64, pero con 725.000 dólares), pero la crisis ha dejado en evidencia la debilidad de un sistema siendo el mayor damnificado, como siempre, el elemento más débil: el tenista.
La ITF cobra canon a los organizadores, multas a los jugadores y cobra derechos a las casas de apuestas por los marcadores en directo
Los circuitos masculinos exhiben orgullosamente sus lista de ganancias: en ellas podemos ver como el puesto 100 de la ATP, Marc Giquel, suma 173.535 dólares en lo que va de año (126.188 euros), y en igual posición de la WTA, Sharon Fichman lleva 107.787. Sin embargo, si empezamos a descontar gastos de viajes, alojamientos, técnicos, etcétera, la cifra se queda en bastante menos. Se estima que sólo los ‘top 100’ pueden vivir realmente del tenis. Si se trata de vivir holgadamente, la cifra es mucho menor, claro.
Y los futures ITF tienen como dotación de 10.000 a 15.000 dólares por el lado masculino (en el femenino puede llegar a 125.000 pues la WTA no tiene el escalón intermedio de los torneos challenger, pero la gran mayoria oscilan por las mismas cifras). En estos torneos, un jugador que pierda en primera ronda puede cobrar unos 80 euros y por ganar el torneo, 800, si hay suerte.
Los jugadores jóvenes tienen los mismos gastos que los profesionales: viajes, hoteles, alimentacion, médicos, técnicos…
En esas condiciones, y habida cuenta que la notoriedad de estos torneos es escasa, paulatinamente se va haciendo más difícil que los tenistas españoles puedan financiar su carrera en estas edades capitales, con la consiguiente reducción del talento disponible.
Por ello, desde la base del tenis español ha surgido un movimiento, #reimagina el tenis, que trata de reconducir una situación que puede llegar a ser muy preocupante -de hecho, ya lo es- por la via de identificar los problemas y promover soluciones. Un movimiento de técnicos y jugadores que conocen desde dentro el problema, que sufren los problemas y, por tanto, pueden señalar medidas correctoras.
En 2010 había 77 Futures ITF en España. En 2012 se celebraron 46, con un 40% menos de dotación.
Una de ellas sería un mejor aprovechamiento de los recursos de cada torneo, por la via de que la ITF no los tomara como uno de sus medios de financiación, o que al menos reinvirtiera en formación parte del dinero que estos deben pagarle. La Federación Internacional de Tenis les exige como canon organizativo el 10% de los premios, cobra a los jugadores cantidades por multas, que pueden ser por comportamiento en pista, retrasos o problemas en las inscripciones (un jugador puede acumular al año varios cientos de euros por sanciones) y, además, a todos los jugadores les cobra el IPIN, un ‘pasaporte’ que les acredita para jugar en el circuito ITF (unos 50 dólares, a multiplicar por los miles de jugadores inscritos). Un novedoso medio de financiación para la ITF es la venta de derechos por el marcador en vivo, sobre todo, a webs de apuestas. Ni torneos ni jugadores reciben nada por ello.
La ITF, además, reduce medios de financiación a jugadores y torneos. Así, impiden que torneos de 15.000 dólares puedan hacer previas de 128 (con lo que recaudarían más por inscripciones y servicios), y limitan la publicidad que pueden llevar los jugadores (publicidad que en estos torneos, casi clandestinos, suele ser ya naturalmente limitada). En estas condiciones y dado que los jugadores deben pagar todos sus gastos, principalmente técnicos, alojamiento y hoteles, se corre el peligro de que dentro de poco, sólo quien tenga un apoyo económico familiar importante pueda iniciar una carrera profesional: un solo torneo ITF masculino español ofrece hospitalidad (alojamiento) a los jugadores. No es común, pero tampoco extraño, que algunos se alimenten de bocadillos o traten de colarse en los comedores en los demás, duerman en furgonetas o en habitaciones ocupadas por otros camaradas.
El movimiento #reimaginaeltenis aún está en fase de formación, de captación de adhesiones y preparación de propuestas, que se presentarán a la Federación Internacional y la Federación Española, que por cierto ha realizado ya acercamiento con el mismo. Según sus promotores, su único interés es mejorar el estado del tenis de base y de las gentes del tenis que participan y viven en él. Y, desde luego, es un debate que, a la luz de los datos, debe abrirse.
Fuente: Marca.com (24/10/13)
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