La inesperada noticia del fallecimiento de Isak Andic, fundador de Mango, es un duro golpe para su familia, sus colaboradores y el mundo empresarial español. Más allá de algunos hitos muy relevantes, como el crecimiento de Mango, su enorme presencia internacional o su peso en el tejido empresarial español, Isak ha sido un empresario valiente y visionario, capaz de mirar a largo plazo y de trabajar muchísimo para hacer realidad un proyecto empresarial. Esas cualidades son un reflejo de la persona de Isak.
A fuerza de simplificar, Mango ha vivido tres grandes etapas, todas marcadas por el liderazgo de Isak. La primera abarca desde su fundación hasta la década de los 2010. Después de unos orígenes humildes en 1984 con una tienda en Barcelona, el innovador concepto de moda de calidad a precios asequibles y distribución de calidad que Isak impulsó abrió una etapa de rápido crecimiento, primero en España y muy pronto en toda Europa. Mango fue introduciendo diseño y moda propia, hasta marcar su estilo. Fue además pionera en el comercio online en España a partir de finales de los años 1990. El fuerte crecimiento de Mango se apoyaba en una visión clara y un modelo de negocio muy innovador que le permitió entrar y crecer en muchos mercados internacionales. Isak era el cerebro y el alma de aquella expansión. Era un empresario creativo e innovador, que miraba a largo plazo, con un proyecto magnánimo e internacional, movilizando a su equipo e impulsando el crecimiento.
Hace unos quince años, el sector de la moda en el mundo occidental comenzó a cambiar. Mango tenía un buen posicionamiento y resistió inicialmente el envite. Isak dejó las riendas a un nuevo equipo. Sin embargo, los cambios en el sector, los nuevos comportamientos del consumidor y la fuerte competencia en muchos países hicieron mella en los resultados de Mango. La magia de Mango había desaparecido y el crecimiento se estancó. Isak volvió a la sala de máquinas para impulsar la transformación de Mango. Junto a la mayor parte de directivos de Mango que le había acompañado durante años, incorporó al equipo a Toni Ruiz, primero como director financiero en el 2015 y después como director general en el 2018 y consejero delegado en 2020.
Con la ayuda de Toni y del equipo directivo –del que forma parte su hijo, Jonathan Andic, gran impulsor de la división Man–, Isak asumió una tarea muy compleja: cambiar una buena parte del modelo de negocio de Mango para adaptarse a un mundo nuevo. Este cambio siempre es complejo. En el caso de Isak, fue aún más difícil porque tuvo que dejar de lado una buena parte de sus ideas centrales. En esta segunda etapa, preguntaba mucho, escuchaba otros puntos de vista y tuvo un capacidad enorme de no conformarse y hacer autocrítica.
En unos pocos años, Isak, Toni y el equipo habían dado la vuelta a la situación. Isak seguía mirando a largo plazo, cuidando mucho la calidad del producto y la experiencia del consumidor. Hablaba del retorno al ADN y valores de Mango. Resistió la tentación de tirar la toalla o vender la empresa a otra, y reinvirtió en la empresa los recursos necesarios para sanearla y prepararla, con un gran equipo y con la mejor tecnología disponible en el sector retail.
Una lección importante de esos años es su perseverancia. Nunca dejó de mirar a largo plazo, con una capacidad de rectificación y de aprendizaje rápido ante decisiones erróneas. Isak era muy observador, preguntaba lo que no sabía y agradecía que se le llevara la contraria en sus planteamientos.
Desde 2018, con Toni Ruiz como primer ejecutivo y después socio de Isak, Mango ha protagonizado un crecimiento internacional espectacular, con unos resultados destacados. Hoy, Mango es de nuevo una empresa de moda internacional de referencia, innovadora, con diseño propio, un parque de tiendas muy renovado con más de 2.700 tiendas, una tecnología avanzada y una presencia verdaderamente global.
Durante estos últimos años, Isak seguía mirando al futuro. Estaba muy involucrado en instituciones como el IESE y otros centros educativos y de investigación de primer nivel internacional. Siguiendo algunas ideas de Mariano Puig, su gran amigo, a partir del 2019, Isak pasó de “hacer” y “hacer a hacer”, a “dejar de hacer”. Quiso dejar todo el poder ejecutivo de la empresa en manos de Toni Ruiz y el equipo directivo. Él se quedó como presidente no ejecutivo. Durante estos años impulsó la mejora de la calidad del gobierno de Mango, se preocupó de dar todo el apoyo al equipo directivo y seguía movilizando e ilusionando a las personas.
Isak deja un legado magnífico, no solo con una empresa de primer nivel internacional, sino con unos valores orientados al largo plazo, a los clientes, a los colaboradores y a su impacto positivo en la sociedad. Isak era muy agradecido. Tenía un sentido trascendente y daba gracias a Dios con frecuencia por los muchos dones que había recibido. Era agradecido con las personas, ayudándoles a crecer y a desarrollarse.
Uno de sus orgullos eran los miles de puestos de trabajo creados en España y en todo el mundo, y las familias que vivían de ellos. Quería devolver a la sociedad todo lo que había recibido. En esta última temporada, repetía que su principal papel era dar apoyo a su equipo, y lo ha hecho: deja un equipo directivo de primer nivel internacional.
Seguro que con el apoyo de la familia accionista y el impulso del equipo directivo, Mango seguirá escribiendo páginas brillantes como empresa española con un relevante liderazgo internacional.
Fuente: expansion.com (16/12/24) pixabay.com