Las Bolsas están revueltas. Y casi siempre son una mala inversión a largo plazo como prueba el hecho de que quien haya invertido en algunas de los grandes mercados europeos o en Wall Street desde el año 2000 ha cosechado rentabilidades negativas. La deuda pública a corto plazo apenas es retribuida o tienen interés negativo. Y los bancos han dejado de retribuir los depósitos e incluso sus mejores clientes no consiguen ni un 0,5% anual de interés en un plazo fijo. La política de tipos bajos llevada a cabo por los principales bancos centrales como el Banco Central Europeo, la Reserva Federal o el Banco de Japón, por citar a algunos, puede que sea una bendición para la economía o para quien tiene una hipoteca pero se ha convertido en una pesadilla para el ahorrador, que no sabe dónde meter su dinero sin temer a sobresaltos.
Por eso, algunos gobiernos, aprovechando esta era de tipos laxos, han comenzado a lanzar deuda pública a larguísimo plazo, más del que generalmente pueda sobrevivir el inversor. Bajo el señuelo de un atractivo interés, se aseguran una financiación de su deuda también sin sustos. El último en seguir esta práctica ha sido el Estado belga que ha anunciado este martes bonos con vencimiento a 100 años y una rentabilidad del 2,30%.
Sigue así los pasos de Irlanda que el pasado mes de marzo colocó deuda pública al plazo de un siglo ofreciendo un interés anual del 2,35% sólo ligeramente por encima del objetivo de estabilidad de precios a medio plazo del Banco Central Europeo (BCE). Las dos operaciones podrían estar concertadas puesto que ambas se desarrollaron de manera privada, y fueron gestionadas por los bancos Goldman Sachs y Nomura, según Financial Times.
La pregunta que se hacen ahora los analistas es si, en este escenario de baja inflación o deflación como el que vive la economía española, los inversores se atreverán a aparcar su dinero de por vida en emisiones de deuda pública como la que han ensayado Bélgica o Irlanda.
México ha sido el que ha ido más lejos: 1.500 millones al 4,2%
A favor de la apuesta por esas colocaciones juega el hecho de una estabilidad perpetua, a salvo de crisis cíclicas devastadoras como la última Gran Recesión. Si el inversor se ciñe al escenario actual de los intereses que pagan ahora los Estados más seguros por su deuda pública, asegurarse un 2% anual resulta esperanzador. Algunos Estados como Alemania o Suiza hace tiempo que retribuyen con tipos negativos sus emisiones a más corto plazo. España se unió a ese club en mayo de 2015 cuando consiguió colocar bonos a 5 años a un interés negativo. Y los bonos a 30 años se pagan ahora a 2,54%, casi al mismo tipo que los bonos irlandeses a 100 años.
¿Está el dinero seguro?
Pero, ¿de verdad que está el dinero seguro? Si se tiene en cuenta la historia económica de los últimos cien años desde luego que no. Ningún país está a salvo de una quiebra. Y menos aún Estados como Irlanda, que tuvo que ser rescatado en 2010 por la Unión Europea. O Bélgica, cuya deuda pública se ha disparado en los últimos años y supone el 106% del PIB. Eso sin contar con que su propia existencia como país está en entredicho casi desde su nacimiento, por la tensión entre flamencos y francófonos.
Además, confiar los ahorros a esas emisiones supone presuponer que vamos a vivir un periodo de estancamiento y baja inflación secular, un escenario macroeconómico que no se ha producido nunca por un periodo tan largo como un siglo.
Fuera de Europa, y con el riesgo añadido que lleva ser una economía emergente, México se convirtió en la primavera de 2015 en el primer emisor soberano en vender deuda con vencimiento a un siglo vista, con una rentabilidad del 4,2%, aunque a diferencia de Irlanda, el endeudamiento es una suma sustancial, de 1.500 millones de deuda denominada en euros. Otros Gobiernos como el Reino Unido han desechado este tipo de bonos, porque los fondos de pensiones y de inversión mostraron a las claras su desinterés por invertir en estos productos
Más proclives a esas emisiones longevas han sido compañías, sobre todo, las que atraviesan por problemas. La brasileña Petrobras, salpicada por todo tipo de escándalos de corrupción, emitió en 2015 bonos a 100 años por 2.500 millones de dólares y un interés del 8,45%. También la eléctrica francesa EDF logró colocar en enero de 2014 bonos a 100 años con una rentabilidad del 6,125% en una operación que alcanzó los 1.350 millones de libras (1.640 millones de euros)
Fuente: Elpais.es (26/4/16) Pixabay.com
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