J.P Morgan, el banquero que inspiró la mascota del Monopoly

Tal fue el poder de John Pierpont Morgan (J.P. Morgan) que en 1907 el PIB de Estados Unidos era de 34,17 billones de dólares sobre los que el banquero controlaba 22 billones a través de un centenar de corporaciones. En pocas palabras, poseía 2/3 del PIB de la nación. Decían que era capaz de manipular a la Casa Blanca y, por ende, al presidente. Uno de ellos, Franklin D. Roosevelt (1882-1945) llegó a confesar que él era quien realmente controlaba el país.

Si el apellido les suena es porque el J.P. Morgan Chase es la institución bancaria más importante de EEUU cuyo germen hay que buscarlo en la J. P. Morgan & Company, fundada en 1885 y que popularmente se conoció como la Banca Morgan. Es más, se cuenta que la mascota del Monopoly está basada en su figura.

Nació en una cuna de oro en 1837 y a la muerte de su progenitor heredó 15 millones de dólares. No le costó abrirse camino en los negocios, sin embargo, durante su vida estuvo muy acomplejado de su físico debido a las consecuencias de la rosácea, entre ellas, tener una nariz enorme, deformada y con el color y la textura de una fresa. Por eso detestaba que le tomaran fotografías y si alguien se atrevía a hacerlo sin permiso se liaba a bastonazos.

Tampoco le agradaba que le pintaran retratos, por lo que exigía que primero le fotografiara un profesional y tras el debido retoque daba su consentimiento para que el óleo se asemejara a la foto. Otra de las cosas que menos le gustaba era posar durante largo rato sin hacer nada.

Durante su adolescencia estuvo internado en un centro en las Azores para curarse de la fiebre reumática pero en los negocios, este defecto parecía no importarle. Sus 188 cm de altura y su penetrante mirada imponían de tal manera a sus adversarios que a duras penas le aguantaban el contacto visual. ¿El resultado? No se firmaban acuerdos. A Morgan no le preocupaba. Era consciente de su influencia.

No en vano él fue el creador de la General Electric, ayudó a financiar las líneas de ferrocarril de EEUU llegando a poseer un tercio de la red y tras comprarle la empresa a Andrew Carnegie por 480 millones de dólares controló alrededor del 70% de la producción de acero americana con US, la primera empresa valorada en mil millones de dólares. Su técnica en los negocios se conoció como ‘morganización’. Siempre se mantuvo fiel a su lema: «un hombre siempre tiene dos razones para hacer lo que hace, la buena y… la verdadera».

Para calmar el estrés en los negocios solía jugar al solitario, coleccionaba autógrafos de presidentes y se identificaba con Napoleón por su apetito insaciable de poder. Tal era su modus operandi que J.P. Morgan gestó lo que luego sería la Reserva Federal. Cuando Estados Unidos sufrió una terrible crisis económica en 1907, el banquero citó clandestinamente en la biblioteca de su mansión de 45 habitaciones en Manhattan a diferentes colegas con el fin de inyectar liquidez a la economía.

Con ese movimiento demostró que podía manipular el mercado y el gobierno en su propio beneficio. Situación que incomodaba a Roosevelt que era conocido por sus ideales antimonopolistas. No era la primera vez que se le consideraba un salvador ya que en la depresión económica de 1893 tuvo un rol clave para evitar el colapso.

Pero John Pierpont habría dado gran parte de su fortuna por haber mantenido con vida a su primera mujer, Mimi Sturges, que enfermó de tuberculosis. Consciente del poco tiempo que le quedaba, el millonario no dudó en casarse con ella en 1861 y subirla en brazos por las escaleras de la iglesia. Cuatro meses después falleció sumiéndole en una gran depresión. Sin embargo, le urgía tener descendencia.

Entonces, dio el «sí, quiero» a Frances Louisa Tracy en 1865, con quien tuvo cuatro hijos, entre ellos, el heredero, Jack. Aquella relación nunca estuvo basada en un amor y John tuvo varias relaciones extramatrimoniales, entre ellas, con su bibliotecaria personal Belle da Costa Greene, hija de Richard Theodore Greene, el primer negro graduado en Harvard.

Considerado el banquero más poderoso del mundo John Pierpont Jr. invirtió gran parte de su dinero en obras de arte de grandes maestros de la luz que donó en su gran mayoría al Museo Metropolitano de Nueva York.

El banquero falleció en 1913 en Egipto mientras dormía pero su hijo Jack heredó otras pinturas, como el retrato de Giovanna Tornabuoni de Ghirlandaio, que vendió a Heinrich Thyssen, I barón Thyssen-Bornemisza, suegro de Tita Cervera, que lo colgó en la residencia familiar de Lugano (Suiza) y actualmente se puede ver en el museo Thyssen de Madrid.

Para enriquecer aún más a la familia y apuntalar las bases del sector bancario, uno de los hijos de Jack fue Henry Sturgis Morgan, socio fundador de Morgan Stanley, multinacional financiera que trabaja con gobiernos, empresas y particulares.

Fuente: elmundo.com (28/8/22) pixabay.com

Más información:

Video biografía J.P. Morgan

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