La pandemia de coronavirus que llevamos sufriendo desde que comenzara el año 2020 ha dado lugar a que buena parte de la población haya abrazado definitivamente el comercio digital. Los más jóvenes de la casa ya llevan varios años acostumbrados a las compras ‘online’, una manera sencilla de poder adquirir aquello que desees desde tu propia casa. Pero precisamente el covid-19 y el consiguiente confinamiento a nivel mundial al que nos hemos visto sometidos han generado una oleada de transacciones digitales como nunca antes se había visto. Tanto, que incluso algunos países se ven en problemas: Japón se está quedando sin tarjetas de crédito.
El país nipón es uno de los más poblados del mundo, con 126,5 millones de personas en su interior, y es la tercera economía del mundo por volumen del PIB. Desde hace varias décadas, Japón puede presumir de ser uno de los países más punteros en el desarrollo de nuevas tecnologías, siendo su población posiblemente una de las mayores consumidoras de estos elementos de todo el mundo. Y, curiosamente, la pandemia de coronavirus no solo no ha frenado el consumo, sino que en muchas ocasiones lo ha incrementado de manera exponencial. Eso es, precisamente, lo que ha pasado en el país asiático.
El significativo incremento del comercio ‘online’ en el país japonés ha conllevado la emisión descontrolada de tarjetas de crédito, fundamentales para poder acceder a cualquier tipo de compra en la red. Y, aunque pueda parecer difícil de creer, las numerosas adquisiciones de este tipo de elemento financiero por parte de la población nipona han dado lugar a que los bancos se encuentren con un problema: se están quedando sin números de tarjetas de crédito. Según los últimos datos oficiales, de marzo de 2019, el número total de tarjetas de crédito en Japón era de 283 millones en el último medio año. Si el crecimiento de peticiones de las nuevas sigue el mismo ritmo, se calcula que para el año 2025 ya no quedarán combinaciones posibles.
Pero, además del coronavirus, una nueva situación social ha impulsado a los japoneses a adquirir de manera masiva tarjetas de crédito: las recompensas. El pasado año, el Gobierno de Japón decidió poner en marcha un novedoso sistema de puntos por las transacciones digitales, con el objetivo de acabar con el blanqueo de capitales y con las operaciones en B de su país, para luchar contra el mercado negro. Así, por cada operación que se realiza con una tarjeta de crédito en lugar de con efectivo, el usuario es recompensado con puntos que luego puede utilizar para conseguir diversas recompensas, según explica ‘The Manichi’.
Las tarjetas de crédito cuentan con 16 dígitos. Existen, aproximadamente, unas 280 compañías que se encargan de emitirlas, todas ellas siguiendo el mismo patrón: los primeros seis dígitos son el número de identificación del emisor, y sirven para saber qué tipo de tarjeta es, a qué compañía pertenece o el país que la ha puesto en funcionamiento, entre otras cosas; los 10 dígitos restantes son los que sirven para identificar tanto al dueño de la tarjeta como la cuenta a la que pertenece. Pero en estos primeros meses de 2020, se han emitido tantas tarjetas que las compañías se han dado cuenta de que pronto se quedarán sin números para generar combinaciones.
Evidentemente, el sistema parte con la limitación de que los primeros seis dígitos son fijos y, por tanto, no se puede jugar con ellos a la hora de crear una combinación concreta. Por ello, a pesar de contar con millones de combinaciones, las entidades financieras que operan en Japón están encontrándose con el problema de que, a este ritmo de emisión, en solo cinco años, para 2025, podrían haber copado por completo el total de cifras disponibles. Sobre la mesa se están intentando poner varias soluciones, pero parece que la más viable es el aumento del número de combinaciones en la tarjeta, lo que supone un problema para Japón.
Hace algunos años, ya se valoró esta situación, ante la posibilidad de que en un momento determinado pudiera ocurrir que el número total de combinaciones llegase a su límite. Sin embargo, los expertos anunciaron que cambiar todo el sistema de tarjetas sería realmente costoso, por lo que se decidió que se reutilizaran los números de tarjetas que en algún momento habían sido dadas de baja, frente al coste que supondría aumentar el número de cifras de la tarjeta. Este simple cambio implicaría una importante reforma del sistema en todos sus aspectos, que a su vez conllevaría un importante gasto económico.
No solo sería cuestión de emitir tarjetas con cuatro dígitos más que permitan incrementar el número de combinaciones, sino que habría que analizar si es necesario que toda aquella tarjeta de 16 dígitos sea cambiada por otras de 20 o si ambos sistemas pueden convivir, estudiar todos los aspectos legales de dicho cambio e, incluso, analizar todos los elementos de seguridad contra fraudes y falsificaciones, algo que los expertos calculan que podría tener un coste cercano a los 1.000 millones de euros. «Aunque queremos evitar aumentar la cantidad de dígitos tanto como sea posible, creo que, en última instancia, nuestra única opción es asumir la carga de los gastos por nuestra cuenta«, explica un funcionario de una compañía de tarjetas a ‘The Manichi’. Una solución que se antoja complicada.
Fuente: Elconfidencial.com (28/8/20) Pixabay.com