El Gobierno del primer ministro Enrico Letta tiene desde este martes una nueva arma contra el fraude fiscal en Italia: el rentómetro o gastómetro. Un sistema informático que cruza datos de los gastos que un contribuyente hace cada año, deduce cuál debería ser su renta y la compara con su renta declarada al fisco.
El pequeño empresario del productivo nordeste que olvida declarar parte de su facturación; el matrimonio que regenta una casa rural en Sicilia y cobra en negro a los turistas o quien oculta sus ahorros al otro lado de la frontera. Son los protagonistas de la economía sumergida en Italia. Cada año, según el Instituto Nacional de Estadística (Istat), los italianos se guardan en el bolsillo 120.000 millones en impuestos no pagados, casi el 18% del PIB. En 2012, Hacienda pudo recuperar solo 12.000 millones en la lucha contra el fraude.
Los Gobiernos han cambiado de color y de programa, pero se han mantenido firmes en la elaboración del gastómetro. Tras tres años de polémicas y pruebas, el software fiscal ya ha empezado a trabajar para buscar a “los evasores más descarados”, como los define Sergio Mazzei, portavoz de la agencia tributaria italiana.
“Si hay una diferencia inferior al 20% entre gastos e ingresos declarados no hay ningún problema. Si resulta ser superior, significa que estamos ante un posible defraudador”, dice Mazzei. “El contribuyente es citado y puede justificar la diferencia si puede demostrar que se compró un yate porque ganó a la lotería o porque su abuela le prestó dinero. Pero si no puede, se le aplicarán nuevos controles”.
El procedimiento se basa en un principio de una lógica irreprensible. “Si gasto 100 no puedo ganar menos de 80”, sintetiza Gianluca Campana, coronel de la Guardia de Finanzas, una especie de policía fiscal en Italia. “El gastómetro controla el tren de vida que lleva cada persona y averigua si coincide con lo que dice ingresar o poseer”, ironiza.
Antes de finales de año los ordenadores de Hacienda cribarán las declaraciones de unas 35.000 personas, controlando sus gastos a partir del ejercicio fiscal 2009. No son muchas, considerado que en Italia viven más de 60 millones de personas. “Cruzamos más de cien elementos para trazar una suma lo más detallada posible de compras y gastos. No miramos solo los consumos de lujo, sino también los cotidianos”, explica un portavoz de Hacienda. Consultando los registros tributarios es posible saber cuánto paga un contribuyente por el seguro de su coche, por las facturas de luz de su hogar, si ha ingresado dinero en el extranjero o si lo ha recibido, si ha comprado o vendido una moto, un barco u otros vehículos. Hay más datos. “Controlamos los hobbies, los gastos para el gimnasio, los viajes o si se paga una hipoteca. Verificamos todas las compras por encima de los 3.600 euros, pero las más bajas también dejan rastro, ya que en Italia no se puede pagar más de 1.000 euros en efectivo”, puntualizan en la agencia tributaria. Al dinero efectivamente gastado, se le añade una suma en función de los gastos de la vida cotidiana, desde la comida a la gasolina. Estos valores que se calculan según la edad, el tipo de empleo y la composición de la familia.
El rentómetro o gastómetro es como un Gran Hermano que escudriña el bolsillo de los italianos. Por eso ha suscitado muchas polémicas al ser considerado un método invasivo porque no respeta la privacidad de los ciudadanos y establece la presunción de culpabilidad frente a Hacienda.
Por otro lado, algunos comerciantes, sobre todo los que venden bienes de lujo como arte o joyas, han expresado su temor a que estos controles acaben por desmotivar a los posibles compradores. “Si todo está en regla y es legal, no hay nada de qué preocuparse. Solo controlamos las discrepancias garrafales entre el nivel de compras y las declaraciones de ingresos. Los pequeños ahorradores no tienen nada que temer”, tranquiliza Mazzei.
El economista Francesco Daveri, catedrático en la Universidad de Parma, coincide con el diagnóstico: “Es injustificado el clima de terror que se quiere sembrar en las relaciones entre el italiano que cumple con su deber y el Estado. Los que serán controlados serán los casos de evidente diferencia entre ingresos y gastos. Este proyecto lo comparto y me parece útil”, declaró a la cadena de noticias SkyTg24.
