Unos 700 millones de personas comerán en algunas de las 300 cafeterías que tiene en el mundo.
Esas son las estimaciones del gigante sueco que recoge The Wall Street Journal, al que parece no haber afectado el escándalo de la carne de caballo, que también le salpicó. Ikea estima que 700 millones de personas comerán en algunas de sus cafeterías repartidas entre los 300 centros que tiene la empresa por el mundo. Una idea de hace 30 años
¿Pero, de dónde surgió la idea?
Hace 30 años, Sören Hullberg, gestor de tiendas de la empresa, recibió el encargo de crear un departamento de comida. Ingvar Kamprad, el polémico y frugal fundador de Ikea, estaba preocupado porque muchos clientes paseaban por las tiendas con los estómagos vacíos. Las tiendas son enormes, y los visitantes pueden llegar exhaustos tras caminar durante horas.
Por ello, Hullberg debía encontrar un plan que fuera inequívocamente sueco y que estuviera en línea con las ideas de la empresa. La solución fueron platos sencillos y típicamente suecos: salmón, roast beef, reno ahumado y, por su parte, las albóndigas. Estos básicos fueron diseñados para formar parte de cualquier plato que siviera Ikea, ya fuera acompañado por ensalada, en sandwich o como plato principal. Aunque el menú ha evolucionado y las tiendas tienen ahora cierto margen.
Hullberg explica al diario estadounidense que dada la cantidad de visitantes de una tienda Ikea, no podían tener gran cantidad de elementos para elegir, los trabajadores no tendrían tiempo para prepararlos y los inventarios serían demasiado grandes. Tampoco Ikea se quiso involucrar en la fabricación, así que subcontrató la producción.
Aunque los menús han cambiado, la filosofía permanece. Michael La Cour, actual presidente de Ikea Food, dice que el objetivo es controlar los costes. «El menú está completamente en línea con la forma en la que desarrollamos los muebles. Empezamos por el precio final».
Con todo, la idea no tuvo mucha acogida en un principio. De hecho, Dafgard, la empresa proveedora de albóndigas y culpable del caballo que se encontró en las mismas, «se rió de nosotros» cuando les presentamos la idea en 1985, explica Hullberg. «¿Para que queréis albóndigas?», le dijeron.
Sin embargo, con el tiempo, comer en el Ikea en general y sus albóndigas en particular es una las partes esenciales de la visita a la tienda para mucha gente. Y el negocio se ha expandido más allá de la cafeteria: las albóndigas congeladas para preparar en casa también son un éxito.
Fuente: Eleconomista.es (17/10/13)
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