La historia se repite en Suiza

6229891-una-vista-de-la-cima-de-la-montana-de-la-bandera-nacional-de-suiza-con-el-matterhorn-en-segundo-planUna generación de jóvenes formados sigue la estela de los españoles que desembarcaron con la maleta de cartón en los años sesenta del siglo pasado.

Hay oportunidades, sí. Pagan bien, también. Pero la emigración española a Suiza no es el camino de rosas que muchos imaginan. La vida en Suiza es muy cara y sin hablar alemán y francés o inglés es difícil abrirse camino en un país que ya acoge a casi 100.000 españoles. “Aquí no atan a los perros con longanizas”, aclara Francisco Ruiz, presidente del Consejo de españoles residentes en Suiza.

A Suiza llegan tres tipos de inmigrantes españoles. Por un lado desembarcan jóvenes muy formados, que a pesar de su talento y su esfuerzo académico no encuentran empresa ni Administración que en España sea capaz de traducir su potencial en forma de contrato laboral. Luego están los familiares de emigrantes de los años sesenta y setenta, de los que llegaban con la maleta de cartón y que ahora conocen el país, y están lo suficientemente asentados como para apoyar a su familia. Están también los becarios que se forman en las instituciones internacionales como Naciones Unidas. Y por último, familias —parte de ellas latinoamericanas nacionalizadas en España— que huyen de la crisis con una mano delante y otra atrás y que recalan en Suiza en condiciones precarias.

Ruiz sostiene que muchos españoles no son conscientes de lo cara que es la vida en Suiza y que algunos acaban durmiendo en furgonetas y en los albergues. “Pedimos al Gobierno español que ponga a gente para ayudar a los que aterrizan aquí”, afirma.

En un parque de Zúrich, un grupo de jóvenes arquitectos españoles extiende una manta en el suelo y empiezan a sacar fiambre y bebidas que han comprado en el supermercado. Son amigos y han ido llegando a Suiza en cadena durante los dos últimos años. Primero hicieron prácticas por las que cobraron 2.400 euros al mes. Luego, les contrataron en firme por unos 3.200 euros. Carlos Jiménez trabajaba de arquitecto en España donde cobraba 700 euros al mes y los dos últimos no llegó siquiera a cobrarlos. “En España es normal violar los derechos laborales. Aquí, está mal visto socialmente. Aquí es impensable que un jefe se pase con sus trabajadores”. A su lado se sienta Juan Crevillén, también arquitecto, que llegó a Suiza desde Londres, donde fregaba suelos. “Cuando me ofrecieron esto no lo dudé”, informa.

La mayoría de los trabajadores extranjeros trabajan en Suiza en los bancos o en empresas informáticas, según los datos que aporta la consejería de trabajo española en Berna. El consejero, Francisco José López, explica que cada vez más españoles que están pensando en emigrar se ponen en contacto con ellos para pedir información. El año pasado, recibieron 25.639 consultas en las oficinas de empleo. En la consejería les indican qué webs les pueden ayudar para contactar con las empresas y sobre todo les advierten de las cuestiones fundamentales a tener en cuenta. “Una persona necesita aproximadamente unos 2.000 francos para subsistir”, es una de las advertencias. Otra, que sin hablar alemán o francés es muy difícil encontrar trabajo y por último, la importancia de informarse sobre si la titulación española del emigrante es homologable en Suiza. “Antes de venir es absolutamente necesario que se informen adecuadamente”, recalca López.

La arquitecta de interiores Elena Plantón es de las que se informó bien, gracias a su familia, antiguos emigrantes. Sus tíos le proporcionan ahora mesa y mantel en Kreuzlinge, en el norte del país. Llegó hace mes y medio a Suiza, después de una travesía en el desierto laboral español. “Eché por lo menos 2.000 currículos por Internet, pero solo me llamaron una vez. El problema es que siempre piden experiencia, pero nadie te da la primera oportunidad”. Y sigue: “Yo quería trabajar de lo que fuera”. Sus padres emigraron a Suiza a finales de los sesenta. Su padre trabajaba en una empresa de limpieza, su madre en una fábrica textil. Sus padres volvieron a España y ahora es a ella a la que le toca emigrar. De momento está estudiando alemán en Constanza y calcula que necesitará otros seis meses para tener un nivel que le permita empezar a buscar trabajo.

En Suiza, una cajera de supermercado puede llegar a ganar en torno a 3.600 euros, pero encontrar un piso por menos de 1.200 euros es poco menos que imposible. Luego hay que abonar el seguro de salud privado y obligatorio y los impuestos. Todo eso, antes de empezar a pagar luz, agua, coche y comida, en un país en el que el autobús cuesta algo más de tres euros. Los gastos de vivir una semana en Suiza son como los de vivir un mes en España, calculan algunos emigrantes.

Paco, un carpintero murciano de 32 años, conoce de primera mano la carestía de la vida suiza. Lleva cinco meses en Zúrich y parte de ellos los ha pasado en un hostal, donde compartía habitación con otros 11 inmigrantes. Ahora, el dueño del restaurante español en el que trabaja le cede una habitación para vivir. “Llevaba tres años buscando trabajo en España. Vendí mi coche y decidí probar suerte”. Ahora friega platos. No puede trabajar de cara al público porque no habla alemán. Por su trabajo cobra unos 2.000 euros con el seguro médico incluido. El restaurante en el que trabaja es un buen termómetro de las oscilaciones del mercado laboral en España. Esta semana 15 españoles han llamado a la puerta del restaurante Típico Moreno. Paco se siente afortunado. Sobre todo dice, si piensa en las condiciones laborales de sus amigos de Murcia. “Allí en la hostelería ganan 600 euros por trabajar 12 horas”.

A las dificultades que surgen del país de acogida se le añaden las de España, el país de origen. Los recortes españoles afectan a los servicios destinados a los emigrantes. Estos días, la comunidad española en Suiza hace campaña y se manifiesta contra el recorte de los cursos de español para los hijos y nietos de los emigrantes. “La gente está muy enfadada”, explica Ruiz.

Un cierto aumento de trabajadores europeos —la mayoría alemanes— que en los últimos años han emigrado a Suiza ha sembrado además el nerviosismo entre los suizos que barajan poner más límites en las fronteras para proteger su mercado laboral. De momento, la reciente activación de la llamada cláusula de salvaguarda, a pesar de haber desatado una cierta tormenta política con Bruselas, no ha supuesto un cambio sustancial para los españoles y resto de europeos que planean asentarse en Suiza, como confirman diversas fuentes diplomáticas europeas.

Y mientras en España potenciales emigrantes echan cuentas y sopesan dar el paso, en el parque de Zúrich cae la noche y los jóvenes arquitectos apuran sus viandas. ¿Volveríais a España si tuvierais trabajo en vuestro país? “¡Mañana!”, gritan al unísono entre carcajadas.

Fuente: Elpais.com (8/9/13)

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