El gastómetro, sin embargo, nada puede contra los evasores más difíciles de cazar, los que nunca en su vida presentaron una declaración fiscal. Son verdaderos fantasmas para Hacienda, que sin embargo “disfrutan de los servicios públicos que no contribuyeron a pagar”, advierte el coronel Campana. “El año pasado detectamos a 8.617 grandes evasores que disponían de un patrimonio total de 34.000 millones de euros que estaba escondido por completo”, concluye el oficial de la Guardia de Finanzas.
Fuente: Elpais.es (20/8/13)
Cazados por la Agencia Tributaria tras comprarse un Ferrari
Hace ya algunos años que los inspectores de Hacienda empezaron a investigar los signos externos de riqueza como indicio relevante para detectar casos de fraude fiscal.
Entonces, los servicios de Inspección de la Agencia Tributaria detectaron que la ocultación sistemática de ingresos a ojos de Hacienda en las declaraciones fiscales de estos contribuyentes de riesgo, no siempre iba acompañada de una discreción similar en sus hábitos de consumo.
Es decir, en no pocas ocasiones se encontraron con contribuyentes que declaraban unos ingresos normalitos y que, sin embargo, se movían en lujosos deportivos, surcaban las aguas en fastuosos yates o vivían en auténticos palacetes.
Descubierto el desvarío, la operativa de la Inspección era sencilla: «¿Cómo demonios se ha pagado usted este coche con ese sueldo?». Las balbuceantes o imaginativas explicaciones de los contribuyentes cazados solían acaban siempre en lo mismo: un acta de inspección.
El desplome del ladrillo no ha evitado que la Agencia Tributaria persista en esta línea de investigación, que en 2012 ha generado actas de inspección a profesionales por valor de 10 millones de euros.
Pisos vacíos…que pagan un pico en la factura de la luz
Otra línea de investigación que ha abierto en los últimos meses la Agencia Tributaria es la explotación y análisis de los datos de consumo eléctrico de las viviendas.
La Inspección de Hacienda sospechaba que había una importante bolsa de viviendas que se declaraban como vacías y que, sin embargo, generaban rentas por alquiler no declaradas.
Para acotar ese universo, Hacienda solicitó en 2011 a las compañías eléctricas las cifras de consumo de las viviendas y comenzó a chequear los datos de las viviendas declaradas como vacías.
El año pasado ese análisis dio como resultado el inicio de 4.700 actuaciones de investigación y, según la Agencia Tributaria, en algunas áreas geográficas el porcentaje de alquileres no declarados sobre los investigados ha llegado hasta el 75%.
Otra vía de actuación en el ámbito inmobiliario es el rastreo de viviendas declaradas como residencia habitual, para beneficiarase de las deducciones fiscales sobre la misma, y que en realidad son segundas viviendas. En este caso, se ha detectado riesgo fiscal en el 70% de los casos analizados.
Más ingresos de la lucha contra el fraude
Éstas y otras actuaciones de control han permitido que en 2012 los resultados de la lucha contra el fraude hayan mejorado un 10,9% hasta los 11.517 millones de euros.
Hacienda se ha ufanado de que una buena parte de la mejora de estos resultados se ha debido a las actas levantadas por la Delegación de Grandes Contribuyentes, aquella que controla a las empresas de mayor tamaño y a los mayores patrimonios particulares.
En 2012 un tercio de la recaudación total por lucha contra el fraude fiscal provino de ese perfil de contribuyentes, cuando en 2011 apenas significó el 28,8%.
Aunque la Agencia Tributaria no ha proporcionado datos concretos al respecto, una parte de esa mejora podría deberse al efecto arrastre de la amnistía fiscal sobre las regularizaciones en otros impuestos como el IVA.
De hecho, los ingresos por declaraciones extemporáneas presentadas por contribuyentes en 2012 se incrementaron un 7,5% respecto a 2011, sumando 1.076 millones de euros. A este capítulo cabría imputar la recaudación por regularizaciones en el IVA dentro del proceso de amnistía fiscal.
Por el contrario, otras partidas han aportados menos ingresos que en años anteriores, como, por ejemplo, los 40 millones de euros por delito fiscal.
Fuente: Lainformacion.com (12/3/2013)
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