El desempleo juvenil genera preocupaciones crecientes. Con una tasa de paro que según las últimas cifras de Eurostat supera el 50%, los jóvenes se enfrentan a un difícil situación. Pero la clave, además de sueldos más bajos, es la cualificación para los puestos existentes, algo que no tiene nada que ver con la formación recibida ni con la llamada sobrecualificación por exceso de estudios.
La destrucción de empleos en el sector de la construcción, donde habían recalado muchos trabajadores en la época del boom inmobiliario, ha agravado el problema de un mercado laboral marcado por la temporalidad y asediado por la crisis económica.
Las estadísticas hablan de que un número cada vez mayor de parados de larga duración y de jóvenes que se encuentran con carreras universitarias que no tiene salida, experiencia laboral insuficiente o en el sector equivocado, o escasa capacitación para un puesto concreto.
En este contexto, el problema es que el escenario ha cambiado y muchos jóvenes no se dan cuenta, según asegura el economista del IE Business School Fernando Fernández a Bloomberg. El frenazo en el ladrillo ha dejado en la calle a jóvenes que interrumpieron su formación académica atraídos por los sueldos elevados, que podían ser de hasta 2.500 euros al mes, explica.
Ahora, muchos de ellos «esperan en vano otro empleo que les pague igual de bien. Esperan obtener un trabajo comparable y eso no es posible, hay un problema con las expectativas», afirma. Y esto supone un problema, ya que «no puedes aspirar a cobrar esos salarios si no tienes una educación», añade.
De acuerdo con los datos de cierre de abril publicados por Eurostat, la oficina estadística europea, más de la mitad de los españoles con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años no trabajan. Además, desde Bruselas alertan de que el número de jóvenes que tampoco estudian va en aumento y que la situación actual tendrá un impacto «serio» a corto y largo plazo sobre la sociedad.
«En lugar de formar una familia y cimentar sus carreras, mucha gente joven pasa los días jugando a la consola y viendo la televisión», asegura Katherine Newman, una socióloga de la universidad estadounidenses Johns Hopkins University que ha elaborado un estudio sobre empleo y familias en España. La consecuencia es que sus aptitudes se que quedan «estancadas» y empeoran a medida que pasan más tiempo inactivos, con lo que muchos se exponen al riesgo de quedarse atrás de forma permanente, agrega. «Para el resto de sus vidas, quedan perjudicados. No recuperan su ocupación y sus sueldos quedan deprimidos durante décadas», concluye Newman.
Antes de que el Gobierno de Mariano Rajoy pusiera en marcha la reforma laboral, desde varias instituciones, como el Banco Central Europeo (BCE) o el FMI se pedía una devaluación de salarios que fomentase la competitividad y se proponían fórmulas como la de los minijobs, contratos para puestos de «escasa consideración» con una remuneración máxima de 400 euros al mes.
Finalmente, entre otras medidas ha optado por impulsar un contrato en prácticas para empresas de hasta 50 empleados con un año de despido libre. Además, ha tratado de reducir la temporalidad, una de las principales causas del desempleo que azota a España.
«El sistema de trabajo temporal está en la base del paro récord de España», asegura Juan Dolado, profesor de Economía en la Universidad Carlos III, en Madrid. En 2011, el 52,1%, dejó de trabajar por haber finalizado su contrato, frente al 23,3% por despido o supresión de puesto de trabajo. Para este año, el panorama no se presenta mejor en materia de contratación y tampoco en cuanto a salarios: permanecerán congelados y, en muchos casos se reducirán.
Fuente: Eleconomista.es (7/6/2012)
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