Islotes deshabitados, ubicados en el mar Egeo y en el Jónico, algunos más bien rocosos, otros cubiertos por árboles, con preciosas playas de arena y puertos naturales, la gran mayoría con fácil acceso a suministro eléctrico y de agua y -lo principal- con grandes posibilidades de convertirse en lujosos paraísos privados vacacionales.
Son las islas griegas que están actualmente en venta, unas 20 en total, con extensiones entre los 35 y 1.112 acres -de 0,14 a 5 kilómetros cuadrados- y con precios que oscilan entre el millón y los 150 millones de euros. Su venta se promociona en inmobiliarias internacionales que se dirigen a Cresos que quieran invertir en el país heleno y su potencial de desarrollo rural. Y claro, al mismo tiempo contribuir en los ingresos estatales.
La pregunta, sin embargo, es: ¿Realmente resulta tan fácil comprar una isla griega? Depende. Hay voces que, de manera ingenua, proponen que Grecia venda islas como Corfú o Rodas, pero lo que sí se vende son estos islotes. El problema empieza cuando el supuesto comprador decide reunir la documentación necesaria. Es cuando se da cuenta de que en realidad no está muy claro a quién pertenece la isleta que le interesa, ni a quién debe dirigirse para hacerla suya.
De las 20 que están a la venta, sólo tres o cuatro disponen de títulos de propiedad incuestionables. Las demás han pertenecido a familias durante siglos, o bien al Estado. En el primer caso, son muchos los titulares o herederos de esas propiedades que desean deshacerse de ellas, ya que el coste fiscal es insoportable. En el segundo caso, sin embargo, la cosa se complica más, ya que en las de titularidad estatal se mezclan varias instituciones, desde el Ayuntamiento al Ministerio de Defensa.
Las inmobiliarias habitualmente se hacen cargo de las gestiones y de reunir la documentación necesaria para la compraventa de un islote. Pero se enfrentan a un adversario muy potente y casi insuperable: la burocracia griega. Los inversores extranjeros necesitan 32 documentos diferentes, es decir, 32 licencias. El resultado es que, tras conseguir seis o siete de ellas, se desaniman, pierden interés y deciden cambiar de ruta y buscar otros paraísos privados en el Mediterráneo.
Por ello, y hasta la fecha, el número de islotes que se han vendido a ciudadanos extranjeros es un rotundo cero.
Más fácil lo tienen los inversores nacionales: gente de ciudadanía griega o personas que mantienen doble nacionalidad sí han conseguido hacerse con algunas isletas, como por ejemplo la familia Onassis, cuyo refugio privado -Skorpios, en el mar Jónico- fue el símbolo de la riqueza y el éxito del clan en los años 60 y 70.
Cortapisas del Estado heleno
La posición que mantiene el Estado heleno en el asunto de la venta de islas griegas es más bien desalentadora. En realidad, Grecia oficialmente apoya el desarrollo de las isletas deshabitadas, no a través de su venta, sino a través de concesiones comerciales. El mismo ministro de Defensa, Panos Panayotópulos, ha aclarado que la intención del Gobierno es bloquear la venta de islas a intereses que puedan constituir una amenaza para la seguridad nacional, y prohibir la transferencia de la propiedad, indicando que las isletas sólo pueden ser objeto de arrendamientos bajo estrictas condiciones establecidas.
Entre dichas condiciones, se incluye la autorización del Ministerio de Defensa, e incluso el consentimiento de las Fuerzas Armadas. En pocas palabras, es todo lo que se necesita para convertir el sueño de un paraíso privado en una pesadilla para el posible comprador.
Fuente: Eleconomista.es (18/2/13)
Dejar una contestacion