La maraña de ayudas fiscales hace que la gran empresa tribute menos que la pyme

taxesEl gravamen efectivo ha llegado a ser cercano al 0% en el caso de algunas corporaciones del Ibex 35.

El afán de las grandes empresas que operan en España por tributar a través de paraísos fiscales puede dar la falsa impresión de que el fisco español las ha frito a impuestos. Sin embargo, la realidad es bien distinta: en los últimos años se han beneficiado de un amplio repertorio de ventajas que les ha permitido no sólo aportar a las arcas públicas mucho menos de lo que la ley establece para este tipo de corporaciones, sino también pagar por debajo de lo que Hacienda reclama a la mayoría de las pymes.

Para estas últimas, el tipo impositivo nominal que grava sus ingresos se sitúa en el 25 por ciento. Pues bien, los datos de la Agencia Tributaria muestran cómo ha habido años -por ejemplo 2008- en los que el gravamen real que tuvieron que soportar las grandes empresas, en su conjunto, se situó más de seis puntos porcentuales por debajo de esa marca. La diferencia fue aún mayor con respecto al 30 por ciento que es el tope que les es propio a las corporaciones de mayor tamaño.

Más allá de las cifras generales, el descenso a los números desglosados pone de manifiesto situaciones cercanas al privilegio fiscal. Los técnicos de Hacienda han estudiado la manera en que fluctúan los gravámenes a las empresas, según su nivel de ingresos. Sus conclusiones demuestran que quienes están en lo más alto de la tabla, es decir, aquellos que generan por encima de los 1.000 millones de euros anuales, han llegado a tributar al 16,9 por ciento.

Paralelamente, empresas cuyos ingresos no superan los 10.000 millones se han tenido que enfrentar con un tipo efectivo (es decir, ya descontadas las deducciones) que se da de bruces con el tope para las pymes: 25 por ciento.

«Pagan lo que quieren»

La desigualdad, y la falta de progresividad manifiesta del Impuesto de Sociedades, ha llegado hasta el extremo de que existen empresas del Ibex 35 que, una vez descontados todos los beneficios fiscales, han pasado varios años tributando al 10 por ciento, al 3 «o pagando prácticamente nada al fisco o desembolsando sólo lo que lo querían», revelan fuentes del equipo técnico del actual ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro.

El actual ministro llegó al cargo dejando claro su propósito de hacer cambios profundos en el que quizá es el impuesto que ha mostrado el funcionamiento más ineficiente de todos cuantos componen el repertorio de tributos de la Agencia Tributaria.

No en vano la recaudación atribuible a Sociedades ha llegado a registrar desplomes del 66 por ciento, que es el que media entre los 44.283 millones de euros que se obtuvo por esta vía en 2007 hasta los apenas 15.000 de 2010.

Ni siquiera una crisis económica de la intensidad y duración que muestra la actual puede dar una explicación convincente de un hundimiento de tal envergadura. Resulta incluso más inexplicable por sí solo si se tiene en cuenta que España es, sobre el papel, uno de los países europeos que más presión de carácter fiscal ejerce sobre los beneficios empresariales.

Sus tipos efectivos del 25 y del 30 por ciento se sitúan en niveles que sólo alcanzan países como Francia, bien conocidos por su tendencia a apostar por una alta presión fiscal sobre sus ciudadanos y sus empresas, a la hora de acrecentar la partida de ingresos en los presupuestos públicos.

Sin embargo, una vez aplicadas las deducciones, una gran empresa puede ver cómo lo que efectivamente paga se queda por debajo del 26 por ciento, que es el promedio del tipo impositivo nominal en Europa.

Tipos como los irlandeses

Es más, cabe la posibilidad de conseguir registros que tienen poco que envidiar a los estándares irlandeses. En efecto, durante años, ha sido objeto de admiración la gran capacidad de atracción que el país insular ejerció sobre las grandes multinacionales de la informática desde finales de la pasada década de los 90. La clave del éxito que exhibió el entoncesde denominado tigre celta tuvo mucho que ver con un gravamen por Impuesto de Sociedades situado, nominalmente en el 12,5 por ciento.

Pues bien, los denominados en la jerga de Hacienda «grupos consolidados», los conglomerados de empresas que llegan a ingresar más de 1.000 millones de euros en un solo ejercicio fiscal, tuvieron en 2009 una carga fiscal de tan solo un 15 por ciento, tan sólo dos puntos y medio por encima del tope establecido en Irlanda.

Repertorio amplio

Es el resultado de echar mano de lo que, hasta hace poco, ha constituido un repertorio tan amplio como variado de ventajas fiscales al alcance, sobre todo, de las grandes corporaciones. Así, los gastos financieros -por ejemplo, derivados de préstamos- han sido objeto de deducciones, un régimen que también alcanza a los beneficios obtenidos por la empresa que, posteriormente, se destinan a la inversión.

El equipo del ministro Montoro ha buscado simplificar y moderar el catálogo de beneficios fiscales que competen a Sociedades, así como también ha buscado. La Agencia Tributaria aún tiene pendiente la publicación de su informe anual de recaudación relativo al ejercicio 2012, ya que lo elaborará en julio, una vez terminada la campaña del IRPF.

Es entonces cuando se conocerá al detalle la evolución de los tipos impositivos reales. De momento, en Hacienda tienen claro que ha habido cambios profundos en lo que al comportamiento de Sociedades se refiere. No en vano su recaudación creció, el año pasado, un 30 por ciento con respecto a lo obtenido en 2011.

Además, desde el Ministerio subrayan que son las grandes empresas las que más han contribuido a ese avance. De ser cierto, es posible que aquéllas se aplican con aún más ahínco a buscar atajos a su tributación a través de paraísos.

Fuente: Eleconomista.es (16/3/13)

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