Conquistar la Luna es, sin ninguna duda, uno de los mayores anhelos del ser humano. Desde que el 20 de julio de 1969 el ser humano fuera capaz de pisar por primera vez nuestro satélite, otras cinco misiones tripuladas han accedido a ella, cuyos objetivos principales eran analizar cómo era su superficie, qué características internas poseía la Luna e, incluso, recoger materiales para analizar en la Tierra con la intención de entender mejor su composición. Pero desde 1972 no hemos sido capaces de volver: ahora, antes de hacerlo, se busca solucionar el principal problema que se nos antoja.
Desde hace más de medio siglo se tienen los avances tecnológicos necesarios para poder volver a la Luna, pero se busca hacerlo en unas condiciones y con una tecnología tan puntera que nos permita realmente dar un salto importante al respecto. El mayor logro no sería otro más que conseguir hacer la Luna habitable aunque, para ello, todavía faltan por dar muchos pasos. El primero de ellos es el que trata de solucionar la NASA: cómo conseguir detener el imparable avance del polvo lunar.
Ya en aquellas expediciones de los años sesenta y setenta, los astronautas que anduvieron por la superficie lunar se quejaron de las dificultades que les representaba el polvo lunar. No solo por ser realmente pegajoso y dificultar en muchas ocasiones las maniobras que los astronautas tenían que llevar en la superficie lunar, sino porque fue capaz de incrustarse hasta el punto de que muchos de aquellos hombres regresaron la Tierra con este material adherido a sus pieles, lo que es un importante riesgo para su salud. Por esa razón, la NASA ahora quiere encontrar una solución drástica a este problema.
«El polvo puede oscurecer las lentes de nuestras cámaras, reducir nuestro rendimiento tecnológico, distorsionar las lecturas de nuestros instrumentos, alterar las propiedades térmicas e incluso causar fallos en nuestros equipos. Además, si el polvo entra en nuestros habitáculos, diminutas partículas que cortan como el vidrio podrían alojarse en los pulmones de nuestros astronautas, causando riesgos para su salud. Eliminar el polvo lunar de donde se supone que no debe estar, o evitar que llegue allí en primer lugar, es esencial para el futuro de la exploración espacial«, explica la NASA.
De esta manera, la NASA ofrece hasta 150.000 euros en el marco del concurso ‘2021 Big Idea Challenge’ con el objetivo de que una serie de equipos universitarios sean capaces de encontrar una solución para el polvo lunar. Para ello, estos equipos que deberán están formados entre cinco y veinticinco estudiantes de universidades afiliadas al Consorcio de Subvenciones Espaciales, y deberán desarrollar sistemas y tecnologías que sean capaces de ofrecer soluciones relevantes en las cuatro principales áreas en las que afecta el polvo lunar.
Así, deberán desarrollarse sistemas que permitan prevenir que el polvo lunar afecte a los sistemas de alunizaje de la nave que llegue a nuestro satélite, que eviten que dañen los trajes espaciales que portan los astronautas, que impidan entrar en los habitáculos estancos que lleguen a la superficie lunar y, sobre todo, eviten que el polvo lunar pueda alcanzar la estación Gateway y la nave Orión cuando el módulo de aterrizaje regrese de la superficie lunar en el marco de la Misión Artemisa.
Según los expertos, el polvo lunar tiene un diámetro que varía desde los 50 a los 10 micrómetros. O, dicho de otra manera, su tamaño es hasta 100 veces inferior al diámetro de un grano de arena de cualquier playa terrestre. Su escaso tamaño y su especial capacidad adherente por sus capacidades electrostáticas pueden dañar gravemente los sistemas terrestres que lleguen a la Luna e, incluso, a los propios astronautas que alcancen nuestro satélite. A día de hoy, es uno de los principales problemas con los que se encuentra la NASA: ahora, quiere encontrar una solución definitiva a través de un concurso.
Fuente: Elconfidencial.com (5/8/20)