La historia de Kevin Plank (Kensington, Maryland, 1972) es la clásica historia del emprendedor estadounidense. La de los garajes, los trucos para sacar algunos cientos de dólares siendo adolescente vendiendo lo que podía y la del éxito, convertido 50 años después en una de las personas más importantes del mundo de la ropa deportiva. Plank es el fundador de Under Armour, la quinta marca con mayor valor de mercado del sector, por detrás de Nike, Adidas, Puma y Asics. 3.960 millones de dólares que ha logrado alcanzar en apenas dos décadas de trabajo. Un sprint asentado gracias a las flores, a una película y a los jugadores de fútbol americano.
En Frankfurt, a donde aterriza para celebrar el nacimiento de la primera ‘Baselayer‘ de la marca y para ver un partido de la NFL, Plank resume a EL MUNDO su viaje hasta la cima. «De pequeño, cuando no había colegio por el mal tiempo, quitaba nieve de las casas por unos dólares extra. También cortaba el césped de mis vecinos, vendía pulseras en conciertos… Y luego cuando llegué a la Universidad de Maryland, conseguí el dinero inicial para Under Armour a base de vender rosas. Lo hacía en el Día de San Valentín. En el primer año vendí 100 docenas de flores. En el segundo, 250. En el tercero, 600. Y en mi último año 1.500. Conseguí 17.000 dólares«, cuenta.
Con esos 17.000 dólares se atrevió a cambiar la imagen de los jugadores de fútbol americano. Así de simple, así de contundente. Hasta la idea de Plank, los jugadores usaban camisetas de algodón debajo de la equipación oficial de sus equipos. Camisetas pesadas, que con la lluvia o el barro pesaban todavía más y se hacían aún más incómodos. Él decidió probar en la parte superior del cuerpo el mismo material que se usaba para los pantalones. Más ligero, más cómodo, más caliente. Así fue su primera ‘Baselayer’.
«Yo sabía que no iba a jugar en la NFL, pero era un apasionado del fútbol americano y quería compaginar el ser emprendedor con mi pasión por el deporte. Jugué al fútbol americano en la Universidad de Maryland y descubrí que ni a mí ni a mis compañeros nos gustaba la camiseta de algodón que se usaba debajo de la equipación del equipo. Era de algodón, de manga corta en verano y manga larga en invierno. Tenía que haber una idea mejor, algo similar a los pantalones cortos de compresión», cuenta. Y la había.
«Pensé: ¿por qué nadie usa esa comprensión en la parte superior? Lo más parecido era lo que usaban los ciclistas en el Tour de Francia o los esquiadores, pero los atletas vestían con algodón. La idea fue simple. Fui a una tienda local, compré algo de material, elástico, ligero y fresco, lo llevé a un sastre local y le pedí 7 camisetas, 7 prototipos. Se las di a mis compañeros y les encantó, y también a un compañero del equipo de béisbol y a otro de Lacrosse. Y lo mismo. Así que necesitaba aprender a fabricar más».
Antes de Under Armour, los atletas usaban camisetas de algodón que se empapaban de sudor o eran demasiado grandes e incómodas. Ahora, si observa a los jugadores de fútbol de LaLiga, por ejemplo, verán que debajo de la camiseta visten unas térmicas para el frío. Under Armour lo empezó todo.
«Al salir de la Universidad y aprovechando la red que había construido, con 50 o 60 atletas, el proyecto creció. Algunos incluso habían llegado a la NFL. Les pedí que se llevaran camisetas a sus franquicias de la liga y que las repartieran. Quisieron más, muchas más, todo pasó rapidísimo. Era 1996 y nuestro producto ya estaba creciendo una barbaridad. Me instalé en Georgetown, donde vivía mi abuela, en el piso de arriba».
De 18.000 dólares a 5.000 millones
El primer año de Under Armour consiguió ingresar 18.000 dólares, después 110.000, en el tercero un millón, en el cuarto cuatro y en el quinto 5 millones. En 10 años ya habían salido a bolsa y habían alcanzado los 300 millones. En los siguientes cinco pasaron de 300 a superar los mil millones en ingresos y los siguientes cinco saltaron la barrera de los 5.000 millones en ingresos. «Siempre supe que no iba a trabajar para alguien, que iba a ser emprendedor, pero no tenía esa visión de construir la próxima gran marca deportiva global», confiesa. Pero lo hizo.
En esa explosión de apenas dos décadas, Under Armour vivió su gran ‘boom’ gracias a la película ‘Un domingo cualquiera‘, protagonizada por Al Pacino y estrenada en 1999, en la que el actor se pone en la piel de un entrenador de fútbol americano. «Estábamos comenzando, éramos una marca de un millón de dólares, más o menos. Fui a un partido entre los 49ers y los Redskins y me encontré a un amigo que estaba participando en la película y me contó sobre ella, que iba de un equipo de fútbol americano y tal. Investigué un poco y les envié camisetas y muchísimas cartas. Y me contestaron encantados. La ropa iba a ser casi un personaje más de la película y nos pagaron 50.000 dólares».
‘Un domingo cualquiera’ se estrenó el 25 de diciembre de 1999 y en ese momento Plank se quedó «sin dinero«. «Lo gastamos todo para la película. No la habíamos visto, pero pensábamos que tendríamos una buena exposición». La realidad lo superó todo. «Nos habíamos dejado los últimos 25.000 dólares en un anuncio en ESPN y a las dos semanas ya habíamos obtenido 800.000«.
Fuente: elmundo.es (9/1/24) pixabay.com