‘Mata Mua’ (Érase una vez) es «un canto a la vida originaria que tanto ansiaba encontrar Paul Gauguin», que lo pintó en su primera época en Tahití. El óleo, de 1892, es, según los expertos, una «obra maestra solo comparable al ‘Guernica’ del Reina Sofía o a ‘Las Meninas’ del Prado». Es también la joya de la corona de la colección personal de Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. «Es uno de esos cuadros por los que alguien se coge un avión para viajar a Madrid», sitúa Kristian Leahy, director de arte contemporáneo de Fernando Durán Subastas, «es una auténtica tragedia perderlo». Ese cuadro ya no se encuentra en las dependencias del Museo Thyssen y cuenta con la autorización del Ministerio de Cultura para salir de España y ser vendido al mejor postor, una noticia adelantada por ‘El País’ y que ha caído como un jarro de agua fría en el mundo de la Cultura.
Además de esta obra, hay otros tres cuadros que ya no estarán expuestos en la capital. Son ‘Caballos de carreras en un paisaje’ (1894), de Degas, que forma parte también de la colección personal, al igual que el ‘El ‘Martha Mckeen’ de Wellfleet’ (1944), de Hopper, y ‘El puente de Charing Cross’ (1899), de Monet. Todas obras muy representativas, aunque ninguna tan emblemática como el ‘Mata Mua’.
«La primera vez mi marido y yo estábamos en Londres, en Sotheby’s, y se nos acercó Jimmy Ortiz Patiño, amigo nuestro, que también estaba interesado en el cuadro, y le dijo a Heini que como preveíamos que su remate iba a ser muy elevado [19.800.000 euros] sería inútil pujar los dos por el mismo cuadro, y que la solución sería adquirirlo juntos. Así lo hicieron. Años más tarde, estando Heini y yo en Japón, con los consiguientes cambios horarios, Jimmy decidió vendérnoslo, a lo que mi marido repuso que lo más justo sería sacarlo de nuevo a subasta –para mi gran susto, pues me había enamorado del cuadro. ¡Dicen los expertos que este cuadro es el más Gauguin de todas sus obras! Tiene todo lo que él quería y sabía. Naturalmente el precio, cuando lo adquirimos, fue varias veces superior, fue una subasta dura, pero lloré de alegría al comprarlo. Otro gran susto fue también cuando tuve que pagar a los herederos y esa fue la tercera vez».
Desmantelamiento
La historia de amor de Carmen Thyssen y el ‘Mata Mua’, que tan gráficamente explica en esa entrevista con la revista ‘Tendencias’, tendrá pronto un triste final. En esa partida de ajedrez que mantiene la baronesa con el Estado desde hace años por los términos de la cesión de su colección, el último movimiento lo ha dado ella. La baronesa lleva siete años esperando a que se cierre un trato que los sucesivos gobiernos no terminan de concretar. Las negociaciones se retomarán en septiembre, pero si nadie lo remedia ya no estarán estas obras encima de la mesa, lo que supone un desmantelamiento parcial de la colección, un desguace en toda regla.
La intención de la baronesa Thyssen, según ha podido saber Vanitatis, no sería vender de inmediato las obras. Se podrían ceder a otras instituciones. Aunque si decidiera sacarlas al mercado, podría obtener en total entre 200 y 300 millones de euros, según los expertos, que ya las sitúan en el mercado americano o en el de Emiratos. «El ‘Mata Mua’ es uno de los Gauguin más importantes. Está tasado en 40 millones de euros, pero ese cuadro vale por lo menos 150 millones. Una obra muy similar se vendió hace poco por 300 millones de dólares marcando un récord en una subasta privada. Es un tesoro», explica Leahy, muy crítico con la gestión del actual ministro de Cultura por permitir la salida del país de estas piezas. Las otras obras no se quedan atrás. «El cuadro de Hopper, el ‘Martha McKeen’, es una marina preciosa, muy del gusto de los americanos, que podría llegar a los 30 o 50 millones de euros. El Degas calculo que no menos de siete. Y ‘El puente de Charing Cross’, de Monet, entre 20 y 30».
En marzo de 2017, la baronesa ya anunció su intención de vender ese cuadro de Degas, ‘Caballos de carreras en un paisaje’. También lo descolgó de las paredes de la sala donde estaba expuesto, aunque finalmente no lo hizo. Ahora parece que la decisión es irrevocable y seguirá el mismo camino que ‘La esclusa’, de John Constable, por el que logró 28 millones de euros en 2012. Ese mismo año la baronesa logró vender a unos empresarios italianos la emblemática Villa Favorita. Aquellos 35.000 metros cuadrados de extraordinaria belleza que miraban a las tranquilas aguas del lago Ceresio, en Lugano, le reportaron en torno a 65 millones de euros. Era la casa de Heini Thyssen, el lugar donde creció Borja, pero el mantenimiento y los recuerdos le colgaban del cuello como una losa. Hoy están levantando un hotel en ella.
Es complicado cifrar el patrimonio de Carmen Thyssen porque la mayor parte de su fortuna se encuentra fuera de España. ‘Forbes’ la sitúa en 600 millones de euros. ‘El Mundo’, en 700. Sus obras de arte son propiedad de entidades extranjeras y recibe periódicamente ingresos de fondos fiduciarios situados en paraísos fiscales, además de controlar varias sociedades ‘offshore’ para repartir el patrimonio familiar. Una telaraña que ha ido publicando El Confidencial fruto de una colaboración con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) con nombre de película, ‘Los papeles del paraíso’.
En España, sus propiedades inmobiliarias están a nombre de una empresa administrada por personas de su confianza. Esta compañía tiene propiedades en Marbella, Barcelona y Madrid (La Moraleja), aunque su casa más querida y probablemente más publicitada es Mas Mañanas, en Sant Feliu de Guíxols. Con el dinero que obtuvo de Villa Favorita adquirió varias casas en Andorra, donde vive desde hace años.
La fortuna de la baronesa es, en realidad, un gran misterio. No hace mucho un reportaje en ‘S Moda’ recordaba precisamente el día de la inauguración del Museo Thyssen hace 28 años. Aquella noche, Tita llevaba «un espectacular vestido de Jean-Louis Scherrer […], pero el detalle que de verdad quitaba el hipo no era ese, sino la joya que colgaba de su cuello: un diamante de 179 quilates denominado Estrella de la Paz, valorado en tres millones de euros». Un joyero integrado por piezas como esa que le regaló Heini o similares (en 2015 sacó a subasta un broche que había pertenecido a la reina María Cristina), su yate Mata Mua, casas alrededor del mundo, los fondos ya mencionados y, por supuesto y ante todo, su fabulosa colección de arte conforman el mapa de una cartera bien nutrida, a la que a veces falta liquidez. Entre otras cosas, comentan, «porque sigue comprando arte, y el arte es caro».
Fuente: Elconfidencial.com (12/6/20)