Un sencillo robot con cuerpo de bloques Lego, dos ruedas y una escobilla que cambiaba de rumbo cuando encontraba un obstáculo. En 1989, Joe Jonesdiseñó ese autómata para limpiar el suelo de su apartamento. «Nunca me gustó pasar la aspiradora, así que quería poder construir un robot que hiciera el trabajo por mí», explica a Teknautas.
Llamó a su útil creación Rug Warrior (algo así como el Guerrero de la Moqueta) porque se «dio cuenta de que se parecía un montón a los fantásticos vehículos de ‘Mad Max 2: El guerrero de la carretera’, la peli de Mel Gibson» y la presentó a las Olimpiadas de Robótica que celebraba el Instituto Tecnológico de Massachusetts en el que trabaja por entonces.
Ese pequeño y primitivo luchador contra las pelusas se convertiría en el antepasado de un robot doméstico que ha conquistado los suelos del mundo entero: Roomba. Sin embargo, no todos confiaron en Jones para crear una aspiradora que barriera automáticamente, según nos cuenta este inventor con más de 30 años de experiencia en robótica.
Una revolucionaria aspiradora tildada de juguete
Antes de desarrollar un robot para resolver sus propios problemas domésticos, Joe Jones había trabajado como físico experimental. Su carrera dio un giro cuando consiguió un puesto como investigador en Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT: «Descubrí que los robots son mi verdadera vocación».
Ya en los 90, consiguió un trabajo en Denning Mobile Robotics. Con ayuda de un ingeniero, Jack Shimek, desarrolló durante varias semanas un prototipo de su robot limpiasuelos que, sorprendentemente, no gustó en la compañía. «El prototipo funcionó como tenía que hacerlo, pero el presidente de Denning no estaba impresionado», relata Jones, que se enteró de que el buen señor pensaba que Jack y él estaban «jugando con juguetes«. Los dos decidieron marcharse de aquella empresa que había perdido la oportunidad de hacer realidad el Rug Warrior.
Mientras tanto, en 1990, otros tres expertos en robótica que habían pasado por el MIT, Colin Angle, Rodney Brooks y Helen Greiner fundaban iRobot (IS Robotics por aquel entonces). «Los robots en aquel momento eran principalmente una idea, una promesa de futuro. Nuestra misión inicial era resolver problemas y marcar la diferencia», rememora Angle, CEO de iRobot, en declaraciones a Teknautas. «Examinamos las tareas que se realizaban con frecuencia y que eran difíciles de hacer o incluso peligrosas. Esas eran las tareas mejores para un robot«.
Durante su primera década de vida, iRobot creó máquinas encargadas de misiones bastante menos cotidianas que las de Roomba. Primero nació Gengish, diseñado para la exploración espacial; después Ariel, capaz de detectar minas antipersona; y, posteriormente, PackBot, un robot militar que inspeccionó las ruinas del World Trade Center tras el 11-S y después se marchó con el ejército a Irak o Afganistán.
La pequeña empresa que creció aspirando
Jones comenzó a trabajar en iRobot en 1992, cuando la empresa daba sus primeros pasos y solo había otros tres empleados a tiempo completo, según nos cuenta. «La compañía tenía poco dinero en aquella época y no podía permitirse desarrollar un producto como Roomba. Intentamos convencer a dos grandes compañías (Bissell y Gold Star, ahora llamada LG) para que se asociaran con nosotros para desarrollar tal robot, pero ninguna estaba interesada, así que olvidamos la idea», asegura Jones.
Con el paso de los años, iRobot consiguió una cierta estabilidad económica, así que el físico y uno de sus compañeros, Paul Sandin, decidieron resucitar al guerrero robótico y colaboraron desarrollando la arquitectura de la futura Roomba. «Trabajamos juntos en la propuesta que presentamos a la dirección de iRobot. La presentación resumía lo que el robot haría y cómo trabajaría», detalla Jones.
Ahora bien, ¿por qué en iRobot sí estaban convencidos de que el autómata limpiador propuesto por Jones era una buena idea? «Desde que ‘Los Supersónicos’ se emitieron por primera vez en televisión, todo el mundo ha soñado con tener su propia Rosie personal en casa», admite Angle. Sin embargo, era poco práctico y demasiado caro fabricar un sirviente humanoide que se encargara de todas las tareas domésticas. «Lo creas o no, siempre he estado intrigado con la idea de los robots prácticos. Muchos adolescentes soñaban con construir un R2-D2 de ‘La guerra de las galaxias’, pero yo era un gran fan del droide de reparación de la serie MSE-6«, confiesa el CEO de iRobot, entusiasta del servicial autómata que viste pasear por la Estrella de la Muerte.
Angle asegura que tardaron cinco años en crear Roomba, durante los cuales «el equipo de desarrollo trabajó incansablemente para crear un robot práctico». Ahora bien, el máximo responsable de la compañía no destaca la labor particular de Jones en ningún momento durante sus explicaciones sobre el origen de Roomba.
