Los productos detox están a la orden del día. Batidos, suplementos, infusiones, botánicos ecológicos… El mercado está plagado de este tipo de artículos, que prometen una acción antioxidante y desintoxicante sin precedentes, además de aportar a nuestro cuerpo una ligereza y vitalidad adicionales. A simple vista, parece un método revolucionario, pero muchos lo califican de timo ante la inexistencia de unos resultados aprobados por la comunidad científica. Gracias a una campaña de publicidad masiva, los productos detox continúan en la cresta de la ola, dando lugar a tendencias culinarias de dudosa reputación. ¿La última? Teñir la comida con carbón activo.
La comida negra está de moda
Estas propiedades, aparentemente milagrosas, unidas a la vistosidad que requieren las redes sociales o la originalidad que algunos restaurantes buscan desesperadamente, ha situado esta tendencia entre las más populares de la comunidad foodie. En muchos casos, se trata de una simple cuestión de estética a base de colorante alimentario, que no aporta nada en lo nutricional. El problema llega cuando se recurre al carbón activo, procedente de la combustión de sustancias vegetales y con un alto contenido en carbono.
Las cenizas resultantes son procesadas con vapor o aire a altas temperaturas hasta conseguir una estructura porosa. “Las fuentes de carbono se tratan para obtener el carbón activado siguiendo una amplia variedad de métodos, distinguiéndose dos etapas: carbonización seguida de oxidación. En la activación se puede incluir el uso de ácidos sintéticos, bases u otras sustancias en una corriente de gases como nitrógeno, o dióxido de carbono”, explican desde la plataforma Healthy Style.
A partir de aquí, cualquier alimento es apto para incluir en su composición este curioso ingrediente: helados, galletas, batidos, zumos, pan, café, leche, productos de repostería e incluso agua. No hay nada que se le resista. Al menos hasta ahora, pues el pasado mes de junio el departamento de salud de Nueva York llevó a cabo una redada en los establecimientos que incluían comida negra en su carta, obligándoles inmediatamente a retirarla de circulación. Una medida amparada por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense, que ha prohibido el uso de este compuesto como aditivo o colorante alimentario.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. ha prohibido su uso como aditivo
¿El motivo? Entre otros inconvenientes, resta eficacia a la píldora anticonceptiva –si se consume dos o tres horas antes del carbón activo–, provoca estreñimiento al dificultar su absorción por parte del sistema digestivo, bloquea la asimilación de ciertos nutrientes, puede irritar las vías respiratorias o inducir a problemas gastrointestinales como retención de líquidos. Eso sí, siempre y cuando la exposición a esta sustancia resulte excesiva. Sin embargo, todavía es imposible determinar dónde está el límite, pues “el Comité Científico de España considera que la información toxicológica disponible es insuficiente para determinar cuál sería la cantidad máxima diaria de carbón activo que se podría considerar segura en su uso como complemento alimenticio”, advierten desde Healthy Style.
Doble rasero
A pesar de los riesgos que supone su consumo, el carbón activo se ha convertido también en un fiel aliado contra algunos problemas de salud. Este giro inesperado de los acontecimientos se debe a su capacidad de adsorción de las sustancias tóxicas. Y es que el carbón activo posee una constitución similar a la de una esponja, con multitud de pequeños poros que retienen cualquier agente externo en la superficie. Por ello, son muchos los hospitales que lo utilizan para tratar casos de sobredosis o intoxicaciones agudas, con el objetivo de capturar las toxinas en el intestino antes de que lleguen al torrente sanguíneo.
Además, el carbón activo se emplea para combatir la aerofagia, el meteorismo y la flatulencia excesiva. En este último caso, “se indica 1 gramo de carbón activado al menos 30 minutos antes de una comida y 1 gramo después de la comida”, detallan en el blog Animal Gourmet. No obstante, “esta misma característica, hace desaconsejable su uso prolongado por su posible interferencia en la absorción de algunos nutrientes”, aseguran desde Healthy Style.
A la hora de absorber las moléculas dañinas para el organismo, el carbón activo también arrastra otros nutrientes que nuestro cuerpo necesita para sobrevivir como el calcio, el potasio, el sodio o el fósforo, entre otros. Es incapaz de distinguir entre unas sustancias y otras, motivando una malnutrición si esta práctica se extiende en el tiempo. Esta situación se torna demasiado arriesgada en el caso de aquellas personas que estén sometidas a un tratamiento farmacológico, pues el carbón activo también puede arrastrar los compuestos que necesita el paciente para su recuperación.
Entonces, ¿es el carbón activo perjudicial para la salud? En términos generales, no. Al menos en dosis reducidas. Pero tampoco es un sistema que aporte grandes beneficios al organismo, al no existir evidencias científicas claras. Ante esta tesitura, los expertos recomiendan evitar el contacto de este complemento alimenticio que tanto triunfa entre los amantes de la vida sana y los usuarios de la redes sociales. Si quieres que tu comida luzca un aspecto más oscuro de lo habitual, recurre a los colorantes inofensivos que están disponibles en el mercado.
Fuente: Elconfidencial.com (8/8/18) Pixabay.com