Por su parte, el físico afirma que tanto él como Sandin, además de proponer el proyecto, trabajaron en el equipo que diseñó el barrendero automático. De hecho, aunque su nombre cayera en el olvido, el padre del Rug Warrior figura como inventor en varias patentes de iRobot. Una de ellas es la de «robot autónomo de limpieza de suelos» (en la que su nombre aparece seguido del de otros autores como Sandin) que fue presentada en 2002. Ese año, nació la famosa Roomba.
Una vida dedicada a la robótica
El asequible precio de Roomba (salió a la venta en Estados Unidos por unos 200 dólares, 170 euros al cambio actual) hizo que se convirtiera en todo un éxito poco después del lanzamiento. «¡La respuesta positiva fue abrumadora! Realmente teníamos a tanta gente visitando nuestra web que se cayó», recuerda Angle. «Roomba triunfó más allá de nuestros sueños más locos», destaca por su parte Jones.
En 2004 ya se habían vendido un millón de Roombas y los ingresos de iRobot alcanzaron los 95 millones de dólares (81 millones de euros), frente a los 15 millones de dólares (13 millones de euros) del 2002. Casi quince años después de su lanzamiento, la compañía ya ha vendido 18 millones de robots domésticos y sus ingresos el año pasado fueron de 661 millones de dólares (568 millones de euros).
Muchas otras marcas han desarrollado robots aspiradores como el que iRobot puso de moda. De hecho, la compañía acaba de demandar a competidores como Hoover, Black & Decker, Bobsweep y Bissell Homecare por infringir sus patentes.
Sin embargo, Jones abandonó el barco de iRobot en 2006, tras el éxito de Roomba y Packbot, cuando la empresa tenía ya 300 trabajadores. «Creíamos que un producto exitoso nos daría libertad, pero todo lo contrario», critica Jones. «Cuando aquello ocurrió, el interés de iRobot se redujo, solo querían desarrollar robots para consumidores y militares. No creí que la próxima gran oportunidad para los robots estuviera en ninguna de esas áreas».
Así que este veterano experto en robótica —es autor de varios libros, en 2005 ganó gracias a Roomba el IEEE/IFR Invention and Entrepreneurship Award y figura como inventor en decenas de patentes— decidió comenzar otra aventura.
Jones cofundó con Paul Sandin Harvest Automation, una compañía destinada a desarrollar robots expertos en agricultura a la que se sumaron otros miembros de iRobot. Allí nació Harvey, una máquina de grandes dimensiones que trasladaba macetas de un lugar a otro. Sin embargo, no consiguió repetir el éxito que había logrado con Roomba. Poco a poco, la empresa se dedicó también a otras tareas, como automatizar los almacenes y, nuevamente, Jones optó por marcharse.
Franklin Robotics es el nombre de su última aventura, que acaba de recaudar más de 312.000 dólares (268.000 euros) en Kickstarter para fabricar el nuevo autómata ideado por este inventor, Tertill, al que bien podríamos considerar el hermano jardinero de Roomba. Tertill funciona gracias a paneles solares —almacena la energía para recargar su batería— y se encarga de cortar las malas hierbas (a las que distingue por su menor altura) al tiempo que deja vivir a las más altas, de las que se aleja gracias a sus sensores.
¿Humanoides domésticos o robots invisibles?
«El entorno de Tertill es más difícil que el de Roomba. Roomba al menos se mueve en un suelo plano y duro. Tertill debe lidiar con pendientes, surcos y la posibilidad de que el robot cave accidentalmente un agujero para sí mismo», describe Jones. Su objetivo a largo plazo es más ambicioso que mejorar al robot jardinero: quiere que los agricultores también lo usen. Al igual que Jones, Colin Angle sigue trabajando para automatizar la limpieza en otros lugares: además de su labor en iRobot, acaba de crear un autómata para succionar ejemplares del peligroso pez león en los mares.
Ahora bien, ¿invadirán los robots todos los ámbitos de nuestra vida? «Aunque mucha gente están trabajando en robots de compañía (Kuri, Buddy, Nao, Pepper…) no creo que veamos un gran número de estos robots en las casas. Más bien, pienso que los robots domésticos se volverán invisibles«, augura Jones. Este inventor cree que a la gente no le gustan los robots ni quiere socializar con ellos, sino tan solo utilizarlos para tener las tareas domésticas hechas. Así que, si este experto tiene razón, los humanoides sonrientes no se pondrán de moda.
Este inventor cree que a la gente no le gustan los robots ni quiere socializar con ellos
Conocedor de las dificultades de desarrollar un robot desde cero, este experto dice no estar preocupado por el futuro de la inteligencia artificial. «Es simplemente demasiado difícil hacer un robot o un programa que haga algo inteligente como para pensar que una inteligencia sobrehumana podría aparecer espontánea e inesperadamente. Hasta ahora, las cosas inesperadas que he visto en los robots son todo lo contrario de inteligentes«.
Al fin y al cabo, Roomba tampoco es perfecta, su sabiduría se limita a una tarea de limpieza y ni siquiera cae bien a todos los miembros del hogar. Pero puede ayudar a que los perezosos humanos tengan la casa limpia, la misión para la que nació su antepasado, el Guerrero de la Alfombra.
Fuente: Elconfidencial.com (13/8/17)
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